Valneblina

**Capítulo 34: Encuentros en la Penumbra**

La habitación del hospital estaba en silencio, salvo por el suave pitido de las máquinas que rodeaban a Tomás. Valeria, sentada a su lado, le tomaba la mano, buscando en su tacto alguna forma de consuelo.

"¿Cómo te sientes?" preguntó Valeria, intentando sonar más fuerte de lo que se sentía.

"Como si me hubiera atropellado un tren," bromeó Tomás débilmente, intentando aliviar la tensión.

Fue entonces cuando Lian entró, su rostro era un lienzo de preocupación y miedo. "Tengo que contarles algo... sobre mi padre."

Valeria y Tomás intercambiaron miradas de sorpresa y confusión. "¿Qué pasa con él?" preguntó Valeria.

Lian sacudió la cabeza, su voz apenas un susurro. "Encontré una de las máscaras del culto en su auto. No sé qué pensar."

Tomás se incorporó, su expresión ahora seria. "¿Crees que... él podría estar involucrado?"

Antes de que Lian pudiera responder, su teléfono vibró. Un mensaje de texto del número desconocido: "Acepta tu destino." Lian, con la desesperación marcando cada línea de su rostro, pidió un encuentro.

La cita fue en el viejo puente al sur de la ciudad. La figura que lo esperaba era una sombra entre las sombras, su identidad oculta tras una máscara.

"Sofía morirá, y luego otros seguirán," dijo la figura con una voz que no dejaba lugar a dudas.

Lian sintió cómo las lágrimas de impotencia brotaban. "Por favor, no le hagan daño."

"El sacrificio será después de la medianoche en dos días," continuó la figura enmascarada, impasible.

En ese momento, el teléfono de Lian sonó. Era su padre. "Tenemos una pista," dijo con urgencia.

Sin perder un segundo, Lian corrió hacia la estación de policía, su mente un torbellino de emociones y sospechas.
Secretos entre Libros y Sombras*

Lian llegó a la estación de policía con el corazón en un puño, esperando encontrar alguna respuesta que lo llevara a Sofía. Su padre estaba allí, con una dirección anotada en su libreta.

"Creo que podría estar aquí," dijo su padre, mostrándole la dirección.

Juntos, se dirigieron al lugar indicado, pero al llegar, una ola de desilusión los golpeó. No había rastro de Sofía.

De vuelta en casa, Lian repasó todas las pistas una y otra vez, hasta que una idea se encendió en su mente: la biblioteca. No había buscado allí.

Corrió hacia la biblioteca y, al llegar, se encontró con Trini, una compañera de clase. "Mis padres han estado actuando extraño estos días," le confesó Trini. "Los seguí hasta aquí, pero los perdí."

"¿Entraron a la biblioteca?" preguntó Lian, su mente trabajando a toda velocidad.

"Sí, pero no sé a dónde fueron después," dijo Trini, antes de despedirse y marcharse.

Solo en la biblioteca, Lian recordó una canción que su abuelo le había enseñado, una canción sobre un pasaje oculto. Cerró los ojos, tarareando la melodía, y como si las notas activaran su memoria, recordó cómo acceder al lugar secreto.

Con un empuje firme en un panel disimulado entre los estantes, una sección de la biblioteca se abrió, revelando una escalera que descendía a la oscuridad. Sin dudarlo, Lian tomó una linterna y comenzó a bajar, decidido a descubrir la verdad y salvar a Sofía.