Cap. 14.

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By Bill.

—Hola Anna. —Estaba tan sorprendida de vernos que ni siquiera se movía.

—¿Podemos pasar?. —Le preguntó Tom con una sonrisa en la cara. Pero Anna no respondió, seguía mirándonos cómo si fuéramos dos estúpidos fantasmas.

—Diblos Gatita, hace muchísimo frío aquí fuera, no te quedes viéndonos con esa cara de boba y déjanos pasar. —Le di un codazo en las costillas para que cerrara la boca y me miró con desagrado, no sé como lo hacía para tener ese comportamiento tan desinteresado, como si no pasara absolutamente nada y todo entre ellos estuviera de lo más normal, yo por mi parte, estaba echo un manojo de nervios.

—Yo... lo siento, soy... —Ni siquiera hablaba con coherencia, pero nuestra adorada suegra apareció en ese momento haciendola espabilar.

—¿Quién era, Anna?. —Le preguntó, pero al vernos detrás de la puerta se detuvo.

—¿Ustedes? Dios... Lo único que me faltaba. —Se afirmó la cabeza con ambas manos y Tom se echó a reír.

—Buenos días Señora, también nos da gusto verle. —La postura de Tom con manos en los bolsillos y su sonrisa odiosa, molestaba a cualquiera.

—¿Cuándo... Cómo...?. —Dijo Anna en un balbuceo.

—Hoy, ahora, aquí, toditos para ti. —Tom estaba haciendo un esfuerzo enorme por que Lilian nos echara a patadas.

—Mamá... Necesito hablar con ellos un momento a solas, ¿Nos permites por favor?.

—¿Es en serio Anna?. —La Señora estaba roja de la furia, no le caímos bien y de seguro ahora que sabía que éramos los Padres de sus nietos, nos odiaba más.

—Diez minutos Anna, ni un solo minuto más, tienes que ir a tu trabajo y yo al mío, no me moveré de ésta casa hasta que esos muchachos se larguen. ¡Y recoge ese desastre!. —Con Tom nos miramos de reojos y él apretó los labios para no echarse a reír otra vez.

—Muchas gracias Señora Lilian. —Le dije con amabilidad, pero me ignoró por completo y salió de allí para subir las escaleras.

—Pasen. —Anna Nos abrió la puerta por completo y con el pie, quito de nuestro paso los restos de loza del piso.

—Con su permiso Señorita, fu-gi-ti-va. —Tom se atrevió a robarle un beso al pasar por su lado y Anna se ruborizo hasta el pelo. Cerró la puerta y sin ser capaz de mirarnos, avanzó hasta la sala en donde nos indicó con la mano el sofá para sentarnos.

—¿Dónde están Alice y Theo?. —Le pregunté.

—Arriba, siguen dormidos. —Contestó.

—Bien, ve por ellos, empaca y volvamos a casa. —Tom era el Rey de los idiotas. Anna lo observó con asombro y titubeo para responder.

—Tom, cierra la boca quieres. —Comencé a acercarme lentamente y ella se me quedó viendo asustada.

—Anna, Tom y yo vinimos porque queremos hablar contigo, tal vez no podamos ahora, tú Madre nos ha dado poco tiempo, no quiero desobedecerle, ésta es su casa, pero tal vez podríamos ir afuera, platicar en calma ¿Te parece?. —Cuando llegué a su lado se paralizó, estaba tan a la defensiva, tan distante, que me dolió el pecho su actitud.

—Detente ahí Bill... hablaré con ustedes pero... No hoy. —Tom lejos de ser paciente, comenzó avanzar también y se paró detrás de su espalda. Anna al sentirse acorralada por ambos comenzó desesperarse, realmente me parecía una reacción insólita, éramos sus hombres ¿qué mierda le pasaba?.

—Deben... Deben irse. —Intentó zafar, pero Tom volvió a acorralarla obstruyendo su paso.

—¡Eheh! No tan rápido Gatita. —Sabía que las actitudes de Tom eran burras, pero en mi desesperación porque nos escuchara, decidí seguirle el juego.

Me enamoré de los Dos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora