Día 447.

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Cuento los segundos que transcurren procurando no mirar a la derecha. De soslayo lo miro; tiene su semblante adherido a mí y no se le ven indicios de apartar la mirada. El aire se corta y el corazón casi se me escapa del pecho. Intento prestar atención, pero sintiendo su mirada sobre mí me es algo imposible. Alex está sentado a mi izquierda. Parece tan nervioso como nosotros dos. Por su parte, Erik está sentado en el estrado testificando los riesgos que impondría el liberar a Mitchell, o al menos eso parece. Diez y cuarto. Me duele la cabeza.

─ He hablado con Erik. ─ comenta Alex sin apartar la mirada del estrado. Intenta parecer inexpresivo, pero su constante movimiento de pie dice todo lo contrario. Las gotas de sudor frío pegan el traje a mi piel. Ya no sé qué más hacer para disimular los nervios que me carcomen por dentro. No puedo esperar menos de Mitchell, él también ha de estar a nada de un colapso nervioso.

─ ¿La trae? ─ cuestiono. Asiente con la cabeza y aclara su garganta. Se yergue aún más sobre su asiento y acomoda los papeles que, segundos atrás, estaban perfectamente apilados enfrente de él. ─ ¿Le has dicho todo? ¿Estás seguro de que actué cuando sea su turno? ¿Y si no detienen esto a tiempo y...

─ Será más fácil si te calmas un poco, Scott. Tienes que estar firme si quieres que Mitch también lo esté. Respira un poco.

─Puede disparar a quien sea. Puede que no se haya puesto el chaleco. Puede que olvide lo que va a decir. ¿Quieres que siga? Creo que tengo suficientes razones para estar nervioso.

─ ¿Se lo has explicado? ─ dice, cambiando el tema.

─ Lo mejor que pude. No ha sido con tecnicismos, pero creo que ha quedado claro que está enfermo.

Se da por vencido y nuevamente vuelve a apilar los papeles. Las agujas del reloj pasan cada vez más lento. Me vuelvo hacía atrás; sus hermanos están en la penúltima fila, todos bien vestidos y atentos a lo que Erik dice. Les ha de ser difícil afrontar tantas verdades de golpe. Carolina y sus hermanitas están detrás de mí; la mayor parece inquebrantable; pocos saben por lo que ha pasado y lo fuerte que es. Me sorprende que apoye el plan, y a la vez me da miedo la manera en que las afecte. Annie nos observa, sentada en la última fila perdiéndose entre el mar de gente que nos rodea. La familia Tredford, entre otras que perdieron a algún familiar, lanzan miradas asesinas hacía Mitchell, quien sigue sin dejar de mirarme cada cuatro segundos. Alex me toma por la manga del traje para que no corra hacía él. Parece un pequeño asustado y eso solo logra preocuparme aún más. Tiene que verse convencido de lo que dirá para que le crean. Y yo debo de actuar rápido.

Alex lee angustiado uno de los apartados. Dejo pasarlo por un par de segundos, pero pico el anzuelo de la curiosidad.

─ ¿Qué ocurre? ─ Pregunto, mirando hacia el frente. De seguro nada bueno. Problemas. Joder.

─ Lo mandarán a un programa de protección de testigos. No van a creerle cuando testifique en su contra, nadie, más que él y tú, sabrán cuanto es verdad y cuanto otro es mentira. No irá a rehabilitación. ─ se vuelve hacía mí, con un semblante convaleciente. ─ volverá a someterse en estudios...no es seguro que logren curarlo en el hospital del programa.

─ Debe de ser una maldita broma... ─ maldigo entre dientes y aprieto los puños. Si antes el tiempo parecía avanzar cargado con plomo, ahora se me escapa de las manos demasiado deprisa.

─Scott, no tiene caso que sigamos con esto y lo dañemos...

─ No podemos detenerlo ahora. ─ interrumpo y le quito los papeles; si sigue leyendo más cosas malas va a encontrar y definitivamente no necesito más para que me ponga los nervios de punta.

Lookin' for Mr(s) Grassi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora