*Capítulo 21: Recuerdos y Revelaciones**

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Sofía se encontraba sentada en el viejo columpio del jardín de su casa, el mismo que crujía con cada movimiento desde que era niña. Mientras se balanceaba lentamente, su mente viajaba al pasado, a un día nublado que había quedado grabado en su memoria: el funeral del abuelo de Lian.

Era una niña entonces, pero recordaba claramente la imagen de Lian, un niño de ojos tristes que intentaba contener las lágrimas mientras la gente murmuraba condolencias. Ella había querido acercarse, decir algo, pero las palabras se habían perdido en el camino. Desde ese día, algo en su corazón se había encendido hacia él, una chispa de amor que con los años se había convertido en una llama inextinguible.

La primera vez que Lian había ido a su casa fue un día de verano, cuando los jardines estaban en plena floración. Sofía lo había presentado a sus padres, quienes lo recibieron con la calidez que caracterizaba a la familia. Valeria, siempre la protectora, había examinado a Lian con una mirada escrutadora antes de ofrecerle una sonrisa cómplice.

"¿Recuerdas ese día, Lian?" preguntó Sofía, sacándolo de sus pensamientos.

Lian sonrió, la nostalgia iluminando su rostro. "Cómo olvidarlo. Tu madre me ofreció el pastel de manzana más delicioso que he probado."

Sofía rió. "Era su especialidad. Siempre decía que un buen pastel podía hacer que cualquier día gris pareciera soleado."

El recuerdo de la madre de Lian, una mujer de voz suave y presencia reconfortante, trajo consigo una sombra de tristeza. Ella había fallecido cuando Lian era apenas un adolescente, dejando un vacío que nada podía llenar. Su nombre, **Elena**, era sinónimo de bondad y fortaleza en la memoria de todos los que la conocieron.

"Mi madre siempre creyó en encontrar la luz, incluso en la oscuridad más profunda," dijo Lian, su voz cargada de emoción. "Y eso es lo que intento hacer ahora, por ella, por todos nosotros."

Sofía se acercó a Lian, su mano buscando la de él. "Y la encontrarás, Lian. Porque esa luz vive en ti, en tu determinación, en tu valentía."

Juntos, en el columpio que había sido testigo de tantos veranos, Lian y Sofía compartían no solo recuerdos, sino también la promesa silenciosa de enfrentar juntos los desafíos que les esperaban. La historia de Valneblina aún tenía páginas por escribir, y ellos serían los autores de su propio destino.

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