Zoe y Klaus tienen un pasado del cual ambos se arrepienten, él por dejarla ir de la forma en la que lo hizo, ella por permitirse amarlo por sobre todos, incluso sobre sus propios sueños.
Él le escondió un secreto por años que teme revelar, ella le g...
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Capítulo 20
Zoe
Aquella noche cuando vi como Klaus se alejaba de mí, una punzada se sintió en mi corazón junto con el escalofrío que corrió por mi espalda.
Tomo aire cuando Val intenta alcanzarme pero su respiración es pausada y siento como jadea cuando paro a tomar un poco de agua.
Giro mi cuerpo y ella se encontraba apoyando sus manos sobre sus rodillas mientras recupera la compostura sentándose a mi lado, ella intenta hablar pero aún se encontraba intentando respirar sin que su pecho doliera.
–¿Cómo puedes trotar de esa manera? –pregunta– no sé cómo no te cansas.
–Ya estoy acostumbrada –encojo mis hombros– sabes, cuando comencé a trotar en Canadá lo helado me quemaba al respirar, después con el tiempo te terminas acostumbrando.
–No imagino las exigencias de papá en ese entonces –ambas reímos.
Si bien la cena que ella y nuestro padre habían tenido hace dos días había salido bien, no habíamos tenido el tiempo de hablar todo lo sucedido en ella.
–¿Todo bien con papá? –pregunto con miedo tratando de que me cuente un poco más.
–Eso quiero creer –responde– en la cena se comportaba de una manera y luego de otra, es raro.
–¿Se comportaba raro?
–Sí, es como que me quería decir algo pero de la nada se detenía –hace una pausa– habían momentos que demostraba que si me quería pero cuando él se daba cuenta cambiaba su actitud rotundamente hacia mi.
–No es que sea raro –admito– para él es difícil demostrar sus sentimientos a veces.
Ella encoge sus hombros, sabía que no era un gran avance, pero papá lo estaba intentando y eso era lo importante.
–Aunque sea a medias yo lo quiero, es mi papá tengo que quererlo.
Abrazo su cuerpo y puedo sentir sus músculos relajarse, pero no le doy mucho tiempo a su descanso cuando la animó nuevamente para trotar hacia la casa de mamá, disminuyendo el paso para que Val poco a poco se fuera acostumbrando a los ejercicios fuera del gimnasio que tiene el Skating Club.
Llegamos a casa de mamá y ella estaba frente al pórtico mirando a las personas pasar, sonriéndome cuando nos acercamos a la puerta de la casa.
–Ya me imaginaba que Zoe te haría sufrir –dice besando la mejilla de mi hermana– adentro hay refrescos para que tomes, ve a bañarte.
–¡Mamá! —replico— lo que necesita es agua.
–Hija, hueles a sudor, necesitan una ducha –ríe ignorando mi comentario– ve a asearte mientras hablo con Zoe.