—No—murmuró tratando de liberar su rostro de su opresor—. No me importan sus planes. ¡Usted y sus planes pueden irse al demonio!
Ante aquel arrebato de valentía, el hombre la miró fijamente, ojos dorados, encontrándose con los castaños, en una lucha de voluntades. Un instante después, se apartó y sonrió, era una sonrisa macabra, que hizo a Rin temblar en su posición.
—¿Estás segura de que no quieres ser mi esposa, Rin?—era la primera vez que la llamaba por su nombre.
La jovencita detalló en lo suave que se escuchaba ahora su voz, muy contraria a la inicial imposición. Ante este hecho tragó grueso, pues no sabía lo qué significaba.
—¡Prefiero morir que casarme con usted!—dijo entonces.
El hombre nuevamente sonrió, haciendo que sus sentidos se pusieran alerta. Tenía algo entre manos, estaba segura.
—¿Segura?—insistió.
—Sí—repitió, alzando la barbilla. No sé dejaría amedrentar por ese sujeto.
—Es una pena—dijo entonces con fingido pesar.
Dicho esto, sacó un teléfono de su bolsillo y se dispuso a hacer una llamada.
—¿Tienen en la mira a nuestro hombre?—preguntó, su tono de voz mucho más firme.
Por alguna razón, el teléfono se puso en altavoz, haciendo que pudiese también escuchar la conversación.
—Así es, señor. Lo tenemos en mira, justo ahora.
—¿Pueden disparar desde su posición?
—Sí, directamente a su cabeza, si da la orden.
Ante aquella conversación tan perturbadora, Rin sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, no sabía quién sería la víctima, pero la sola idea de que alguien muriera la hacía sentir triste. Estuvo a punto de intervenir por la vida del extraño, pero se contuvo sabiendo que era eso lo que quería… quería coaccionarla.
—Mantente en línea—fueron las palabras del hombre antes de volver a mirarla.
Los dos se volvieron a mirar, pero esta vez Rin no se sentía tan valiente, por el contrario, se sentía angustiada, temerosa de lo que el demonio blanco tenía en mente.
—¿Recuerdas lo que te dije cuando llegamos a este lugar?
La jovencita recordó la disputa que tuvieron aquel día, la manera en la que le gritó que mataría a su padre y que también…
De repente, los ojos de Rin se abrieron con sorpresa, ¿acaso la persona a la que estaba a punto de matar era…?
—Lo que te dije de tu amigo, Rin. ¿Lo recuerdas?
—No se atreva—dijo entonces con su voz temblorosa y su corazón repleto de angustia.
—¿Y por qué no hacerlo, Rin?—siguió diciendo, mientras se acercaba a ella una vez más.
—Porque no… no puede…
—¿No puedo?—la instó a continuar, mientras se cernía sobre ella como una sombra que traía solamente calamidad.
—Por favor—suplico Rin con sus ojos cerrados y con lágrimas bañando sus mejillas.
—¿Qué quiere decir eso, Rin?—una mano se posó en su mejilla, estremeciéndola por completo.
—No lo entiendo—lloro aún más, cansada de toda esta situación. Ya no lo podía soportar un segundo más—. ¿Por qué quiere casarse conmigo? ¿Por qué?—insistió con dolor.
Rin lo sintió inclinarse sobre ella y su cuerpo se paralizó, al tiempo en que los labios masculinos se acercaban a su oído.
—Otra cosa que tienes que agradecerle a tu querido padre.
—¿Mi padre?
—Así es. Tu padre te condenó una vez más.
Dicho eso, se alejó, como si su cercanía no fuese más que algo que aborreciera, algo que no podía soportar.
—¿Me condeno? ¿De qué manera?
Sesshomaru bufó, el solo hecho de que pretendiera que le debía explicaciones, era algo que le fastidiaba por completo. ¿Acaso creía que estaba en condiciones de cuestionar?
—Dame tu respuesta, Rin—exigió con mayor ferocidad, su paciencia acababa de agotarse.
El teléfono del hombre volvió a estar en medio de los dos, como una señal de que debía tomar una decisión.
—¿Cómo sé que no está mintiendo? ¿Cómo sé que en realidad…?
Solamente quería saber si era cierto que tenía a su amigo en la mira, si era cierto que la persona que estaba a punto de matar no era otra que su guardaespaldas.
—Muéstramelo—ordeno al hombre en la otra línea.
Rin miró con dolor como la imagen de Kirinmaru apareció en el teléfono de ese sujeto. Su amigo, su querido amigo…
—Déjelo, por favor. No le haga daño—suplico entonces, completamente rendida ante sus designios, ante su plan malvado.
—¿Eso significa un sí?—le preguntó con sarcasmo.
La jovencita simplemente no contestó, no tenía caso decir nada más. Lo único cierto era que estaba condenada, condenada a ser la esposa de ese demonio.
El hombre antes de salir le hizo un gesto, ordenándole en silencio que recogiera el anillo. Rin lo hizo, sintiéndose completamente humillada y ante su mirada indolente, lo depositó en su dedo anular.
Luego de comprobar que todo estaba en orden, el hombre se fue dejándola sola y completamente triste…
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Yako
FanfictionYako era su nuevo nombre, el nombre que lo bautizo en aquel mundo plagado de muerte y de venganza. Tras la muerte de su familia, deseaba una sola cosa: hacer pagar con su sangre a su enemigo. Sin embargo, en su camino a la venganza, no contaba con...