Día 71.

158 18 2
                                    

Salgo del cuarto de baño secando mis manos con la misma toalla que me cubre de la cintura para abajo. Mitchell esta de rodillas, al pie de la cama, buscando algo con cierta desesperación, trae mi camisa puesta y le queda un par de tallas grande. Escucho que maldice varias veces. Aprieto la mandíbula y tomo algo de ropa para después volver al baño, evadiendo su saludo despreocupado. Salgo nuevamente del baño y me dirijo a la cocina. Él parece no haberse dando cuenta de mi presencia y comienza a lanzar los cojines en busca de su objeto. Sé que es exactamente lo que busca porque lo tengo en el bolsillo y nuevamente se me cierra la garganta al pensarlo. Mi falta de sobriedad no vuelve a nada más sencillo. Me comienzan a temblar las manos y me vuelvo más torpe de lo habitual; el vaso cae a mis pies. Mitchell se sobresalta y deja de buscar.

─Scott...─ dice con alivio. Se acerca sonriente y con disimulo sigue buscando. En cuanto huele el hedor del alcohol que emano su sonrisa se expande aún más. ─ ¿No es muy temprano para estar ebrio?

─ ¿Buscas algo, Mitchell? ─ ríe confundido, como si fuera una broma. Sabe que no bromeo y su sonrisa se torna en un gesto de pena. Aparta la mirada al instante y comienza a jugar con sus manos. ─ Te pregunté algo. Respóndeme.

Muerde su labio, pero no por ello deja de temblar con tanto nerviosismo. Cuando me devuelve la mirada su semblante está roto; cristalizado por las lágrimas. No hay más que indiferencia de mi parte; la sangre hierve nuevamente, pero de rabia y decepción.

─ ¿Buscas algo, Grassi? ¿Acaso tu asco por mi regresó por arte de magia? Anoche parecías haberte tragado todas y cada una de tus palabras. Me llamabas dormido.─ Se acerca a largas zancadas y se queda delante de mí, con lágrimas arrumbadas en sus ojos. Lo tomo por el cuello de la camisa y lo pego contra la pared. No logrará darme lástima, me repito incontables veces con tal de creérmelo. De mi bolsillo saco su arma, aquel objeto que cayó al suelo anoche antes de cometer un error tan grande. ─ ¡Maldita sea, responde!

─Eso es mío...Devuélvemelo.

─ ¿De quién es? ─un sollozo se escapa de sus labios y casi llego a sentir pena. ─ ¿de Jack Doyle o de Mitchell Grassi? ─titubeo tantas veces que pierdo el énfasis de mis palabras.

─Devuélveme eso. ─sus mejillas arden al rojo vivo. ─ Es mío, dame mi arma.

─ ¿Cuándo demonios pensabas decírmelo? ─ se encoje de brazos y titubea, como si mentir le estuviese costando trabajo. Está a punto de musitar una respuesta torpemente, pero le interrumpo. ─ ¿Antes o después de dispararme?

─ Yo...─ no dice nada más y se deja caer al suelo, rodeando sus rodillas con sus brazos. Apoyo mi frente contra la pared porque no veo ninguna otra manera de sostenerme para no caer. Todo da vueltas a mí alrededor.

─ ¿Si quiera pasó por tu mente decirme la verdad? ¿Lo pensaste tan si quiera?

Su silencio es respuesta suficiente, pero reafirma lo que yo ya sabía:

─ No.

Me reincorporo y echo la cabeza hacía atrás para que no se dé cuenta de que estoy a punto de desbordarme al igual que él. Guardo su arma en mi bolsillo y vuelve a parecer un niño asustado y molesto, a la vez, por no poder ganarme en su propio juego. Mira a la derecha, dejando a la vista su cuello, lleno de marcas que me llenan de desesperación. Qué no daría por arrancar la noche pasada y eliminar con ella esos pequeños recuerdos que tiñen su piel. Se pone de pie poco a poco, sin apartar su mirada de la mía en ningún instante. Se mira sumiso, patético y cualquier simpatía que antes pude haber sentido por él se esfuma.

«En dos días se acaba todo esto.»

«Lo sé.»

«En dos días estará en prisión.»

Lookin' for Mr(s) Grassi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora