Día 10.

225 22 1
                                    

Pasan unos cuantos días sin acontecimientos relevantes que tengan que ser narrados, a menos que describir los cambios de clima y narrar cómo me quedo en casa sin hacer otra cosa fuera de las necesidades humanas se considere algo interesante e irrelevante. En tanto lo último que había sucedido entre los Grassi y yo, pues desde ahí todo se ha reducido a encuentros fugaces que realmente parecen haber sido solo sueños o fantasías. Y ya no comento nada al respecto; la trata de blancas no es algo que todo mundo quiera escuchar ni mucho menos algo bien visto si se es escuchado en una charla abiertamente ajena. Pierdo completo contacto con Erik y les pierdo la pista a los Grassi, cosa que realmente no puedo decir que me importe o afecte por el momento.

Recorro el bosque intentando perderme entre las ramas y la densa neblina pero entre más camino menos consigo lo que quiero. Los altos árboles parecen sonreír burlones y las estrellas iluminan sus finas ramas curvadas que de lejos podrían parecer largas estructuras esqueléticas que intentan atraparte. Las hojas ya han comenzado a caer y algunas crujen bajo mis pies.

No me es necesario un cigarrillo de verdad para producir vahó; la temperatura desciende mediante la noche cae sobre mí. De todas maneras saco uno y de manera casi instantánea entro en calor. No extrañaba para nada este vicio, pero aquí me encuentro de nuevo, sólo y con un cigarro entre mis labios; Consumiendo muerte en pequeñas cantidades. Y me culpo malditamente mucho por haber comprado una cajetilla sabiendo que no debería de haberlo hecho. Igual, no lo tiro hasta que queda un centímetro entre la llama y mis labios. Dejo que una hoja se consuma entre el fuego y luego lo piso.

Sigo mi camino cabizbajo y con las manos en los bolsillos, éstas siguen entumidas por el frío, hasa que otro crujido fuera del ritmo de mis pisadas hae que me detenga. Una risa demasiado inocente rompe la densidad de la noche y mata mi cordura. Guarda silencio un instante y vuelve a sonar, cada vez más clara y más cerca y finalmente la reconozco.

La imagen de la pequeña Amber corriendo entre los árboles con los brazos extendidos y vistiendo aquel hermoso vestido celeste hace que me paralice. Escucho su risa nuevamente y casi puedo verla enseñando los dientes y con los ojos bien abiertos, huyendo de algo por mera diversión. Beth aparece entre un árbol cercano, directo a mí con su hermosa sonrisa de la cual tenía casi toda mi vida enamorado. Ryan brinca sobre un charco de lodo que hacía tres segundos no estaba. Todos me hablan. Todos están aquí. Y aunque no tenga lógica que me dé miedo ¿Por qué no se van? ¿Por qué siguen aquí cuando ya no son más que una ilusión? Yo quiero huir de ellos ahora, pero no por mera diversión. Los quiero a mi lado; pero vivos. No quiero que sus fantasmas sigan atormentándome de tal manera, ya no. Ruego internamente para que luego de cerrar los demás casos pendientes mi familia esté satisfecha o por lo menos se harte de mí.

Cuando vuelvo a prestar atención a la versión infantil de mi familia ya no hay nada más que troncos, hojas y estrellas que apenas se hacen notar y se ven a lo lejos.

Voy directo a mi auto y lo pongo en marcha ni bien entro a él. El reloj marca las tres veinte a.m. y me dirijo a casa. Los parpados me pesan y lucho lo más que puedo para mantenerme despierto por la trayectoria de regreso. A estas horas y con la escasa luz la cuidad parece más pequeña, más tranquila y a mi merced.

Una luz proveniente de la planta baja de mi casa me llama la atención. Yo las había apagado antes de irme. Me quedo quieto e intento recordar si por error dejé esa luz encendida, Meto reversa y aparco un par de cuadras atrás, solo por si las dudas. EL sueño se espabila rápidamente y al llegar nuevamente a mi propiedad me quedo al lado de la puerta y reviso mis bolsillos. Espero que pueda atacar con una cajetilla de cigarros, porque he olvidado las armas adentro. La puerta está entre abierta y considero que sólo se trate de una broma de parte de Erik.

Entro decidido porque sé que no me queda de otra y mientras más rápido entre más rápido acabará todo. La cocina está a oscuras y las escaleras igual. La sala está demasiado iluminada y tengo que tapar mi rostro antes de acostumbrarme a la iluminación. Extraño al instante la oscuridad profunda del bosque.

Lookin' for Mr(s) Grassi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora