𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐂𝐮𝐚𝐫𝐞𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐂𝐮𝐚𝐭𝐫𝐨

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Penélope podía sentir una especie de limbo, era como si algo la estuviera absorbiendo, no lo sabía a ciencia cierta, pero era frustrante, no quería morir, sentía esa sensación de que si dejaba que su mente estuviera en blanco, ocurriría, pero cuando levantó la cabeza y corrió hacía la puerta, sintió que caía por un agujero.

Frente a ella, una pintura de una versión más pequeña de sí misma, vestida con telas rosadas y adornos en su cabello. Escuchaba llantos alrededor, como si se estuviera dando alguna mala noticia.

—¿Escuchaste?
—Lo hice, pobre duque, años buscando a su hija y ahora esta trágica noticia
—Solo puedo recordar sus gritos de dolor
—Mi padre dice que fue horrible

Las voces a su alrededor se hacen cada vez más confusas, incluso parece escuchar algo de alguien llamada «Señorita Yang» ¿Quién era? No lo sabe, pero lo que escucha entre las conversaciones le da tristeza, parecía que en cierta medida, se parecía a ella misma.

Y el descaro de ellos, inaudito
—¡Silencio!

Aquella voz llama su atención, haciendo que gire a mirar quien ha hablado, encontrando al duque Eckhart y a su lado están ellos dos, Derrick y Reynold, este último parece pelear con alguien que ella no ve por el momento.

—¡Vete a la mierda, gilipollas!

Mirando alrededor con más determinación, esta Ijekiel, vestido de negro. Su rostro lucía pálido, manchas rojas debajo de sus ojos, y sus ojos, oh sus ojos, ya no mostraban ese vivo tono dorado.

¿Cómo se atreven a venir aquí? ¡¿Cómo?!

—Ella ha querido vivir por un tiempo bajo nuestras riquezas, y ha muerto como una mendiga. Una perra— asegura Reynold, no, este no puede ser Reynold, luce tan inestable, tan poco ético

Reynold despeinó su cabello. Viendolos bien ahora, son los únicos que no llevan trajes negros, sino que son llamativos y llenos de joyas.

—¡Responda!— grita Ijekiel, llamando la atención de ellos —¡¿Qué les da el derecho de venir al funeral de mi prima!

—Es mi hija— responde el duque, sin mirar a donde estaba Ijekiel

Una risa seca, venenosa se escucha. Su padre se acerca a donde están ellos, esta vestido de negro también, sus ojos lucen más secos, sin brillo alguno, no hay rastro del hombre que ella conoce.

—¿Qué hace aquí, duque?— interroga —Creí que una sucia bastarda no merecía el respeto del ducado Eckhart, ¿Acaso dejó a su preciosa hijita sola, solo por venir aquí?

—Solo tenía que quedarse quieta y nada pasaría— aseguró Derrick, mirando con asco la imagen que había—. Y que nos asegura que era su hija, ella solo era una bastarda

Penélope tiembla, ¿Cómo podían actuar así? Como si ella fuera una basura, un objeto del cual poder deshacerse tan fácilmente, ella quien no pidió ser adoptada por el duque, ella quien jamás pidió ser parte de la familia Eckhart, estaba tan molesta, enojada y sin más grito, grito y lloro, mientras escuchaba a la lejanía como el ducado Eckhart se expresaba así de ella, como incluso muerta, la comparaban con Ivonne.

—Quiero morir— susurró para sí misma, escondiendo sus orejas detrás de sus manos

Lentamente sentía que algo drena su fuerza, como algo mataba sus emociones, haciendo que contuviera su respiración tan fuerte como ella podía. Pero antes de poder rendirse, un recuerdo llega a ella, sus personas especiales y favoritas, sobre todo, su padre y su prometido.

𝐓𝐨𝐦𝐚 𝐌𝐢 𝐌𝐚𝐧𝐨 «𝐏𝐞𝐧𝐞𝐥𝐨𝐩𝐞 𝐄𝐜𝐤𝐡𝐚𝐫𝐭»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora