*Capítulo 13: Enigmas y Susurros en la Biblioteca**

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La biblioteca de Valneblina se había convertido en nuestro cuartel general, un laberinto de libros y secretos donde Sofía, Tomás y yo, Lian, buscábamos desentrañar el misterio que envolvía al pueblo. Las pistas que Don Ernesto y Marco nos habían proporcionado estaban esparcidas sobre la mesa, formando un tapiz de teorías y conjeturas.

Tomás, vencido por el cansancio de las largas horas de investigación, había sucumbido al sueño, su respiración tranquila un contrapunto a la tensión que flotaba en el aire.

Sofía y yo continuábamos trabajando, aunque nuestros movimientos eran más lentos, más reflexivos. "Estamos cerca," susurró ella, su voz un hilo de determinación en la quietud de la sala.

"Lo sé," respondí, mirándola a los ojos. "Gracias a ti, a tu inteligencia y coraje."

Ella sonrió, y en ese momento, la conexión entre nosotros era palpable. "Y tú, Lian, con tu pasión por la verdad y tu valentía," dijo, acercándose a mí.

Nuestras manos se encontraron sobre la mesa, entre las pistas y los documentos, y por un instante, el misterio y el peligro parecían lejanos. "Sofía, no sé qué haría sin ti en todo esto," confesé, la sinceridad de mis palabras colmando el espacio entre nosotros.

Ella apretó mi mano, su mirada cálida y firme. "Juntos resolveremos esto, Lian. Juntos."

El silencio que siguió fue un acuerdo tácito, una promesa de apoyo mutuo en la búsqueda de la justicia. La biblioteca nos envolvía en su abrazo, testigo de un momento de calma en la tormenta.

Con renovada energía, volvimos a las pistas, decididos a poner fin al ciclo de violencia que acosaba a Valneblina. Y aunque el camino por delante estaba lleno de sombras, sabíamos que juntos podríamos encontrar la luz.

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