𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐂𝐮𝐚𝐫𝐞𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐂𝐢𝐧𝐜𝐨

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La repentina aparición de Callisto dejó aturdido a Félix y a Penélope por igual. Reaccionando solamente cuando recordaron que tenían que acabar con aquella cosa.

—¡Pisson de fuego!

Padre e hija olvidaron la vergüenza y atacaron rápidamente hacía donde Callisto había cortado, haciendo que dicha parte estallara en llamas antes de caer. El monstruo estaba moviéndose de manera errática, pronto el bote se rompió y se inclinó hacia un lado, las cosas siguen cayendo y rodando hacía el mar.

—¡Ahh!

Un marinero que fue golpeado por un barril de madera enrollado cayó al mar en un abrir y cerrar de ojos.

—!Uh,uh...!— se queja Penélope al caer de manera brusca

—¡Princesa!
—¡Hija!

El príncipe heredero de repente abrazó a Penélope, cubriendola con su cuerpo, con un brazo en la cintura, rápidamente la subió en la cabina para evitar la caída de objetos. Saltando al techo, Félix y Callisto cortaron y quemaron las grandes patas del pulpo que había envuelto el barco, desde la seguridad de los brazos de Callisto, Penélope siguió lanzando sus hechizos.

—¡Pisson de fuego!

Después de cortar la nueva pierna que había crecido anteriormente, notaron que ya no creció otra extremidad, padre e hija notaron el orden por lo que tenían la idea de cómo lidiar con eso.

—¡Prashon de viento! ¡Pisson de fuego!
—¡Prashon de viento! ¡Pisson de fuego!

Los hechizos volaban, hasta que el monstruo soltó el barco, finalmente lo habían derrotado. Tambaleándose con suspiros de alivio, el alborotado monstruo hizo que las ropas de todos quedaran llenas de agua, logrando que temblarán todos. Félix comienza a ayudarle con los daños del barco, ayudando a los marineros, pero aunque sus acciones eran buenas, alguien no estaba nada feliz.

—¡Penélope Robane!

De repente sintió frío. Solo entonces se dio cuenta de que había olvidado con alivio el hecho de que el príncipe estaba ahí. Levantando la cabeza, pudo observar a Callisto empapado por el agua del mar, acercándose a donde estaba ella con sus ojos brillosos, no estaba enojado, de hecho, estaba lo que parecía ser miedo.

—¡Me diste un susto!— exclamó, mientras verifica que estuviera bien, sin ningún rasguño sobre su cuerpo—. Cuando vi que desaparecieron del mapa, temí lo peor

—Mis disculpas, Ivonne, Leila me ataco y tuve que huir— expresó ella

—Lo supuse, apenas llegue al ducado Eckhart para saber que era eso de que el idiota del joven duque quería arrestar a Félix, esa maldita se me arrojó diciendo que intentaste matarla— expresó con furia Callisto, revolviendo sus cabellos rubios con la mano enguantada—. Me estas volviendo loco y no se si es de preocupación o de qué

Félix, quien ha escuchado aquello, sintió que escuchaba a Verónica o a Claude, cuando él hacía de las suyas sin que ellos supieran. Callisto por su parte había estado respirando con dificultad durante mucho tiempo, pronto chasqueó la lengua y levantó la cabeza.

—Tch, ¿Qué diablos es esta ridícula máscara?— interrogó, quitándole la máscara sobre su rostro

El aire fresco cubría la cara con el viento, incluso con la máscara puesta, parecía que no podría escapar de él.

—¿Cómo me reconociste?— interrogó ella sorprendida

—Sería un pecado no reconocer a mi prometida— aseguró él, mientras la miraba, levantando su mano, limpió su rostro del agua salada, logrando que llegara el calor a ella, provocando que su corazón latiera como un loco—. Si está relacionado contigo, ya sea la sala de conferencias, en el campo de batalla, estaré por todos lados, y cada vez vendré corriendo, ahora dime, ¿Estás herida?

𝐓𝐨𝐦𝐚 𝐌𝐢 𝐌𝐚𝐧𝐨 «𝐏𝐞𝐧𝐞𝐥𝐨𝐩𝐞 𝐄𝐜𝐤𝐡𝐚𝐫𝐭»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora