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Alcohol. Drogas. Música. Sexo. Sin. Control.

Miro mi reloj. Cuarto para las once. Para este entonces ya nadie esta sobrio. Absolutamente todos habían bebido cuando menos diez de aquellos vasos rojos. Yo me contaba en el contexto de "todos" pero mi cuota se reducia a seis. No bebería más de la cuenta.

Cuarto vaso; Quinto trago; Sexto minuto perdido; Septimo intento por hablar; Enésima vez que consultaba mi reloj. Catorce antes de las once. El tiempo se me va de las manos.

Por un segundo me pregunto si Amber había asistido a alguna fiesta así a mis espaldas; el solo imaginármela ebria o rozando su anatomía con la de alguien al azar me resuta inquietante. E imposible. Pero de igual manera me resultaba imposible creer que aquel chico fuera un asesino, y aquí estoy, persiguiendo sus huellas para mandarlo de cabeza al infierno.

No sé que tan encerrado estoy en mis pensamientos hasta que alguien golpea mi hombro sin delicadeza alguna y mi vaso termina estrellándose bajo mis pies. Me voleto a mi derecha y deseo regresar el tiempo para asi evitar chocar con sus ojos casi perversos.

Ropa demasiado oscura para pasar desapercibido a plena luz del día pero perfecta para desaparecer entre las sombras del Tellagio. Y luego de aquella analización volvía a la misma incógnita ¿Esconderse de qué o quién? Y resuelto eso ¿Por qué? Aparto la mirada de él y observo los pedazos de cristal en el suelo. No se a donde tengo que mirar, me da miedo alzar la mirada y encontrarme con algun fantasma, por que de antemano sé que eso ocurrirá. Sea con un fantasma o sea con Mitch Grassi. No veo la gran diferencia. Escucho un murmuro distante. Un eco sin sentido. Y no me molesto en lo mínimo para intentar entenderlo. Solo me concentro en contar los pedazos de cristal.

─¿Tienes un cigarro o no, idiota? ─supongo que he de haber estado lo suficientemente distraído como para que Grassi se cabreara por mi gran falta de atención. No encuentro mi voz y realmente ni siquiera la busco. Simplemente no intento responder tras su pregunta.

Le doy un trago a mi vaso y lo dejo sobre la barra. Culpaba al alcohol de su falta de respeto. Porque que creyera que yo fuera de su edad seria algo tonto.

Volvió a dirigirse a mi con un amistoso: ─Gracias por nada, imbécil.

Yo no fumaba. No lo hacia desde que Amber nació y por mero respeto no lo haría ahora, ni nunca pensaba retomar el habito, pero igual saco la cajetilla y se la tiendo. Aun no sabía la manera en la que debería de acercarme así que esa era una oportunidad que no podía desaprovechar.

La toma y la guarda en su bolsillo. La cabeza me palpita, los oidos me duelen y no me sentía con la fuerza suficiente como para elevar la voz para dirigirme hacia él. Las luces se vuelven aún más cegadoras y me siento en un vaivén constante que me causa nauseas. Necesito aire, pero me arriesgo a perderlo de vista y con ello perder su rastro. Podía morir allí mismo pero no me arriesgaría a perderlo de vista.

─Me hacía falta.─grita sobre la alta música y comienza a mover su cabeza al ritmo de las notas. No agradece. Solo saca un cigarrillo de la caja y lo enciende. Vuelve a guardar la caja y no hago ningun ademán para detenerlo. Inhala como si fuera oxigeno y exhala con calma extrema. Acción digna de alguien que lleva años en el vicio. Tomo un quinto vaso y lo trago todo de golpe. El liquido amarillento inunda mi garganta y la llena de ardor de manera instantanea.

Lo miro de soslayo. Yace placidamente sobre la silla con la cabeza ligeramente hacia atras. Inhala. Exhala. Hay una capa de humo cada vez más densa que nos separa.

─¿Eres nuevo por aquí? ─el tono que utiliza indica que es una afirmación, pero cuando alza sus cejas confirmo que es una pregunta.

─Claramente lo soy. ─mi voz suena más grave de lo normal y culpo al alcohol.

Lookin' for Mr(s) Grassi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora