Dia 2.

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No es la lluvia helada, ni el aire lo que me lastima; es el hueco que me hace sentir solo. Tanto la soledad como compañía comienza a ser asfixiante.

No me tomé la molestia de realizar un funeral digno de ella porque no habría nadie a quien realmente le importara. Ahora me encuentro con varias personas, bajo la lluvia. El día había comenzado mal y aparentemente así iba a acabar. Todos sostienen un paraguas sobre sus cabezas, excepto yo. Estar mojado por la lluvia y tiritando del frio me ayuda a concentrarme en el ardor de mi piel y no en Amber. No sé si lloro, no sé si alguien más lo hace. Realmente no le tengo cuidado a ese pequeño detalle. Me preparo para irme; ya no podía soportar las miradas llenas de lástima que todos me lanzaban, ni los “lo siento, tanto” o demás comentarios estúpidos que suponían traer a mi hija de vuelta. No funcionaban para otra cosa más que para cabrearme.

Erik y su familia me esperan a la entrada del cementerio. Me doy prisa a despedirme de todos y me pongo a cuclillas al lado de la lápida pulida. Es blanca y sencilla, tiene su nombre y al leerlo siento que ella lo susurra a mi oído. Pero vaya creencia lejana a la realidad…Yo solo me transporto a un mundo donde nada de esto está pasando; donde no hay dolor porque no quiero que lo haya. La garganta se niega a funcionar y mis labios quedan sellados.

No quiero despedirme de ella tan rápido cuando llegó a mi vida tan tarde. No tuve suficiente de Amber, y ahora, nunca lo tendré.

─ Lo siento tanto, princesa…─es lo primero que digo y lo último que sale en un par de minutos. Si no iba a darle el funeral que se merecía, al menos tenía que despedirme de ella correctamente.─ Nunca estuve suficiente para ti...nunca fui lo suficientemente bueno como padre. Siempre estaba en el trabajo y...cuando ─ sonrió con melancolía. Nunca es bueno volver al pasado, una vez ahí nadie quiere regresar al maldito presente. Yo ya no quería estar en ningún lado, en ningún tiempo. Tanto pasado como presente me atormentan y no podía esperar nada diferente del futuro.

Sigo con mi narración:

>> Cuando renuncié. Recuerdo que te dio miedo el no tener dinero... buscaste un empleo y dejaste la casa cuando aún eras joven y tu hermano se quedó conmigo y con tu madre. Apenas tenías dieciséis. Un mes después tu madre nos dejó a todos y...tu hermano se fue a estudiar. Quedé completamente solo...pero tú me visitabas cuando podías... y bueno...en un mes yo te iba a conducir al altar. Creo que no se podrá y ahora yo tengo miedo... No sé cómo explicarles esto a los demás. Solo pido que me perdones. Por todo. Juro que nos vamos a ver pronto.

Intento poner de pie, pero fallo en el intento. Decirle adiós a mi única familia se lleva todas mis fuerzas y me deja tirado en el suelo. Algo patético. Siento algunas piedras que lastiman mis rodillas. Probablemente este sangrando.

─Te quiero tanto, princesa. ─no sé si lo digo en voz alta, no estoy seguro de si solo lo pienso o si lo grito.

Una mano se posa sobre mi hombro.

Casi siento que es ella, puedo escuchar su voz y puedo ver sus grandes y hermosos ojos azules. Más que nunca siento una gran necesidad de derrumbar en llanto, y lo hago.

─Está bien. ─dice una voz. La lluvia se encarga de distorsionar y mi mente de engañarme. Amber está a mi lado intentando calmarme mientras lloro en su tumba. Me vuelvo hacia quien aún me toma del hombro. Erik me mira con indiferencia. Prefiero eso a que me de sus condolencias e internamente le agradezco que sea así; un colega al que no cambiaría por nada.

─Vámonos, Hoying. No la voy a hacer de niñera otra vez y si sigues aquí nos vamos a enfermar.

Me pongo de pie como puedo y sigo los pasos de Erik. No regreso la mirada hacia la lápida que resguarda a Amber, temo que si lo hago no querré irme nunca de su lado.

Lookin' for Mr(s) Grassi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora