—Estoy embarazada—anunció Kagura a Sesshomaru, entrando en su oficina y colocando sobre su escritorio dos pruebas de embarazo.
El hombre ni siquiera se detuvo a mirar los objetos que eran una clara evidencia de sus palabras, simplemente se limitó a decir:
—Deshazte de él—sus ojos dorados, fijos en los carmesís.
—Es tuyo—completó la mujer, esperando que cambiará de parecer.
—No me importa si lo es.
La respuesta fue una clara muestra de indiferencia, lo cual le hizo empuñar las manos a su costado con rabia.
—Pues debería importarte, porque es… ¡Tu hijo!—soltó lo último, sintiéndose frustrada.
—¡Sabes bien que no hay espacio para niños en nuestro mundo!—explotó Sesshomaru, dando un golpe seco sobre la madera del escritorio.
Kagura se echó hacia atrás ante su agresividad, pero no se acobardó.
—Pues lo siento por ti, pero tendrás que hacerle un espacio a nuestro hijo.
El hombre rodeó el escritorio con grandes zancadas y la tomó con fuerza del brazo.
—No querrás saber las maneras que se me ocurren para deshacernos de nuestro hijo—la amenazó en un tono cargado de malicia.
Los ojos de la mujer se llenaron de lágrimas, porque aquello no era algo que hubiese planeado. Simplemente sucedió.
—No te dejaré.
—Tú no decides nada—la corto furioso.
—Sesshomaru, tú sabes perfectamente cuáles son las consecuencias de…
—¡No! ¡Tú sabías que tenías que cuidarte!
—¡Esa no era solo mi responsabilidad!
—En este caso, sí. Era nuestro acuerdo—le recordó implacable.
—¡Pero falló! ¡Falló!
—Entonces le daremos solución—dijo, arrastrándola fuera de la habitación—. ¡Jaken!—rugió, haciendo que el hombrecito se acercará con pasos presurosos.
—¿Sí, señor?
—Agenda una cita para un aborto. Para hoy mismo—ordenó.
—¡Suéltame! ¡Suéltame!
Jaken se quedó boquiabierto por un segundo al escuchar semejante información.
—¡Es para hoy!
Su jefe le gritó, haciendo que reaccionara y se dispusiera a cumplir con su labor.
—De inmediato, señor—dijo un instante antes de escabullirse para realizar una llamada.
—¡No te dejaré! ¡No te dejaré!—forcejeaba Kagura. Pero realmente no tenía oportunidad contra el hombre.
Ella sabía bien de las condiciones de su relación, sabía que Sesshomaru no estaba dispuesto a tener hijos, ni ningún otro tipo de debilidad. Él vivía para el cumplimiento de un fin y nada más le importaba, pero entonces, una idea fugaz pasó por su cabeza atormentándola.
—¿Y si fuera ella?—le pregunto con voz amarga—. ¡¿Te estás cuidando siquiera con ella?!
—Es diferente—fue su simple y parca respuesta, la cual se sintió igual que una cachetada.
Kagura se quedó por un instante en silencio, procesando el dolor recién experimentado.
—¿Diferente en qué sentido?—esta vez su voz surgió baja, herida.
Pero no hubo respuesta a su pregunta, por más que pataleo y pidió por un poco de claridad, no la hubo. Lo único que tenía claro era que para él, su hijo no tenía derecho a vivir, pero el hijo de esa seguramente sí.
Cuando Kagura llegó a la clínica donde iba a ser realizado el aborto, ya se sentía lo suficientemente decepcionada como para exigir otra cosa. Lo único que deseaba era terminar con esto pronto.
Entraron en el consultorio y el doctor la revisó dándose cuenta de que el embrión nunca había llegado a crecer.
—Parece que se trataba de un embarazo ectópico—informó el especialista.
Ese día, regresó a casa con una gran cantidad de fármacos, que esperaban le hicieran una limpieza profunda. Porque, de lo contrario, debería entonces acudir nuevamente a la clínica y realizarse una cirugía.
—Kagura.
Sesshomaru la llamó cuando la vio entrar a su habitación con esos ojos intensamente rojos.
—¡No te me acerques!—chilló la mujer, cerrando la puerta de un golpe.
No solamente era la decepción que sentía la causa de su dolor, sino que el médico también había descubierto que debido a su aborto anterior y al mal estado de su útero, posiblemente ya nunca más podría llegar a tener un bebé.
—Esto es culpa de Naraku y de esa maldita—decía Kagura, mientras se retorcía de la agonía provocada por las pastillas.
Recordaba su tortura en manos de Naraku, cuando a punta de patadas la había hecho perder el hijo que él mismo había engendrado. Lo peor del caso, era que Sesshomaru había intentado hacer algo similar. Con la diferencia de que el hijo de Naraku ella no lo quería, pero este sí lo había deseado.
—Me tratas también como basura—lloró Kagura dándose cuenta de que la diferencia entre los dos era cada vez más mínima.
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Yako
FanfictionYako era su nuevo nombre, el nombre que lo bautizo en aquel mundo plagado de muerte y de venganza. Tras la muerte de su familia, deseaba una sola cosa: hacer pagar con su sangre a su enemigo. Sin embargo, en su camino a la venganza, no contaba con...