Día 18.

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─¡Mitchell!─ grito antes de salir volando por los aires. El sonido es ensordecedor y el dolor que siento apenas me permite respirar. Veo puntos brillantes por todos lados y un líquido espeso y caliente me recorre todo el costado derecho del rostro. Me obligo a abrir los ojos porque quizás este sobre la siguiente bomba que hará explosión y no me puedo dar el gusto de morir hoy. Comienzo a toser por el humo. No soy consciente de que grito su nombre real halsta que no tengo respuesta de él. No le llame por Theo y eso no me beneficia mucho.

Hay escombros por todos lados, volando por los aires, en el suelo, cubriendo unos cuantos cuerpos inconscientes -o muertos- quemados y otros solo hechos pedazos. Lo que antes era la prisión de Maine ahora son unas cuantas paredes quemadas y destruidas. Todo mundo está bajo los efectos del gas somnifero que Mitch puso en el conducto de ventilación media hora atras, a excepción, claro, de los que yacen muertos por las bombas. Al parecer eso de "Procura no salir volando" no era literal puesto que si no me cuido las espaldas volveria a salir volando.

Otra explosión a solo unos metros de mi. Sigo aturdido e inmóvil pero me cubro la nuca con ambos brazos y unos ladrillos me golpean la espalda. Me doblego del dolor y gimo. El calor es abrasador y mis extremidades se duermen dejándome completamente inmóvil. El llanto me brota por la garganta pero no hay lágrimas, sólo hay dolor. Hay otro ruido aparte de la explosión que me sigue aturdiendo. Un ladrido. Uno tras otro, tras otro y no paran. Si son ladridos hay perros cerca y si hay perros cercas por lo menos hay dos escuadrones de Policía detras de ellos. El pánico me da fuerzas para ponerme de pie pero justo cuando me acerco los ladridos cobran sentido y se convierten en una palabra.

─¡Joe!

No respondo. No encuentro mi voz. Y él insiste:

─¡Joe! ¡Vámonos!

Sigo su voz hasta ver su pequeña sombra acercarse. Con suerte no escucho mi llamado a su nombre real, con mucha suerte la bomba cubrio mi llamado. Me acerco y distingo otra sombra que se conecta la de Mitchell. Sigo acercándome con pasos torpes y lentos. El pánico se espabila y vuelve la debilidad. Estoy a tres metros de él cuando me encuentra y la otra figura se desploma sobre el suelo en cuestión de segundos. Es su hermano. La maldición que Mitchell suelta tras llamarlo por su nombre falso lo confirma. Un pitido leve se escucha a lo lejos. Me acerco mas a ellos y el gesto que hace al verme me sorprende. Preocupación por todas sus facciones al ver la sangre por todo mi rostro y mi ropa hecha tirones. Parece un niño que ve asustado a su amigo con un moraton. Otro pitido pero a nadie le importa.

─Estoy bien, Theo. ─digo y él parece volver a la realidad. Me mira con desdén y da una patada al cuerpo de su hermano.

─Levantante, idiota. No tenemos tiempo para arrastrarte.

─ Debemos de irnos ahora o mandarán a toda la policía.

Me echo a su hermano al hombro y busco una salida, aunque resulta ridículo puesto ya no hay paredes de pie. Otro pitido y el ritmo se acelera. Uno tras otro.

─¿Cuántas bombas han sido?

─Instalé siete... ─responde, aparentemente el pitido tambien le esta sacando de sus casillas. Reconozco este punto exacto de la prisión, justo dónde fue instalada la última bomba y veo al rededor. No hay tantos daños como en el resto del perímetro. Cuento mentalmente las explosiones. Una (la que nos abrio paso a la prisión) dos, tres (las que abrio la puerta de los presos donde su hermano se encontraba) cuatro, cinco, seis. (Sali volando con una de ellas, la otra me golpeó con ladrillos y escuché otra a lo lejos) Falta una. La que se encargaría de deshacerse de los mirones una vez que nosotros hubiesemos escapado.

Y estamos parados justo dónde los pitidos se vuelven tremendamente agudos y continuos, listos para dar paso a una explosión. Mitch parece no reconocer el lugar y no comprende porque me pongo tan alerta. Ahora es un sonido continuo y alto.

Lookin' for Mr(s) Grassi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora