—Resultó más entretenido de lo que pensabas, ¿no es así?
—¿De qué hablas?
Kagura sacó el cigarrillo que tenía en la boca y soltó el humo al aire, despreocupada.
—De la hija de Naraku—contestó con desinterés—. ¿Todavía no te aburres de ella?
—Kagura, no querrás tener esta conversación de nuevo, ¿o sí?—la voz de su acompañante parecía cansada.
—Pues nunca está de más un poco de realidad—dijo mirándolo fijo, evitando escucharse muy afectada—. Créeme, ya me has demostrado lo importante que soy para ti.
—Sabes bien que ninguno de los dos lo quería.
—¡Habla por ti!
—De todas maneras ese niño no hubiese nacido, así que…
—¡No, claro que no hubiese nacido!—explotó finalmente, exteriorizando todo su rencor—. ¡Porque de haber estado vivo, lo hubieses matado tú!
—Ni tú ni yo estamos aptos para ser padres—contestó el otro, tajante.
—No, claro que no. Tienes toda la razón—concordó entonces—. ¡Los dos estamos demasiado podridos como para algo así!
Kagura volvió a meterse el cigarrillo en la boca y le dio una larga calada, mientras reflexionaba profundamente sobre sus actuales sentimientos.
«¿Qué sentía con exactitud?», se preguntó.
Por un lado, estaba la rabia de sentirse desplazada, de sentirse sin valor. ¿Pero no debería estar ya acostumbrada a eso? El tiempo en que estuvo con Naraku lo vivió, lo vivió de una manera intensa y dolorosa. Cada insulto, cada golpe, cada violación. Naraku la había destruido, se había llevado todo lo bueno y puro que en algún momento tuvo.
Pero luego había llegado Sesshomaru y él le había extendido la mano, la había tratado como su igual, le había jurado que se vengaría de lo que le hicieron. Y entonces, se había sentido de nuevo querida y protegida. Grave error.
“Estoy sucia”, le había dicho ella una noche, evitando que las cosas trascendieran.
Pero a él no pareció importarle su suciedad o quizás, solo al inicio fue así. Poco a poco se había recuperado y luego los dos se habían convertido en un equipo y en algo más…
Sin embargo, no era tonta, sabía que Sesshomaru nunca se enamoraría de ella, Sesshomaru no era un hombre que pudiese amar. Se lo había demostrado. Pero aun así, le gustaba sentirse de alguna forma especial. Especial al ser la única.
—Supongo que todo terminó—dijo dándose la vuelta, no quería seguir viéndolo a la cara —. Bueno, si es que acaso alguna vez empezó—bufo con ironía.
Kagura no pudo evitar sentir como sus ojos se humedecían, después de todo, no dejaba de ser solo una mujer con deseos de sentirse querida.
Pero entonces, mientras se mordía el labio tratando de contener un sollozo, sintió esos fuertes brazos que la rodeaban por la espalda.
—No me gusta que llores.
—Si te gusta, porque eres tú quien siempre me hace llorar—le dijo con voz temblorosa y simplemente lloró, dejándolo salir todo. Todo su dolor, toda su tristeza, toda su agonía.
¿Qué podía hacer? Las personas como ella no tenían derecho a ser felices, nunca lo tendrían. Esa era su realidad.
—Ya suéltame. Vete con ella—dijo después de un rato, alejándose y limpiando sus mejillas humedecidas. Tampoco necesitaba de su lástima, no la quería.
Sesshomaru la miró por un segundo y luego desvió la mirada. Había palabras que quería decir, lo sabía por su expresión, pero lastimosamente ninguna de ellas era un “te prefiero a ti”. Él nunca la preferiría, nadie la preferiría.
Y antes de que pudiese soltar alguna palabra de consuelo, que sabía muy bien que no le salían, prefirió irse y no escucharlas. Ya había hecho demasiado ridículo en una noche, no necesitaba exponerse más a semejante humillación.
De esa forma, Kagura caminó por el pasillo con la frente en alto, la mirada altiva, sintiendo como sus pasos eran firmes y seguros. Esa era su apariencia externa, una muy contraria a lo que realmente albergaba su maltrecho corazón, ese corazón que parecía sangrar en un silencio desolador.
Esa noche, soñó con sus extremidades atadas, soñó con golpes e insultos, soñó con el rostro de Naraku como el causante de todo su dolor. Pero también soñó con Sesshomaru, con ese Sesshomaru que la había desplazado por la hija del culpable de su sufrimiento. El mismo Sesshomaru al que nunca le importó.
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Yako
FanfictionYako era su nuevo nombre, el nombre que lo bautizo en aquel mundo plagado de muerte y de venganza. Tras la muerte de su familia, deseaba una sola cosa: hacer pagar con su sangre a su enemigo. Sin embargo, en su camino a la venganza, no contaba con...