𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐕𝐞𝐢𝐧𝐭𝐞

1.9K 230 100
                                    

Sebastián podía tener miles de años, podía ser el demonio más fuerte y ágil que había pisado la tierra humana, pero incluso él sabía que había ciertos limites entre la crueldad humana y nacer sin un maldito corazón.

Mientras camina hombro a hombro con Emily y solo pocos pasos detrás de su señorita y de la princesa Jeannette, puede escuchar lo que todo el mundo parece decir de su ama, y sinceramente, ninguno de esos comentarios es bueno.

Cuanto más va escuchando, desea maldecirlos, desea que su joven ama le pida la garganta de todos ellos, pero parece que ella es como su joven amo, un pequeño dulce que no desea hacerle mal a nadie, a menos que le saquen de sus casillas o se metan con alguien a quienes ellos aman.

Sus largos cabellos magenta revolotean gracias al suave viento que había en esos momentos, y Sebastián se tiene que recordar que la dama frente de él es su joven ama Penélope y no la duquesa Verónica.

Mientras ellas parecen estar sumergidas en su platica, la atención de Sebastián va hacía Emily, quien lleva un traje muy parecido al suyo, solo que en vez de pantalones, lleva unos un poco más cortos y sus largos cabellos castaños y rizados, iban trenzados y sujetados de tal manera de que si en algún momento alguien quería jalárselo o peor, herirla, no podrían, ya que sus largos cabellos estaban muy bien atados, incluso, Sebastián recordaba a Lily York, la nana de la princesa Athanasia. 

—Emily— le llama en voz baja, captando la atención de la joven señorita —¿Cómo han ido tus entrenamientos?

—¡Muy bien!— dice feliz la castaña, mientras le da una sonrisa al mayor —Espero poder tener un mejor manejo de espada pronto y proteger a mi señorita

—No lo dudaría querida— sonríe de lado Sebastián

Es refrescante hablar con alguien como Emily, pues parecía que no solo era la mano derecha de Penélope, sino que su pequeña ama, le había enseñado como debía de comportarse y hablar frente de los nobles o personas que tengan un rango mayor que ella. 

Pronto las dos damas nobles se detiene, y se giran para verlos. 

—¿Pasa algo princesas?— cuestiona Sebastián al notar como la de cabello magenta luce nerviosa y tímida 

—Me temo que sí— suspira Penélope —No se si ellas se meterán con Nette

La castaña de ojos imperiales sonríe, alegre de saber que Penélope se preocupa por ella, por lo cual le toma de la mano y le dedica una suave mirada.

—Estaré bien Nelly— asegura ella, mientras sus mejillas regordetas y aun con la grasa de bebé que parecía no querer abandonarla, hacen brillar el suave tono rosado que posee —Aparte, papá, tíos, Kiel, Lucas y Athy me han enseñado como defenderme, sobre todo Lucas y Athy 

Penélope observa a Sebastián quien asiente a lo dicho por la castaña y suspira, confía en lo dicho por Jeannette. 

—Pues, hagamos esto— dice Penélope, volviendo a poner la máscara de frialdad que les parece duro de contemplar, pues es como si renunciara a todo lo que por derecho le pertenece. —Sebastián, tienes el permiso de protegernos, no importa lo que tengas que hacer, ni lo cruel que tengas que...

—Si, mi duquesa

Los ojos rojos de Sebastián brillan de manera escalofriante.

Los ojos rojos de Sebastián brillan de manera escalofriante

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝐓𝐨𝐦𝐚 𝐌𝐢 𝐌𝐚𝐧𝐨 «𝐏𝐞𝐧𝐞𝐥𝐨𝐩𝐞 𝐄𝐜𝐤𝐡𝐚𝐫𝐭»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora