Día 37

203 23 15
                                    

Me estoy volviendo loco. Las constantes charlas que tengo conmigo mismo lo afirman. Sigo con la rutina diaria; me despierto, voy a trabajar, salgo y me pierdo en el bosque, evito a los Grassi, evito a Erik, evito a Carlos, evito los casos, voy a dormir y vuelvo empezar al día siguiente. Sin embargo hoy no me molesto en ir al bosque sólo. 

Me mira confundido pero espero que entienda lo importante que es para mí mostrarle este lugar; lo mucho que me cuesta compartirlo con alguien más sin sentirme invadido y con la necesidad de darle un tiro en la cabeza. Desde hace días lo he estado ayudando en sus asaltos y supongo que hemos formado una amistad estable ya que otros cinco oficiales se agregan a mi lista de homicidios. Todos mis compañeros y ayudantes ahora están a veinte metros bajo tierra con una marca de bala justo donde su corazón está. Lo defiendo y le he salvado la vida ya incontables veces. Esta noche no llevo armas. No llevo nada con que defenderme en caso de que intente atacarme, porque se que no lo hará. Confió en él y él confía en mí. Supongo. Sin duda alguna me estoy volviendo loco. La noche brilla en una oscuridad singular.

─Mira por la ventana. ─ordeno cuando su mirada comienza a ser sofocante. Lo hace y de soslayo veo como una sonrisa lucha por hacer aparición. La sonrisa gana. Parece disfrutar la vista. Aparco donde siempre, tomo la mochila y bajamos.

La nieve tiene ocho centímetros de grosor y es difícil caminar. Nuestras pisadas son uniformes y el silencio cómodo a decir verdad. Un par de veces sus manos rozan torpemente las mías y su respiración se detiene un segundo más de lo debido. Le echo una mirada rápida; sus mejillas están encendidas. Parece adorable aunque lo recuerdo días atrás y esa idea desaparece. Seguimos caminando unos tres minutos más hasta que escucho una maldición de parte del menor. Reacciono justo a tiempo para evitar su caída. Se aferra a mi camisa y yo me aferro a su cintura, dejando caer la mochila a la nieve. Su rostro se acerca al mío más de lo que cabría desear y ahora es él quien me consigue intimidar con una rápida mirada hacía mis labios. Algo me hace sentir incómodo así que lo ayudo a ponerse de pie y a que recobre el equilibrio.

─Ten cuidado. ─digo y no hay respuesta de su parte. No le doy suficiente importancia porque ni siquiera llega a molestarme. Apenas me doy cuenta de que mi mano sigue sujetando su cintura y la dejo caer, rozando más de lo debido de su pequeña anatomía. Él me suelta y pasa su mano por su cabello, intentando arreglarlo.

Para cuando me doy cuenta Mitchell ya se encuentra sentado justo a mi costado. Nuestras rodillas están pegadas, pero a estas alturas de la noche y con la cantidad de alcohol que nos recorre, a ninguno nos importa demasiado. Ríe por algún chiste que ya forma parte de los susurros del viento y le sigo la corriente.

─Lo está. ─ Afirma y me pierdo. No se de que hablábamos dos minutos atrás. Sonrío y miro al suelo, como si la nieve me pudiese dar una pista. ─ ¿Qué hay de ti? 

Hago un sonido que muestra mi desconcierto y él lo entiende al instante.

─No me has dicho nada acerca de ti. ─muevo la cabeza para decirle que salte el tema. Que lo olvide porque no es agradable pensar en mi pasado, ni pensar en narrarlo en voz alta. Ni con todo el alcohol del mundo en mi cuerpo podría decir lo que fue de ellos. ─ ¿Familia? 

El anillo sigue bien puesto en mi dedo y olvido haberlo tenido. Lo miro por un minuto y lo quito de mi dedo, el cual tiene una línea de aspecto más pálido, como si el sol nunca hubiera besado antes aquella piel. Estoy a punto de olvidar que le debo una respuesta hasta que consigo decir:

─ Ya no hay familia de la que contarte. ─ ¿Por qué me molesta tanto decirlo? La ira no es exactamente lo que debería de sentir. Él nota lo que significa porque no hace preguntas al respecto; sabe que no se trata de divorcio así que lo deja. Escucho la risa de la luna, quien se burla de mí. ¿Qué demonios estoy haciendo aquí con él? Las estrellas solo nos escrutan a distancia y dejan que nosotros las miremos. Nadie sabe ubicarse a estas horas de la noche.

Lookin' for Mr(s) Grassi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora