𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐃𝐢𝐞𝐜𝐢𝐧𝐮𝐞𝐯𝐞

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Penélope sueña con un hermoso lugar, ¿Dónde era? No lo sabe, pero las voces que hay a su alrededor han hecho que ella voltee y la vea, riendo divertida en los brazos de una versión más joven de su padre. La bella dama de largos cabellos violetas y hermoso vestido blanco; luce alegre, luce hermosa de eso no hay duda, ella parece más un ángel, que un simple humano. 

Nelly querida— dice una voz, mientras la alza en sus brazos, unos ojos tan grises como los de su padre le observan —Mi amada nieta, te amamos como no tiene ni idea, ¡La perfecta heredera al gran ducado Robane!

Penélope no dice nada, pero siente que lo hace, pronto el hombre de hombros hombros anchos y sonrisa buena, le abraza aun más, envolviendo su cuerpo y siente ganas de llorar. ¿Cuándo fue la última vez que sintió algo así? 

Nelly, mi amada hija— dice la bella dama 

Penélope siente como es cargada y desea jamás soltarla, porque no podría hacerlo, ella era su madre, ¿No? La mujer que le había dado la vida, y así mismo, teme perderla.

Mi pequeña duquesa— llaman, su padre se acerca con una bella sonrisa en sus labios —Vamos al palacio, tu tío Claude te quiere ver 

Penélope se siente en paz cada que esta en alguno de esos brazos. Cierra los ojos y de pronto, una suave sacudida hace que ella abra sus ojos, y frente a ella, hay dos castañas, una de ojos mieles y la otra de hermosas joyas azules. 

—¡Señorita!— exclamó preocupada Emily —Me he asustado

—Estabas llorando— dijo Jeannette, mientras le ayudaba a sentarse en la cama, su rostro que aun conservaba las facciones infantiles, le miraban con cierta preocupación. —Me he asustado como no tienes ni idea

—Perdón— susurra, mientras pasa sus pálida manos por sus largos cabellos magenta —Estaba recordando, creo, mi madre y mi padre, ellos...

—Te aman— asegura Jeannette, mientras le ayuda a limpiar sus lagrimas —Lo he visto, ¡Cada que estás cerca, a Sir. Félix se le van los ojos hacía donde estas tú!

Las mejillas de Penélope se adornan de un suave color rosa, ¿Tanto la cuidaba su padre que ni se daba cuenta? Bueno, era la primera vez (hasta el momento) donde un padre le mostraba ese nivel de preocupación. 

El ruido que ha comenzado haber, hace que ella se muevan rápidamente, pero antes de lo esperado, Sebastián ha aparecido, vestido tan elegante como siempre, y su rostro lleno de serenidad. 

—Buenos días señorita Emily, princesa Jeannette, ama— dice él con calma —Estoy aquí para servirles junto a las doncellas escogidas por su alteza el príncipe heredero

Frente a ellas, hay un número de nueve doncellas, quienes le sonríen a las damas, entre ellas, esta Lenovy, quien es reconocida por Jeannette. 

—Esta bien, hagamos esto— suspira Penélope 

La eficiencia de las doncellas era increíble. En el ducado, solo contaba con la ayuda de Emily, quien tuvo que aprender a moverse rápido por si sola, pero ahora, habían terminado de estar listas en poco tiempo y el resultado le encanto a Penélope. 

La ropa no era en si de caza, sino que también era algo formal para estar alrededor de muchos. Llevaba unos pantalones blancos, de ese blanco que podría lucir tan puro y limpio como la nieve misma, encima de este llevaba una tipo falda que llegaba hasta sus muslos, sino es que más arriba, con botones e hilos dorados, portaba una camisa de color azul marino de botones y algodón, encima de esta llevaba un saco de color blanco con franjas y adornos dorados, unas botas negras de tacón y agujetas, la manga del saco se perdía con el azul de la camisa, misma que llevaba unos gemelos de color verdosos, como sus ojos, un pañuelo blanco de aferraba a su cuello con una piedra de color verdosa como la de sus gemelos y sobre su hombro derecho, había una capa de color azul, con tres cadenas de oro que se juntaban en un hermoso broche con perlas y en el medio, había una piedra magenta, como su cabello. 

𝐓𝐨𝐦𝐚 𝐌𝐢 𝐌𝐚𝐧𝐨 «𝐏𝐞𝐧𝐞𝐥𝐨𝐩𝐞 𝐄𝐜𝐤𝐡𝐚𝐫𝐭»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora