Todos tenemos una historia, somos lo que hicimos y lo que hacemos.
Hoy como todos los días tienes una elección; puedes seguir por el camino de siempre gastando tu tiempo como sueles hacerlo o puedes ser heroica y tomar un camino épico.
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Estaban en camino al gimnasio donde verían a Levi, Euphemia estaba sobrepensando, se sentía abrumada pero sobre todo preocupada, conocía las intenciones de Henry y eso lo podía sobrellevar, lo angustiante para ella era lo que Nanaba pudiera hacer contra ellos
Lo que si estaba segura esque tenía miedo de perder;
Perder el juicio
Perder su vida
Perderlo a él
—¿Ya quemaste eso? – le preguntó a su prometido
—Si, ya no existe algo que pruebe que sabía sobre lo que hacía Nanaba – le respondió
Zeke les había avisado que los federales iban a ir a la firma el lunes, aquella semana se la pasaron reuniendo datos e incluso preparando a los niños por si los obligaban a pasar al estrado lo cual trataría de evitar a toda costa pero valia prevenirse
—¿Sabés? Tenía la esperanza de que la psicóloga que me vio de niña me llamará, tengo muchas dudas
—Supongo que sigue teniendo miedo – miró a su prometida cuando el semáforo se puso en rojo —. ¿Qué más te aqueja?
Él se daba cuenta del tormento que ocurría en su cabeza
—Mmm bueno... En terapia hablé un poco de como sentía cierta envidia por esos niños, el como sus madres los protegen – bajó la cabeza —. No pude evitar sentirme tan enojada porque mi madre no fue igual a ellas, simplemente lo dejo pasar – se mordió el labio —. ¿Sabés qué me preguntó la terapeuta? ¿Qué si sabía quién era la red de apoyo de mi madre? ¿Cómo carajo voy a saber eso? ¿Y eso que tiene que ver? No lo entiendo, salí confundida pero ese rencor que tenía pareció apaciguarse
—Quizá porque si lo entiendes amor, solo que aún te faltan piezas en tu rompecabezas
Euphemia suspiró
—Lo único que entiendo es que fue una cobarde – se cruzó de brazos
Había perdonado casi todo, incluso los golpes y que le arrebatara su sueño pero no podía perdonar lo desprotegida que la hizo sentir
Mike acarició su pierna no sabía que decir más que limitarse a escuchar
—Todo saldrá bien amor – tomó su mano y beso el reverso
—Gracias por escucharme
Fue ella quien ahora beso el reverso de la mano de él y poniéndo su mejilla sobre la misma
—Eres tan adorable mi pequeño demonio – beso su frente rápido al ver qué el verde se puso y siguieron su camino
Llegaron al gimnasio, aquél donde llevaba sus terapias después del accidente, bajaron y Mike cargo las pequeñas maletas deportivas de ambos
