Me Enamoré De Los Dos. Parte 2.

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By Anna.

El invierno había llegado en todo su esplendor y junto con él La Navidad. En todas las casas del barrio podían verse las lucesitas de colores colgadas en los techos, adornos coloridos en las puertas y en los árboles, niños jugando con la nieve y haciendo lindos muñecos con sus amigos.

Todas mis anteriores Navidades las había pasado en mi departamento sola, mis Padres habían venido solo en una ocasión y eso no había terminado muy bien, así que para mí está Navidad sería la primera vez que celebraria en familia.
Con Bill habíamos adornado juntos el arbolito en la sala y también nos habíamos encargado de decorar la fachada de la casa.
Charlotte había comprado regalos para todos y Diana, Gustav, y Georg también vendrían a pasarla a nuestra casa... Nuestra casa... Ya me había acostumbrado a llamarla así, ya habían pasado casi dos meses desde que me había venido a vivir aquí y la verdad no extrañaba para nada mi departamento, vivir con Bill era lo mejor que podía pasarme.

Respecto a Tom... Él no estaba, Tom se aparecía pocas veces por la casa, y cuando lo hacía no hablaba con nosotros, se había vuelto una persona distante y la verdadera razón de su cambio tan drástico era que había vuelto a los negocios con su Padre, había vuelto a consumir drogas, se perdía en las calles borracho y tenía peleas a menudo... Los trabajos que realizaba para Jorg siempre terminaban en grandes peleas y con Tom malherido.

Entre nosotros, Ya no éramos nada... Tom simplemente se había alejado de mí y aunque yo había sufrido muchísimo al comienzo, había terminado por aceptarlo.
Charlotte se negaba a creerle, Bill me decía que era imposible, qué algo más había pasado, qué Tom seguía amándome y que Jorg tenía la culpa de todo, pero a mi me costaba creer que eso era verdad, Tom no me miraba, no me deseaba, me ignoraba por completo y lo que yo realmente creía, era que Abigail tenía algo que ver. No habíamos vuelto a saber nada de ella, y eso era lo más extraño de todo, qué se hubiera hecho aún lado después de demostrarnos qué seguía interesada en Bill y en Tom.
Tal vez Tom había vuelto a caer en sus redes, de seguro seguía enamorado de ella y ahora al fin podían estar juntos.

Cuando llegó la noche, Charlotte intentaba desconectar su preocupación por Tom, y realmente estaba haciendo un esfuerzo gigante por disfrutar de la cena y de la celebración Navideña. Bill por otro lado no paraba de mirar su móvil, de seguro le enviaba mensajes a Tom para asegurarse de que estaba bien.
Todas las familias estaban reunidas en sus casas, compartiendo felices y unidos, pero a nosotros nos faltaba Tom, nuestra felicidad no estaba completa.

Diana intentaba animar el ambiente con sus bromas y Georg le seguía la corriente, reímos en ocasiones, pero la verdad nada era lo mismo sin Tom, faltaban sus bromas, su risa contagiosa, sus chistes de mal gusto, su humor negro y alocado que todos en algún momento odiabamos, pero ahora lo extrañabamos con todas nuestras fuerzas.

Después de cenar nos acercamos a la sala para abrir los regalos, el árbol estaba repleto de ellos... Recibí obsequios de todos, incluso Gustav y Georg me regalaron también. Bill me dio muchísimos, desde preciosos vestidos, maquillaje y lindos zapatos, hasta libros y una laptor personal.

El ambiente era cálido, nos habíamos tirado en el piso sobre la alfombra de felpa con Bill y estábamos abriendo nuestros obsequios y disfrutando del calor de la chimenea, Charlotte trajo vino para beber y cuando estábamos bebiendo escuchamos los villancicos afuera... Bill se puso de pie exaltado y me jaló del brazo para que fuera con él hasta la terraza, todos salimos apresurados de inmediato para disfrutar de ese bello momento que un grupo de personas preparaba con tanto cariño cada Navidad.

Estaba nevando, caía muchísima nieve, eran más de las doce de la noche, pero la ciudad estaba muy iluminada con todas las luces navideñas que la decoraban... Al salir, la preciosa melodía de los villancicos se escuchó con nitidez, todos habían salido de sus casas para observar, incluso pude ver a Erica con su familia de enfrente, que en más de una ocasión me observó con su mirada altanera y envidiosa. Pero no cabía el odio en ese día, al menos no para mí, así que la ignoré por completo y me concentre en disfrutar de los villancicos...

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