Día 6

277 21 5
                                    

Caigo a un vacio que parece incierto.
Voy. A. Morir. Sigo cayendo, pero tampoco no intento evitar mi caida.

 Cierro los ojos. Ryan. Beth. Amber. Veo sus rostros antes de la caida. Ahí están. Congelados en el tiempo que los aleja cada vez más de mi, dejándolos día con día, más cerca del olvido. No quiero olvidarlos ni que me olviden. No quiero. Maldita sea, sus rostros se deforman mientras intento recordarlos. Entonces acude una imagen firme y definida de unas obres marrones, un cabello oscuro y unos finos labios bastante...deseables. Abro los ojos de golpe y el suelo al que iba a caer le crecen grandes picos de piedra. Moriré. Seguro que lo haré. Me asusto; no le temo a la muerte sino al único rostro que tengo presente y que de alguna manera enferma concidero atractivo. Mitch Grassi. ¿Por qué no puede quedar en el olvido como lo hace mi familia?

Todo aquello malo que he cometido comienza a atacarme con fuerza. Los crimenes que he cometido. Espero el perdón de parte de mi familia.

A tan solo centímetros de mi caida el panico se adueña de mi cuerpo. Me imagino el dolor que sentiré al esas piedras incrustarse en mi.

Y despierto.

Gotas de sudor frío recorren mi espalda. Por primera vez en mucho tiempo siento miedo y me siento perdido y sin pista alguna para salir de este infierno. Siento otro ataque de pánico comenzando a crecer.

El teléfono suena y me parece un sonido que aturde. Contesto sin ver quién es.

-¿Diga?- contesto forzando mi voz a sonar tranquila.

-¡Scott!- gruñe quien quiera que sea el que está al otro lado del teléfono. -Te quiero ver en media hora.

-¿Erik?

-¡Que va! ¡Soy tu novio, Mitch! ¿Es que aparte de ser un bastardo eres un idiota? Claro que soy Erik, jodido cabrón.-si usaba tantas maldiciones en tan pocas oraciones eso definitivamente significaba que: a) ya se enteró de su error y b) me está culpando a mi por haber disparado.- En media hora te quiero ver en mi oficina. Un minuto tarde y juro que la bala va a terminar en tí y no será nada bonito ni cómodo.

-Bien.

Sin decir más bajo las escaleras, tomo mis llaves y salgo de mi casa. Si pongo música eso supone distraerme un poco y esome mantendrá ocupado por lo menos hasta llegar a su oficina.

No sé si mirarlo a los ojos, si irme, si  quedarme, si responder, no sé que hacer.

Haber dejado que aquellas rocas culminasen con mi vida hubiera sido mejor.

Pero aquí estoy. En la oficina de Erik, más pulcra y fría que nunca, mientras me echa en cara que la bala pudo haber dado justo en la pared y no en su craneo. Siento ganas de echarme a llorar en el suelo por el asco y la desesperación que me comen por dentro.

-¿Qué ocurrió?- dice cruzado de brazos en su asiento. Me mira con seño fruncido y de vez en cuando aprieta sus labios.- Ni siquiera quiero saberlo, pero tengo que. ¿Qué pasó por tu pequeño cerebro? El plan era que escaparan, lo  torturaras en busca de respuestas, una bala derecho al craneo ¡Al de Grassi no al de mi mejor agente, imbecil! y ¡Zaz! Todo se arregla.

- Tu parte del plan incluía dejar la puerta trasera libre...¡Entré en pánico! Nunca vimos las posibles fallas. Fue tu culpa. Fue un maldito error de tu parte, uno grave, Erik.

-¿Mía? Yo no recuerdo haber matado al agente Lowren. - dice sin parpadear, sin parecer alterado. Indiferente pero ardido. Miro al suelo en busca de algo para distraerme, pero enseguida suelta un suspiro amargo y frustrado.- A demas ¿Qué le pasó a tu cabello? Y esos lentes y la barba...Dios. No te comprendo.

Lookin' for Mr(s) Grassi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora