𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐓𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐍𝐮𝐞𝐯𝐞

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Penélope siente sus manos temblar. La mañana había comenzado muy bien a decir verdad, había sido despertada a una hora temprana y había escuchado a Emily sacar a su padre de la habitación, mismo que se quejo por estar siendo despojado de su propia recamara y solo ella pudo lamentarse.

—¡Lo lamento papá!— exclamó, mientras era llevada hacía el baño 

Escucha a su padre restarle importancia, para después escuchar la voz de sus abuelos y su tío. Aun no podía creerlo. En menos de un año, incluso en menos de seis meses, había pasado de ser la hija de reemplazo de la casa Eckhart, a ser la heredera Ducal de un imperio prospero, y ser la quinta en la sucesión al trono de otro. 

Siendo guiada hacía el baño, pronto, es comenzada a ser preparada para el baile de cumpleaños para Callisto y se siente emocionada, espera de corazón que le guste el esfuerzo que ella había puesto en los preparativos. 

—Hermana Penélope— llamó Athanasia de pronto, reconocía su voz, era un poco más seria que la de Jeannette, pero tampoco era que le importara—. Te dejamos tu vestido, espero te guste 

Penélope, quien estaba adentro del baño, miro a donde estaban Leah y Emily, estaba curiosa, demasiado a decir verdad, y más por como ellas dos se miraron.

—¿Qué es lo que están planeando?— interrogó ella, mientras sentía como sus largos cabellos eran peinados de manera suave 

—Nada— respondieron a coro, mientras se daban nuevamente una mirada y sonreían 

—Le he traído un poco de frutas, princesa— comentó con calma Sebastián, ingresando al baño

Las damas podrían haberse sentido intimidadas, pero no fue el caso, no cuando no hace mucho el mayordomo de cabellos negros; parecía ser más que nada un hermano y/o sombra alrededor. 

—Gracias Sebastián— sonrió ella, mientras le daba una alegre mirada y después, se acomodaba en la bañera de tal manera de poder ver al mayordomo—. Sebastián, ¿Sabes que esta planeando Athanasia respecto a mi vestido?

Sebastián tararea, es como si no supiera decirle, pero después de pensarlo un rato, sonríe.

—Su alteza, la princesa Athanasia, ha decidido que el vestido sea un tipo de regalo— aseguró con calma 

—¿Vestido? ¿No será acaso el del baile de hoy, verdad?— interroga Penélope, recordando las palabras de Athanasia sobre si ella y Callisto deberían de ir o no a juego—. Sebastián, ¿Crees que Athy nos vista a juego?

—No tengo una respuesta para darle— comentó el demonio de cabellos negros 

Miente, pero tampoco es que ella quiera interrogar más allá de lo esperado, de hecho, una parte de ella, ansia poder ir a juego con Callisto, pero otra, una voz en su cabeza que sonaba muy familiar, le decía que dejara de ser ridícula, que nadie querría ir a juego con ella.

Sebastián pronto estaba detrás de ella, masajeando con sus largos dedos; su largo y ondulado cabello, haciendo que se relaje, haciendo que incluso, se sienta más tranquila de lo que ya se podía sentir. Las manos de Sebastián eran demasiado agiles a decir verdad, incluso parecía ser algún tipo de experto para mantenerla de lo más tranquilamente posible sin problema alguno.

Mientras su cabello es trenzado y rociado con un delicado perfume de olores suaves; sus hombros son masajeados para quitar la tensión y su estomago es llenado por suaves frutas que no le harían hincharse, pero que si iban a estar apaciguando su hambre hasta que llegara el momento adecuado. 

—Princesa, la vamos a pasar hacía la camilla para que pueda reposar la mascarilla que le vamos a poner— comentó con calma Emily 

Penélope no sabe cuanto tiempo ha pasado, pero pronto, comienza a ser vestida por las hermosas telas, tanto intimas como formales, pero tiene una regla que cumplir. No alzar la vista. Así que lo único que puede hacer, es dejarles hacer, porque sabía que podía confiar en Emily.


𝐓𝐨𝐦𝐚 𝐌𝐢 𝐌𝐚𝐧𝐨 «𝐏𝐞𝐧𝐞𝐥𝐨𝐩𝐞 𝐄𝐜𝐤𝐡𝐚𝐫𝐭»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora