Día 52

204 18 18
                                    

El trabajo no se vuelve interesante pasados los días, si no que se vuelve rutinario y me llena de hastía. Pierdo nuevamente el contacto con Mitch, pero ahora eso me preocupa más de lo que debería. Cada noche revive el recuerdo y me asusta recordarlo como si realmente me hubiese gustado aquel contacto. Era tarde; Estábamos ebrios; Ninguno pensó lo que hacía. No significó nada para nadie en ningún instante. ¿Por qué le mostré el bosque tan a la ligera? Mi sagrario, el único lugar donde podía perderme por incontables horas cuando el mundo me harta. Ahora él sabe dónde encontrarme; sabe dónde quitarme la única cordura que me queda y sus labios saben la manera. Solo pensar en su boca me saca de mis casillas. ¿Qué le da tanto efecto al menor sobre mí, maldita sea? No he vuelto al bosque temiendo que mi propio fantasma me atormente con aquella noche. Temiendo que si vuelvo el deseo vuelva a encenderse. Porque es lo único que sucederá si voy de nuevo a ver aquellos altos troncos oscuros y a esa brillante nieve que puede hipnotizarte.

« ¿Te da miedo aceptarlo?»

«No hay nada que aceptar.»

«Tu corazón ahora late por alguien que no es Beth. Sino Mitchell, un hombre.»

«Nunca. Eso está mal.»

«Admite que no te importa si es correcto o incorrecto. Lo deseas. Te desea.»

«Como sea.»

Caigo dormido sin realmente intentarlo y sueño con una enorme habitación, una en donde me siento bien conmigo mismo y no he matado a nadie. Donde soy alguien bueno que no está cayendo en la tentación con un hombre incorrecto. Un sueño donde Amber está sentada al lado de Ryan y ambos hablan en débiles susurros apenas audibles. Todo es colores oscuros y no hay ninguna lámpara que ayude; tardo en adaptar mi vista a la oscuridad.

─ Él es malo, Amber. ─ insiste. No sé de qué hablan y no sé si puedo acercarme más para escucharlos.

─ ¡No lo es, entiéndelo! ─grita mi pequeña con más vida de la que tiene actualmente y en un intento fallido intenta reprimir el llanto. Cubre su rostro con sus delgados brazos y mueve la cabeza de un lado a otro, negando el argumento de su hermano. Su hermano también tiene el rostro mojado por las gotas saladas que caen de sus ojos.─ No es malo, Ryan. No lo es.

─Mató a muchas personas ayer. Es malo, Amber. ─replica con los puños cerrados.

─Mi papá no es malo…su trabajo es el malo. Las personas que lo rodean son malas pero él no es malo. Mi papá no es malo, Ryan. Él nos quiere mucho. ─ comprendo que no es un sueño sino una pesadilla. Una en la que estoy atrapado y sin salida. Los amo y ellos me temen.

─Él mató a mamá, Amber. ─ no me contengo y grito. Suplico que me escuchen, demando su atención y despierto demasiado agitado como para intentar reprimir el llanto. Fue mi culpa y no quiero aceptarlo. De no haberla dejado salir aquella noche no estaría así, ni aquí. No debí de haberla dejado salir tan de repente aquella noche, no cuando estaba molesto. Joder, es mi culpa. Todo esto. Absolutamente todo lo que está ocurriendo es mi culpa.

No sé qué día vivo, por no decir que la hora me parece un misterio imposible de resolver. Tengo que abrir las ventanas que dan a un horrible callejón sucio y lleno de basura para descubrir que no pasa de las dos de la tarde. Odio la vista. No es mi casa. No es mi cama. No es mi vida; estoy viviendo una prestada de alguien que está mortalmente confundido, alguien que no sabe sus propias preferencias, alguien que no sabe si la venganza tiene sentido a estas alturas. Simplemente alguien perdido en un mundo de personas que están seguras de lo que quieren.

Salgo a caminar sin ningún rumbo fijo, simplemente salgo y me pierdo entre la gente que hay moviéndose de un lado a otro sin abasto. No me cubren la vista gracias a mi estatura y casi parece que me burlo de ellos al caminar con la frente en alto. El día se ve demasiado nublado y nos anuncia a todos que la nieve no va a parar hasta que nos hartemos de ella. De cualquier manera no me quito las gafas de sol. Meto mis manos en mis bolsillos y agacho la cabeza al entrar a un Subway por algo de comida. Me acerco a la caja donde agradezco que no haya tanta gente y saco la billetera. Hay dos personas enfrente de mí que no hablan de otra cosa que no sea de problemas y me molesta tener que soportar sus quejas.

Lookin' for Mr(s) Grassi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora