𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐂𝐮𝐚𝐫𝐞𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐎𝐜𝐡𝐨

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El duque bajó la mirada reflexivamente y miró su taza de té, en el agua, clara y transparente, se reflejaba su rostro endurecido. En ese momento, la voz de alguien pasó por su oído.

Cuando estés con ella, mira el agua del té en su taza, duque

Esas habían sido las palabras de Penélope. Por un momento desea soltar un gemido de frustración. Esas palabras se las había dicho s̶u̶ ̶h̶i̶j̶a̶  la princesa Robane, cuando se vieron en el palacio imperial hace semanas.

«Ah» Quiso maldecir, porque cuando miro nuevamente hacía donde estaba Ivonne, vio unos ojos vacíos, horribles.

—La cuidas mucho— dijo ella, mientras limpiaba los restos de galletas que había en su boca —A veces parece que ella es tu hija

El duque sintió un cierto pesar. Ivonne había pasado las pruebas que Derrick le había puesto, le había señalado cada lunar que tenía sobre su cuerpo e incluso se sabía la canción que Evelyn cantaba a veces en el jardín (Evelyn o Evangeline, ya ni siquiera sabía) por lo que era cierto miedo el que se apoderaba de él, ya que Pennel se lo había dicho, cuando Penélope atacó a Ivonne, no había un reflejo en el espejo.

—Padre— llamó de pronto ella, dejando la taza de té y mirando con una sonrisa al hombre mayor —¿Puedo salir?

—¿Salir?

—Si, he vivido fuera del ducado mucho tiempo y cuando me trajeron, no pude despedirme de nadie— aseguró ella, haciendo que Pennel se sintiera confundido, pues recordaba que la niña había llegado por su propio pie, ¿No? —Hay huérfanos de los que cuido, me preocupa que hayan muerto de hambre mientras yo no estaba

Ivonne frota suavemente la mano del duque, ¿En qué momento la agarro? No saben. Trataba de actuar de la forma más linda, y en ese momento, el duque no pudo evitar que sus ojos se volvieran hacía la taza de té vacía.

—Te conseguiré una escolta para que te acompañe— dijo con dureza, después de un corto tiempo de reflexión

—No, puedo ir sola en poco tiempo— aseguró ella

Ivonne se volvió brusca y hosca al responder una negativa hacía una escolta. Ivonne, que debería haber sido criada de la forma más preciosa y abundante que nadie en el mundo, parecía ser más una niña que esperaba una respuesta.

—Estoy bien, padre

Como si supiera, cómo se sentía, Ivonne sonrió alegremente al duque.

—Te daré un carruaje. No te obligaré a nada más que eso— aseguró, aturdido por la calidez que sentía en su mano

—Me lo llevo

—Asegúrate de volver antes del atardecer

Ivonne sonríe nuevamente, incluso cuando nota que Pennel desea intervenir, pero sabe que la magia negra que está dentro de su persona, ha hecho que el duque no le pueda decir que no.

Cuando salen de la habitación de la niña, el duque ordena a Pennel que prepare una salida para ella.

—Pennel— llamó de manera dura, cuando el recuerdo de una niña de cabellos magenta llegó a él —Pon a alguien para que la siga. Llama a un mago que pueda hacer magia de rastreo

Pennel asintió, ya se imaginaba lo que pasaría, por ahora, solo esperaba que la embajada estuviera a salvo, al menos eso lo había pensado, cuando de un círculo mágico.

—Lamentó la demora, padre


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𝐓𝐨𝐦𝐚 𝐌𝐢 𝐌𝐚𝐧𝐨 «𝐏𝐞𝐧𝐞𝐥𝐨𝐩𝐞 𝐄𝐜𝐤𝐡𝐚𝐫𝐭»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora