𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐂𝐮𝐚𝐫𝐞𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐓𝐫𝐞𝐬

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Lo primero que vio Penélope al despertar fueron los cabellos rubios de Callisto.

La noche del baile no ocurrió nada más allá de lo esperado, de hecho, Callisto tenía un sorprendente auto-control cuando estaba cerca de ella, bueno, solo un poco, ya que si ella presionaba más de lo esperado, podría volverse una catástrofe, de eso estaba segura.

La fiesta había terminado después de lo esperado, justamente después de la media noche e incluso, cercana de la madrugada, pero tampoco es que le haya puesto atención a aquello. Se estira, deja que sus músculos se relajen, sus cabellos magenta estaban sueltos, ¿Cuándo ocurrió? No estaba muy segura, de hecho, creía que había sido cuando estaba durmiendo, recuerda haberse movido, tal vez incluso; Callisto en algún momento le pudo haber ayudado.

Hablando de Callisto, su vista se posó a la persona que estaba a su lado. Sus ropas estaban desarregladas, no llevaba el típico broche que se ponía en el cuello, de hecho llevaba dos botones sueltos, dejando ver su cuello y el comienzo de su pecho. La capa estaba en una silla cerca de su ventana, los zapatos y las zapatillas estaban en la entrada de la habitación, donde también estaba el señor bigote, quien estaba en su cama personalizada.

Se pone de pie, el vestido que recordaba todavía llevar puesto, había sido cambiado por un camisón, sospechaba que había sido su padre, pero no lo sabía a ciencia cierta. Se iba a poner de pie, cuando de pronto, un fuerte brazo evita que se levante.

—¡Agh!

Su cuerpo cayó encima del de Callisto, quien estaba despertando, luciendo tan hermoso ante sus ojos.

—¿Callisto?

—Vuelva a dormir princesa— pide el rubio con voz ronca, haciendo que su cuerpo tiembla por aquel tono de voz—. Aun es muy temprano

—Pero tengo que bañarme, necesito quitarme el maquillaje— expresó ella

Callisto gruñe, cuando de pronto, es soltada, pero antes de poder alejarse, Callisto le da un beso, uno que hace que su cuerpo tiemble más, ya que ella solo llevaba un camisón sobre su persona, y con aquel príncipe que llevaba la ropa desarreglada y claramente le hacían faltas varias prendas sobre su persona.

Huyendo de la cama, donde Callisto había expresado sus ansias de «probarla», se apresuró a irse al baño, donde sorpresivamente ya le estaba esperando Sebastián quien terminaba de preparar su baño, dándole una suave aroma a rosas en las aguas calientes.

—Buenos días princesa— saluda el demonio, haciendo que le mire con calma y le sonreía con alegría—. Su baño ya está listo, en breve vendrá Emily para ayudarle

—Gracias Sebastián— suspira ella con calma

Saliendo del baño, Penélope se apresura a ingresar a la hermos tina de mármol, mientras que su camisón a quedado encima de uno de los múltiples muebles que hay y permite que su cuerpo se calme y observe con cierta fascinación como sus largos cabellos flotan alrededor de la perfecta agua cálida.

Su mano pasea por el agua, cuando Emily aparece, en sus manos llevaba un hermoso conjunto de ropa que parecía dejar de ser «infantil» por así decirlo, para comenzar a ser algo más como de una «mujer» aunque Penélope no lo sabía a ciencia cierta.

—¿Emily?— interrogó de pronto ella con curiosidad —¿Qué es esa ropa?

—Bueno, el duque no sabe que lo he traído, pero antes de que Lea fuera mandada a Obelia con sus sobrinos, decidimos pedirle ayuda a Madame Macready, y este fue el resultado— comentó ella con cierta pena, pues sus mejillas estaban de un tono rosa—. La princesa Athanasia incluso nos ayudó

𝐓𝐨𝐦𝐚 𝐌𝐢 𝐌𝐚𝐧𝐨 «𝐏𝐞𝐧𝐞𝐥𝐨𝐩𝐞 𝐄𝐜𝐤𝐡𝐚𝐫𝐭»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora