𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐂𝐢𝐧𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐃𝐨𝐬

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Penélope no tuvo tiempo para reprocharle a Callisto aquel beso sorpresa, pero si reaccionó cuando escuchó el grito de la gente.

—¡A los intrusos!
—¡Def...defendernos!

Tal vez, dejar que ellos salieran así sin más, había sido la peor idea. Penélope observaba desde detrás de la magia de invisibilidad como ninguno de ellos tenía compasión a la hora de manejar la espada. Keira y Kiel estaban sacando a los rehénes que había, siendo niños y una Emily levemente golpeada, algunos pocos nobles se habían juntado con ellos, más que nada eran niños y jóvenes nobles que habían adquirido cierta oposición a las acciones de sus familias, acciones tan desesperadas que eran un abuso a cada uno de aquellos que aún conservaban algo de moralidad.

Callisto se abría paso por el palacio del sol con sus largas piernas y su espada llena de sangre. Al igual que sus compañeros de batallas; estaban matando a todos sin dudarlo, de hecho Penélope estaba sorprendida de que sin siquiera preguntar o escuchar; todos ellos estaban arrasando con aquellos.

—¡Atrápenlos!— había gritado uno de los guardias que seguía ciegamente a Derrick, Penélope lo reconoció, era Mark

Penélope resopló por lo bajo, asustando a una anciana quien miró a todos lados alrededor, con miedo para después echarse a correr.

—Creo que la asustaste mucho— se burló en voz baja Kiel, quien estaba cerca de ella, sabiendo que podía escucharlo

—Como si me importará

Era verdad, no lo hacía, no le importaba haber asustado a la viejita que ahora estaba en un rincón llorando y suplicando a nadie en particular, clemencia.

—¡Uh, aarg! ¡Maten al príncipe heredero!

En ese momento, tres miembros de la aristocracia del segundo príncipe, sacaron sus espadas y corrieron hacía él, pero parecía que ciertamente no estaban muy seguros de hacer aquello. Callisto no dudó y corrió contra los nobles que iban hacia él, eliminándolos en el proceso. Pasó poco tiempo cuando algunos guardias reaccionaron y protegieron a Evelyn y a Óscar, quienes estaban pegados de manera poco apropiada.

—¡Hermanito!— grito fuertemente Callisto, mirando al menor, quien estaba totalmente asustado

Óscar se puso aún más pálido, asustado por el hecho de que parecía que su visión le estaba fallando, o era acaso que el rubio que estaba a solo unos pasos de su molesto hermano mayor, se parecía demasiado a él.

Pronto, una magia evita que Penélope siga avanzando, era Ivonne, quien lucía muy cómoda y segura.

—Raon, mata a todos y ven a mí con la varita mágica— ordenó ella

Una voz baja sonó desde el otro lado. Cuando levantaron la cabeza, Penélope sintió que el corazón se le rompía cuando vio la máscara de león erguida no muy lejos, apuntandolos con su varita mágica.

—¡Ivonne!

La pequeña rata se estaba escapando por la trampilla, un estruendo se escucha, las bestias que estaban tratando de matar a los demás, estaban siendo combatidos de manera rápida por los ejércitos.

—¡Raon!— exclamó Eclipse de pronto, acercándose al niño y evitando que siguiera lastimando a alguien —¡Escúchame! ¡Este no eres tú!

Los gimoteos de Raon no tardó. Leila le había lavado el cerebro, quizá ella le estaba mostrando como varios de ellos habían muerto por mantenerlo a salvo, principalmente para con Penélope, ya que ella era la que más se sacrificaba en todo momento.

—Maestro... por mi culpa, mi maestro...

—Tu maestro no está muerto y no es tu culpa que esto haya pasado— aseguró Eclipse, tratando de evitar que el pequeño siguiera lastimándose

𝐓𝐨𝐦𝐚 𝐌𝐢 𝐌𝐚𝐧𝐨 «𝐏𝐞𝐧𝐞𝐥𝐨𝐩𝐞 𝐄𝐜𝐤𝐡𝐚𝐫𝐭»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora