𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐕𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐭𝐫𝐞𝐬

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Esta oscuro, su alrededor esta oscuro y hacía mucho frío. Penélope no sabe a ciencia cierta si se ha muerto, si el rey del inframundo ha ido por ella para llevarla a los jardines celestiales o si su alma sigue en el purgatorio, lo único que sabe, es que cada vez siente más frío, su cuerpo esta cada vez más pesado, siente que se hunde.

—Mi amada hija, lamento tanto no haberte protegido como debía— dice una voz, una voz que recuerda en sus sueños más profundos. —Mamá lo lamenta tanto

Mamá. ¿Esa voz era la de su mamá? ¿Podría ser posible? No lo sabe, pero el cálido toque hace que ella se sienta a gusto, y por un momento, desea ser llevada a los brazos de su madre, pero pronto, recuerda a su padre, el hombre que la miraba con tanta ilusión y amor, el hombre que era capaz de destruir todo a su paso con tal de mantenerla a salvo.

—Tengo que volver— dice, su voz parece salir ahogada —Papá me espera, él no puede perderme a mi también

No sabe si la mujer le ha escuchado, no sabe si ella tan siquiera puede volver, pero pronto, la calidez de una suave tela se hace presente, y poco a poco, una suave luz llega a su vista.

—¿Dónde estoy? — se cuestiona y nota al fin, el lugar donde esta.

Era una cueva, de eso no había duda alguna, pues las paredes rocosas a su alrededor solo se lo confirmaban. Cuando hizo por levantarse, la capa del príncipe Callisto cayo, revelando su cómoda y ropa interior a la vista, cosa que le sorprendió.

—¡Pero que demonios! — exclamó fuertemente y cubriéndose nuevamente son la capa

—Que bueno que ya despertó princesa — dijeron a su espalda y fue que lo vio.

Sin los complementos superiores de su ropa, el príncipe se le acercaba cargando varios pedazos de madera, siendo así, reflejado bajo la suave luz de las llamas de la fogata que había hecho para, posiblemente, mantenerlos calientes.

—¡¿Q-Qué hace así?! — grito, mientras un rojo vivido se apoderaba de su rostro, avergonzada de verlo tan libre de telas y accesorios —¡¿Por qué estoy así?!

—No la iba a dejar con la ropa mojada princesa, se iba a enfermar— señalo Callisto con calma, consciente que, si miraba más a la de cabellos magenta, esta se pondría un poco histérica —En cuanto a mí, es lo mismo, las telas mojadas iban a ser incomodas para moverme

Sin estar muy segura, Penélope asintió, pero no dejaba de ver al príncipe. Callisto Regulus tenía un gran físico, talvez por los años que había pasado en el campo de batalla, luciendo fuertes músculos que, para vergüenza de Penélope, parecían ser una invitación a lo prohibido. Estando de pie, la princesa de la casa Robane podía notar como una suave linea se marcaba desde la cintura del imperial, hasta perderse en el comienzo de los pantalones blancos y ansiaba saber si esa linea, seguía el perfecto trazo justamente debajo de la tela blanca.

—Princesa, me siento alagado de que me observe así— dijo Callisto, notando como el sonrojo en sus mejillas se volvía incluso más intenso. —Y tengo que admitir que me hace sentir deseado

—¡Nadie lo esta viendo! — asegura, para después mirar al rubio —Espero que su alteza no sea un pervertido, de esos que gustan de ver a las mujeres de manera vulnerable

—Me siento ofendido— dice Callisto —La cueva estaba lo suficientemente oscura para ver, aunque no negare que, si hubiera luz en ese momento, gozaría de beber su esplendida figura

Avergonzada, Penélope solo puede acercarse más a la fogata, con el fin de tener algo de calor, mientras Callisto, quien se ha sentado, ríe divertido, al final de cuentas, Penélope no tiene que saber que en su defecto, había visto las suaves curvas que se formaban en su cuerpo, así mismo había visto las heridas que parecían desvanecerse al estar al cuidado de los Eckhart, heridas que ansiaba provocar en el cuerpo de esos idiotas por haberse atrevido a herir a la bella mujer que había y seguía robando su corazón, tampoco tenía que saber su tuvo la osadía y el atrevimiento de besar la pequeña cicatriz que estaba en su cadera, y se había embriagado con el satisfactorio olor que desprendía.

𝐓𝐨𝐦𝐚 𝐌𝐢 𝐌𝐚𝐧𝐨 «𝐏𝐞𝐧𝐞𝐥𝐨𝐩𝐞 𝐄𝐜𝐤𝐡𝐚𝐫𝐭»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora