*Capítulo 37: El Enfrentamiento en el Molino**

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El viejo molino se erguía como un testigo silencioso de los secretos que estaba a punto de revelar. Lian, con la determinación marcando su rostro, esperó a que los enmascarados llegaran. Uno a uno, se presentaron, más de diecisiete, una multitud que parecía extenderse como sombras entre las ruinas.

Cuando se quitaron las máscaras, Lian sintió cómo el suelo se desvanecía bajo sus pies. Eran los padres de sus amigos, su propio padre, y algunos de sus compañeros de clase. El líder, su padre, se adelantó con una autoridad que Lian nunca le había visto.

"Los sacrificios," comenzó su padre con voz resonante, "son el pilar de nuestra comunidad. Desde tiempos inmemoriales, hemos mantenido el equilibrio, la prosperidad de Valneblina, a través de estos actos sagrados. No son meras muertes; son ofrendas para asegurar nuestro futuro, para proteger lo que más queremos."

Lian fue sometido y atado, obligado a escuchar las palabras que retumbaban en el molino vacío. "Debes entender, Lian, que no es una elección. Es un honor, un deber que trasciende nuestra individualidad. Es el precio de la paz, del bienestar que tanto disfrutas."

Lian luchó contra sus ataduras, las palabras de su padre golpeándolo como olas furiosas. "¡Esto está mal!" gritó. "¡No hay honor en matar inocentes!"

Su padre lo miró, una mezcla de pena y firmeza en sus ojos. "Algún día lo entenderás, hijo. Algún día verás que todo lo que hacemos, lo hacemos por Valneblina."
**La Elección de Lian**

El padre de Lian se mantuvo impasible, su voz resonando en el molino abandonado. "Ninguno es inocente. Cada uno de nosotros ha pagado un precio, y cada muerte fortalece a nuestro pueblo."

Lian, con la mirada ardiente de convicción, enfrentó a la multitud. "Esto... esto no es más que un error ancestral perpetuado por el miedo y la ignorancia. Las costumbres que dañan a inocentes, los cultos que se esconden detrás de máscaras de tradición, son un error. No podemos seguir ciegos, sacrificando el futuro por un pasado que nunca debió ser. ¡Es hora de despertar!"

Hubo murmullos entre la multitud, pero el padre de Lian levantó la mano para silenciarlos. "Si no es Sofía, alguien debe tomar su lugar. Alguien que la ame y esté dispuesto a ofrecer su vida como sacrificio."

Lian sintió cómo el peso de la decisión caía sobre sus hombros. Amaba a Sofía, pero ¿cómo podría sacrificar su vida, sabiendo que eso perpetuaría el ciclo de violencia y muerte?

"Yo... yo no puedo ser parte de esto," dijo finalmente, su voz temblorosa pero firme. "No puedo elegir entre el amor y la vida, porque sin amor, la vida no tiene sentido. Y sin vida, el amor no puede existir. Debe haber otra manera."

Su padre lo miró, una mezcla de decepción y comprensión en sus ojos. "Entonces, debemos prepararnos para las consecuencias," dijo con solemnidad.

Lian asintió, sabiendo que había elegido un camino sin retorno, pero con la esperanza de que su decisión marcara el comienzo de un nuevo amanecer para Valneblina.

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