TEMPORADA 2 CAPÍTULO 1

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Toronto, Canadá
Hospital St. Mary
Dos Semanas Después

Chloe se encontraba en el hospital sólo que está vez la paciente no era ella sino la amable anciana con la que viajaba qué se llamaba Elizabeth Charlotte Montrose.

Durante el viaje la señora no solamente fue amable con ella sino que se ofreció a darle un poco de su almuerzo para que no tuviera que comprar al ver que no tenía mucho cambio de su moneda. Gracias a esa señora Chloe pudo relajarse y ya no se sintió sola durante el viaje al escucharla hablar sobre su juventud y el viaje actual... Definitivamente era la abuela que no tuvo nunca.

Él problema empezó cuando aterrizaron y la señora Montrose se desmayó por lo que la rubia luego de un momento de shock sacó el celular del bolso de la anciana y llamó al número de emergencias qué tenía registrado en caso de enfermar de su corazón en algún momento. La acompaño hasta el hospital, la registro logrando quedarse al hacerse pasar por su nieta y cuando despertó llamó al número de Jacques su hijo para que fuera a verla desde Quebec hasta ahí. Hasta entonces, ella se había quedado a cuidarla.

Cualquiera pensaría que ella estaba loca por cuidar a una anciana qué no conocía y que debía estar haciendo cosas más útiles cómo buscar un trabajo y un hogar para vivir ya que su dinero no rendiría para siempre.

Lo cierto es que su dinero casi se agotaba de una manera preocupante ya que había solucionado sus problemas legales con respecto a su migración a Canadá. Cuando subió en el avión ya tenía 18 años cumplidos siendo ese día su cumpleaños, uno de los motivos por los que se dio el capricho de subir al autobus en Londres. Antes de viajar había arreglado su pasaporte y su visa a nombre de Chloe Frances Riveau siendo una medida de precaución tomada para que sus padres no la rastrearan en caso de que lo hicieran algo que dudaba, pero nunca estaba de más hacerlo. Lo único malo es que tenía la visa de turista así que cuando empezará a trabajar tendría que cambiarla o correría peligro de ser descubierta y enviada a Francia algo que odiaría.

Quizá pareciera una locura, pero cuidar de esa anciana la hacía sentir que no estaba sola en ese país y también era una forma de prolongar enfrentar la realidad de que estaba sola y que viviría de lo que hiciera además ella siempre pagaba sus deudas.. La señora Elizabeth Montrose no la dejó sola en el avión y ella no la iba a dejar sola hasta que su familia llegará además al estar en el hospital podía permitirse dormir en un lugar sin tener que pagar aunque fuera incómodo.

Al cabo de dos semanas luego de llegar a Toronto había llegado finalmente Jacques Montrose y una chica de nombre Lorraine Leblanc. El chico tenía el pelo castaño claro, casi rubio, alto, robusto, piel pálida y los ojos de azul claro aunque no del tono de Marinette mientras que la chica tenía el pelo rizado rubio miel, tenía estatura media, delgada y los ojos color miel. Ambos eran muy apuestos y se veía que eran muy cercanos siendo probablemente amigos.

No tardaron mucho en localizarla ya que la rubia les había dado su descripción y cuando fueron a ella Jacques le agradeció por haber estado con su madre cuando lo necesitó.

- Disculpa, pero por tu acento notó qué no eres de aquí verdad ¿De donde eres?. - Le preguntó la chica.

Fue en ese momento que tuvo que inventarse una nueva historia sobre su vida y está vez está historia sería la "versión oficial" para todas las personas que conociera ahí.

- Soy de Borgoña, Francia.. Y vine a Canadá con el propósito de comenzar una nueva vida ya que me he quedado sola. - Les dijo.

No tenía sentido negar que era francesa después de todo a la única que había querido engañar sobre ser americana había sido a la vendedora de boletos ya que los empleados del avión era un asunto muy diferente lo único que había cambiado era el tono desafiante de su voz. Ahora su única mentira era sobre ser de Borgoña ya que no quería que descubrieran qué era de la capital parisina y su familia a la cual había abandonado para comenzar una nueva vida y lo más importante es que no quería tener que fingir un acento qué no tenía porque al final seguramente se equivocaría.

- Quisiera despedirme de su madre antes de continuar mi camino Monsieur Montrose. ¿Me lo permitiría, por favor?. - Le dijo Chloe.

Él hombre no se lo pensó dos veces.

- Por supuesto, es lo mínimo que puedo hacer luego de que salvaste la vida de mi madre. - Respondió.

Los tres entraron a la habitación 180 para poder ver a la mujer que por suerte en esos momentos se encontraba despierta. La mujer se veía cansada y débil, pero aún así saludo a sus visitantes con una sonrisa... Era una mujer fuerte.

- Hola querida... Muchas gracias por quedarte conmigo hasta que mi hijo llegará sino fuera por ti yo estaría sola o muerta al no ser ayudada por nadie de los pasajeros. - Mencionó.

- No digas eso madre... Tú eres una mujer fuerte. - Se apresuró a decir su hijo.

Elizabeth se concentró en Chloe un momento antes de hablarle nuevamente. Ella sintió cómo si la mujer pudiera ver a través de su alma algo que le llenó de miedo.

- Lamento que mi enfermedad haya retrasado tus planes... ¿Qué es lo que venias a hacer a Canadá, si es que se puede saber querida?. - Preguntó curiosa.

Era la primera vez que la escuchaba porque al haber estado tan nerviosa en el vuelo para ayudarla había hablado de ella solamente sin hacer ninguna pregunta personal.

- Lo cierto es que no tenía ningún plan.. Iba a buscar trabajo y un lugar donde vivir ya que a pesar de que tome el vuelo de Londres soy francesa y vine a Canadá para empezar una nueva vida cómo todos los migrantes... Espero que no sea mucho pedir que me puedan decir en donde podría conseguir un empleo. - Les explicó.

- Oh querida lo cierto es que no se puede conseguir un empleo fácilmente sobre todo al ser migrantes, sin experiencia y sin referencias además de que no tienes contrato... Pero sé cómo puedo ayudarte. Yo necesito a alguien que esté al pendiente de mí tal cómo lo has hecho así que te contrató para que me cuides el único inconveniente es qué solamente podré pagarte el salario mínimo, pero tendrás una habitación y comida segura además de que contaras con una referencia laboral cuando quieras buscar otro empleo.-Le explico la mujer.

Chloe no necesito pensar esa proposición, después de todo sino aceptaba estaría en la calle sin una perspectiva de trabajo y con poco dinero en sus bolsillos. Puede que no le ofrecieran mucho dinero, pero le ofrecían algo que valoraba ahora mucho más y era la protección.

- Muchas gracias por su oferta Madame Montrose le prometo que trabajaré muy duró. - Le dijo viéndola a los ojos.

- No lo dudo querida Chloe.. Por eso te hice la propuesta de trabajo... Ahora lo único que queda es regresarnos a Quebec, tenía la esperanza de pasar por Montreal, pero ya será en otra ocasión si vivó todavía... Ahora hijo necesito que firmes mi salida del hospital para regresar a casa. - Les dijo.

La mujer aún con su apariencia delicada se las arreglaba para poder expresar su autoridad algo que fascinó a Chloe. Los dos salieron de la habitación mientras ella se quedaba con Elizabeth empezando de manera no oficial su trabajo.

Momentos después los cuatro abandonaron el hospital y se subieron a un coche qué no era último modelo, pero que se encontraba en buen estado para ir a Quebec en donde comenzaría su nueva aventura.

El esplendor de Chloe Bourgeois Donde viven las historias. Descúbrelo ahora