Cap. 4.

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By Anna.

El cuerpo de Tom era el mismo de siempre, tan tonificado y delgado que no sabías cuanta fuerza podía llegar a tener.

A pesar de que vivíamos juntos y éramos novios, nuestra vida sexual había disminuido su intensidad notablemente. Últimamente, Bill parecía ser el único interesado en tener sexo conmigo, y Tom simplemente se mantenía al margen de nosotros, eso muchas veces me hizo pensar y creer que él había perdido el interés en mí, que mi cuerpo ya no le gustaba o que simplemente intentaba sacarme de su vida poco a poco, la idea me aterreba, pero a pesar de eso, no hacía nada para remediarlo o para evitarlo. Me daban tanto miedo sus reacciones, aveces me olvidaba de todo el tiempo que llevábamos juntos y me costaba acercarme a él y hablar mis miedos y abrirle mi corazón, cosa que con Bill se me daba muy fácil, pero con Tom era como si hubiera una enorme muralla que nunca habíamos logrado derribar.

—Ahí te va gatita. —Dijo ladeando una sonrisa burlona segundos antes de penetrarme.

Me gustaba tanto esa manera tan burra que tenía para hacerme el amor, siempre me había mantendido interesada en esa forma tan masculina y a la vez acalorada que tenía para comportarse conmigo.

—Dios. —Solté en una jadeo al sentir su masculinidad entrar de manera brusca y ansiosa. Se cargó sobre mi cuerpo y me afirmó desde los hombros para lograr las embestidas perfectas y poco delicadas que tenía para entregarme.

Estábamos completamente desnudos, sentía cada centímetro de su piel y si, definitivamente estaba sucio, veía los restos de grasa mecánica en sus brazos y su cuello, su olor personal se me mezclaba con los de aquel desagradable químico y eso le dio  a la escena algo de suciedad.

—Hueles a... tú trabajo. —Le dije un tanto ahogada al sentir su miembro entrar y salir de mi vagina.
Soltó una risita cerca de mí cuello y enderezó su cabeza para mirame.

—Soy un mecánico sucio y caliente gatita. —Dijo ladeando una sonrisa pícara. —¿No es excitante?. —Agregó en tono burlón.

— Lo es. —Determine sonriendo, y él volvió a embestirme con tanta violencia provocando que mi sonrisa desapareciera de mi rostro al instante y volviera a concentrarme en lo que me hacía.

No habíamos perdido el fuego, seguíamos deseandonos él uno al otro como el primer, día entonces pensé, ¿en qué momento nos habíamos alejado tanto, y cuál era la razón?.

Me aferre a su espalda arañando su piel, como una presa intentando defenderse de aquella enorme bestia que la atacaba, pero la gran diferencia era que esa presa en la que me había convertido, si quería morir en sus brazos.
La puerta se abrió de sopetón y mis pensamientos desaparecieron junto con las palabras que Bill soltó al entrar...

—Tom... ¿Anna está contigo?. —Bill aparecía de la nada en el momento menos indicado y no sé porqué motivo me alerte como si estuvieramos haciendo algo a sus espaldas.
Me escondí en el pecho de Tom como una boba y de inmediato pude notar la rabia y la frustración que Bill le generó a Tom.

—Largate Bill. —Le oí decir con la voz carrasposa y enfadada, no le miraba simplemente detuvo sus movimientos pelvicos y le habló con desinterés.

—Gustav y Diana ya llegaron. —Agregó Bill con una voz que me pareció dolida, ¿por qué?, ¿Por qué últimamente ambos se comportaban de esa manera tan extraña?.

—Ya voy Bill... no tardo. —Respondí sin poder mirarle a la cara y entonces me di cuenta que no solo ellos se comportaban extraños, también yo.

—Largate Bill. —Insistió Tom.

—Theo y Alice despertaron. —¡Pues ve con ellos!. —La situación se comenzaba a desontrolar y antes de que eso sucediera intente zafarme de los brazos de Tom y dije con la voz avergonzada...

Me enamoré de los Dos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora