Día 7.

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No puedo dejar de consultar la hora. Cómo si el tiempo fuese a resguardarme de todo cómo un campo de fuerza.

1:10 A.M. Las chicas están dormidas gracias a la pequeña ayuda de los somníferos, los Grassi no hablan y la música de fondo es inquietante tanto por el ritmo como por la letra.

Tras el silencio analizo todo lo sucedido. Sigo sin saber quién es Susana Army, pero tomando en cuenta las identificaciones y los apellidos sé que se relaciona con ellos y más con Mitch. Erik va a querer matarme en un par de horas más. Siento odio hacia mí mismo. Comprobé que el menor de los Grassi también tiene ataques de pánico; o eso quiero creer.

Sigo con la mirada fija en el camino. Conduzco normal, imaginando que no tengo un arma pegada en la sien. Ya no les temo y dudo que en algún principio lo hubiera hecho. ¿Por qué he de temerles cuando el odio es dominante? Era mayor. Tenía más poder sobre ellos y el miedo no era un sentimiento que me supusiera ayudar.

─Toma el siguiente retorno y luego en la derecha vas a girar. ─ ordena Mitch. Leo el cartel que indica llevarnos a Maine si sigo las indicaciones de Mitch.

─ ¿Vamos a Maine? ¿Por qué ahí, quiero decir?...hay muchos más lugares en donde les pagarán mejor.

─Nadie ha pedido tu opinión. Ahora toma el retorno.

Asiento y cierro la boca. Quiero sacar mi pistola, apuntarles y mandarlos de cabeza a dónde deberían de estar pero la imagen viva de Beth refleja decepción y no podría borrar ese semblante con una simple indulgencia.

Tomo el retorno sintiéndome con suerte por seguir en el auto. Con vida. Al menos debo sentirme agradecido.

Unos minutos después miro por el retrovisor y veo que Dannie y Evvan duermen plácidamente sin un despertar próximo.

─Suelta el arma. Ya están durmiendo. ─comento bajo y sin molestarme en señalar a sus hermanos a las chicas. Hasta entonces me pregunto ¿Cómo habrán caído en su trampa? Y no sé si realmente quiera la respuesta.

─Claro. ¿Quieres que la cargue y te la entregue?

Reduzco la velocidad del auto y tomo el carril derecho. Podía hacer lo que quisiera ya que éramos los únicos que conducían hacia Maine. Las posibilidades de que la policía nos encontrara eran casi nulas y me alegraba tanto como me desagradaba.

Del bolsillo interior de mi chaqueta saco el arma y la agito enfrente de su rostro.

─De haber querido matarlos ya lo hubiera hecho. Pude haber disparado o volcado el auto y no he hecho ninguna de las dos. Vamos, baja el arma. Te vas a cansar.

Luego de un bufido baja el arma y se cruza de brazos. Las luces de Maine se ven a lo lejos, los edificios se extienden a lo alto y poco de ellos se iluminan; los demás han de estar abandonados o en obra negra y es que ese lugar no se caracteriza precisamente por su amplia población. Recibo la respuesta a mi propia pregunta; por eso quiere ir a Maine, entre menos personas, menos testigos y por ende los riesgos de que los atrapen son mínimos. Nos queda alrededor de una hora para llegar.

─Te ves cansado. ─ digo frenando completamente el auto, señalo la parte trasera y él solo ríe.

─Y a ti te ha de importar mucho. ¿No? Sigue conduciendo.

Eso de sus respuestas inconcretas y sarcásticas comienza a cansarme. Suelto el volante y me cruzo de brazos. Pudiera simplemente seguir conduciendo y así evitar una disputa, pero ya le había obedecido demasiado antes y esto de jugar a ver quién es el alfa ya me comenzaba a fastidiar.

─Tienes razón, no me importas. ─ sigo conduciendo a regañadientes.

No pasan más de quince minutos cuando percibo que soy el único consiente en el auto. Nuevamente reduzco la velocidad y me orillo, procurando revisar que nadie venga detrás. Me quito las gafas y froto mis ojos. No he avanzado nada. No he mejorado. El plan no avanza conforme debería. La frustración le sigue al enojo. ¿Cómo pasar de un rehén a alguien que les resulte útil? Hecho la cabeza hacia atrás y de reojo observo la postura de Mitch. Cruza sus brazos sobre su pecho  y mantiene la postura derecha, su cabeza apenas se inclina y no parece que duerme. Por las sombras que bailan sobre su cara aparenta mayor edad y se nota que su adicción por los cigarrillos se las está cobrando.

Lookin' for Mr(s) Grassi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora