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N/A: Si NO les gusta el contenido sexual, sigan bajando; después de los tres asteriscos * pueden leer y probablemente hoy en la tarde suba otro cap., en cambio, si son unas calenturientas, adelante. Disfruten.

No logro saciarme de sus labios y su cuerpo parece muy pequeño comparado con el deseo. El colchón cruje bajo nuestro peso y una leve brisa comienza a golpear el techo. Necesitaría otro par de manos para controlar la desesperación que se emana de cada poro de mi piel.

Echa la cabeza hacia atrás y un fino y agudo gemido brota de sus labios. Se escucha el sonido de algo metálico caer al suelo, pero lo dejo pasar. Compruebo que no es sencillo sacarle el cinturón ni los tejanos a otra persona, pero vaya que es excitante. No dejo de besarle hasta que es necesario y me parece absurdo tener que detenernos a respirar. Mitchell queda debajo de mí con sus mejillas sonrojadas y despeinado. Su respiración se entrecorta mientras sigo con la labor de quitarle sus tejanos. Mis labios exploran los suyos, su cuello y termino en sus marcadas clavículas. No me contengo y dejo en el camino un par de manchas rojas sobre su cuello; ninguno olvidará esto pronto y aquellas marcas cierran la promesa. Se aferra con fuerza a mis brazos mientras yo continuo. No sé qué haré, ni se lo que hago.

La luz de afuera está encendida, igual que el de la habitación en la que estamos y quisiera apagarla para que ni si quiera esa tenue iluminación sea testigo de algo tan íntimo, tan incorrecto y perfecto.

Pero me opongo a perder un segundo sobre su piel desnuda. Él solo yace sobre la cama con su única prenda: su ropa interior. Lo miro, contemplándolo de una manera indebida de la que nadie jamás se enterará y a una distancia demasiado corta. Siendo bañados por la escasa luz parece tan pequeño y delgado que casi temo romperlo, pero vuelvo a la realidad cuando sus cortas uñas parecen atravesar la piel de mis hombros. Muerde su labio con fuerza y sus ojos se cierran como si pudiera enjaular su éxtasis. Parece notar que me lastima y se suelta poco a poco. Me quedo paralizado cuando se gira y yo quedo bajo de él. Se sienta sobre mi abdomen y rodea mi torso con sus piernas.

─ Como un buen chico que eres, alza las manos sobre tu cabeza. ─ Ordena con la misma voz que utilizó en la cafetería. No lo hago porque sigo algo aturdido. Una sonrisa burlona e incitante se esboza en sus labios ahora rojos e hinchados. Con su fuerza me obliga a hacerlo. Siento su respiración chocar contra mi cuello y siento la sangre arder. Vuelve a morder mi oído, pero en cambio, ahora no me contengo ante mi debilidad y un grave y roco gemido me brota de la garganta. ─ Ahora, como un buen chico no te vayas a mover.

Saca mi camisa lentamente y se toma su tiempo para trazar los tatuajes con sus labios. Mis tejanos comienzan a lastimarme. Parece disfrutar de mi agonía porque se detiene. No me doy cuenta de que estoy cerrando los ojos con tanta fuerza hasta que tengo que abrirlos para ver qué ocurre.

─ Tienes que verlo. Si cierras los ojos me voy a detener ¿entendido, Scott? ─ siendo consumido por el calor, asiento. Escucho como lo que quedaba de ropa cae al suelo a un lugar que desconozco. Un espasmo me recorre en cuanto siento sus labios sobre mí, produciendo un placer que no puedo expresar de ninguna manera. No despegamos la mirada en ningún segundo y no cerrar los ojos me cuesta bastante. Mis brazos siguen estirados sobre mi cabeza y me aferro a lo que encuentro. Jadeos graves salen de mi garganta y me lastima oírlos, me jode tener que estar escuchando algo tan incorrecto. La brisa pasa a ser una tormenta demasiado agradable.

Llego al climax, no puedo evitar echar la cabeza hacia atrás y con un grito ahogado encorvar la espalda de puro placer. Cierro los ojos y para cuando los abro Mitchell ya se encuentra a la altura de mi rostro, de brazos cruzados pero sonriendo ampliamente sin mostrar sus dientes. Se acerca y separa mis labios con los suyos. Apenas y puedo moverme, pero de poder empujarlo, lo haría. Trago un sabor salado de consistencia viscosa. Él sonríe victorioso sobre mis labios y vuelve a besarme. Me siento realmente cabreado así que sin ninguna delicadez lo tomo por sus hombros y hago que vuelva a quedar bajo de mí. Me he de ver molesto porque su sonrisa se esfuma de golpe y parece querer fundirse en el colchón que tenemos debajo para desaparecer.

A su oído susurro algo irrepetible y escucho como traga con dificultad. Asiente cerrando el trato en silencio y hace exactamente lo que le ordené; su última prenda cae al suelo. Cae un trueno que corta la luz y sumergidos en la oscuridad me adentro en él. Gruñe algo que no comprendo. Sigo con un rítmico vaivén. El menor se remueve de vez en cuando, queriendo que pare y a la vez deseando que esto nunca termine -según entiendo en sus murmureos.-. Una fina capa de sudor nos cubre a ambos, pero ninguno parece darle importancia y la lluvia arrecia. Reprime sus agudos gemidos mordiendo su labio inferior hasta que ambos culminamos y no tengo fuerza para otra cosa que para desplomarme sobre él. Ahora son sus labios los que dejan marcas rojas sobre mi cuello. Salgo lentamente de él y lo último que recuerdo es que el menor se duerme sobre mí, con su cabeza contra mi pecho y, solo por si las dudas, lo sujeto con mis brazos, rodeándolo.

***

Algo aporrea la ventana con tal fuerza que temo que esta se rompa en miles de pedazos. La lluvia sigue arreciando y se escucha como el aire intenta fallidamente arrasar con todo. Supongo ponerme de pie pero algo me sofoca y no me puedo mover. Vuelvo la mirada a donde se encuentra lo que me detiene y se me hiela la sangre al ver a Mitchell durmiendo plácidamente, aferrándose a mí con fuerzas. Me siento aún más avergonzado cuando siento su calor en mis brazos. Lo rodeo con tanto cuidado, o miedo a que se aleje que parece algo patético. ¡Cómo me jode la idea de que yo también me aferro a él! Lo suelto poco a poco, cuidando de no despertarlo y consigo apartarlo de mí.

La oscuridad es más densa de lo que lo era antes y a tientas me dirijo a la cocina. Hacía tiempo que la necesidad de reñir conmigo mismo se había esfumado, pero ahora, estando en mi sano juicio, preparo una riña bastante desagradable.

« ¿Así te vengas del enemigo?»

«No sabía que esto iba a pasar. Ni siquiera sabía que vendría.»

«Entonces ¿Qué pensabas que hacías, idiota? ¿Acaso intentabas que se ahogara con tu pene?»

«Vete. Nadie dijo que esto fuera algo parecido a la venganza. Simplemente algo insignificante.»

« ¿En verdad fue insignificante para ti? Digo, mírate, apenas y puedes creer que follaste con Mitchell Grassi.»

« Ninguno lo recordará para mañana.»

«O claro, no lo recordara ni por despertar en tu cama, a tu lado. Ambos estarán desnudos para cuando despierten y al verse en el espejo los chupetes les darán algo de lo que hablar.»

«¡Largo! Cállate, déjame.»

«¿Perdiste el camino de viudo-busca-venganza? ¿Qué demonios pasa por tu cabeza? Deberías de haberlo matado tiempo atrás.»

«Nunca ha estado en mis planes matarlo. No aún.»

«Pues él se te adelantó.»

« ¿Qué?» Digo en voz alta con notable confusión. Sé exactamente lo que quiere decir, sin embargo me toma desprevenido y no lo creo. Deseo que la luz no haya regresado y aprieto el interruptor de la cocina. La luz se enciende para mi desgracia y compruebo lo que mi subconsciente me dice. Lo encuentro justo al pie de la cama. Mitchell duerme inmutablemente, abrazándose a la almohada. Se me va el alma a los pies y una enorme decepción me cierra la garganta. Aprieto el caballete de mi nariz, pero de cualquier manera se me rompe la voz. Minutos atrás había pensado seriamente en cancelarlo, en no asistir. Ahora, el juicio sigue en pie y nada hará que lo cancele. Si a él no le importó, no veo por qué me ha de importar a mí. Apago la luz y me quedo ahí, mirándolo entre sombras.

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Lookin' for Mr(s) Grassi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora