𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐐𝐮𝐢𝐧𝐜𝐞

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La noche había caído y Penélope estaba en su habitación.

Las palabras de Sir. Félix rondaba por su cabeza, tenían que hablar, hablar de un tema que ella no conocía, pero que por algún motivo le provocaba cierta ansiedad.

Se recuerda en su cama, Emily no está con ella en esa ocasión, Pennel a llamado a todos los sirvientes para algún tipo de aviso o platica, a ciencia cierta no lo sabe.

En su mano está el espejo que se le había regalado, sentía una conexión con él y más por la cresta que tenía.

Cepillando su cabello y quitando los nuevos, sonríe al recordar la manera en como Jeannette se entretuvo peinandolo y solo siente aun más cariño por la chica que apenas acababa de conocer.

Estaba centrada pensando en su nueva amiga, que no escucha la puerta ser tocada, hasta que esa se abre.

—¿Penélope?— cuestionan

Ella gira su rostro para ver quien ha hablado y se topa con el duque y Reynold, este último está cargando algo en sus manos que no logra identificar y tampoco se molesta en hacerlo.

—Oh padre— dice, mientras se pone de pie y busca rápidamente una batalla que cubra sus hombros —¿Qué puedo hacer por ustedes?

Los varones Eckhart se miran, y después a Penélope, quien ya está cubierta por la tela de seda.

—Quería entregarte esto para competencia de caza— habla el duque, mientras le hace señas a Reynold

Penélope, curiosa como ella sola podía ser, se acerca a la pequeña maleta y al abrirla, puede ver una ballesta de color negra, sin gracia y por un momento la compara con el arco y flechas que se le había otorgado. Debajo de la ballesta, hay ropa de lo que sospecha es de caza junto a un simple vestido rojo, pero no le producen nada; simplemente le resta importancia, pero aun así, sonríe suavemente.

—Gracias padre— dice, mientras se giraba al mayor —Aunque ya tenía escogido mi vestido

—Oh vaya— comenta el duque con incomodidad, como si creyera que lo que acababa de pasar fuera algo muy malo. —La modista nos había dicho que tus ropas aún no estaban, apenas las entrego hoy...

Reynold intercambia su mirada entre su padre y Penélope.

—Solo tomalos— dice él, mirando sin cuidado la ropa

—Sí bueno, gracias — responde ella con voz tranquila

El duque asiente, y él junto a Reynold se van. Cuando salen de esa puerta, la mala sensación que sentía se ha aplacado, detesta ciertamente estar cerca de ellos.

Baja el pequeño baúl hasta que quedara debajo de su cama, ciertamente no podría importarle menos.

Se sienta nuevamente enfrente de su tocador y ya no peina su cabello, no tiene ánimos para hacerlo, solo piensa en lo que ha ocurrido y prefiere simplemente quedarse observando su reflejo, hasta que un golpe en su ventana se escucha y al acercarse, puede ver que un encapuchado está flotando.

Al principio está dispuesta a gritar, pero la persona se baja la capucha, deja do ver a nada más ni nada menos que Félix Robane, quien parece estar dispuesto en pasar desapercibido por su propio bien.

Penélope se apresura a abrir la ventana, dejando que él ingrese y sinceramente hablando, ella  o se siente desprotegida frente de él, todo lo contrario.

Se siente a salvo.

—Sir. Félix pase— dice ella mientras abre la ventana y le da el paso —Lamento el desorden y la mala presencia, pero quería estar cómoda en mi habitación.

𝐓𝐨𝐦𝐚 𝐌𝐢 𝐌𝐚𝐧𝐨 «𝐏𝐞𝐧𝐞𝐥𝐨𝐩𝐞 𝐄𝐜𝐤𝐡𝐚𝐫𝐭»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora