Todos tenemos una historia, somos lo que hicimos y lo que hacemos.
Hoy como todos los días tienes una elección; puedes seguir por el camino de siempre gastando tu tiempo como sueles hacerlo o puedes ser heroica y tomar un camino épico.
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Muy a su pesar los rubios tuvieron que darles la razón en su compra, la facilidad en la que iban y venían de sus viajes de negocios les hacía ahorrar demasiado tiempo
El fastidiar a su esposo había traído una pequeña consecuencia molesta para Olivia, de tantos vinos que compró los estantes estaban llenos quedándose sin espacio y aunque regalo varias botellas aún le quedaban unas sin acomodar
—Creo que lo tengo por aquí – Effie achino los ojos como si con eso pudiera encontrar el botellero de madera —. Quedará muy bonito en tu cocina
—A Erwin le dará más coraje al ver exhibida parte de su desfalcada – rieron —.¿Qué es esto? – preguntó señalando una caja tapada con una delgada sábana
—Es la carreola doble de los mellizos, está desarmada, tengo muchas cosas aquí que debería de donar y liberar espacio
—Es cierto, pero... – la miró con una sonrisa traviesa
Euphemia la conocía, ese gesto no era nada más que el inicio de una idea alocada que las haría reír mucho
—¿Qué tienes en mente Solecito?
—Effie, nuestras bebés nacieron el mismo día, prácticamente son como hermanas – apretó los labios para no soltar una risita —. Podemos fingir un día que somos un matrimonio lésbico
La bicolor soltó una carcajada, sin embargo, accedió, también quería vivir esa experiencia que imaginaron muchas veces cuando vivían juntas
Se olvidaron por lo que habían bajado y subieron la caja para armarlo
—¿Qué hacen? – preguntó Dita
—Nada – contestaron al unísono soltando una risita traviesa
Ambas estaban con desarmadores y tornillos
—¿Ahora con que locura saldrán? – preguntó Flagon exasperado
Las amigas siguieron en lo suyo y en equipo lograron armar como limpiar el cochecito doble
Fueron por sus bebés, les pusieron unos mamelucos felpudos rosas con blanco que las hacían parecer conejos por las orejitas que traían las capuchas
—Si no fueran por los ojos, me confundiría quién es mi hija – comentó Olivia
—Bedecidas somos que no salieron rubias – soltaron unas risitas
Las acomodaron en el cochecito y comenzaron a tomar fotos de lo adorables que se veían
Su idea alocada dió un paso más en ir juntas al supermercado, la situación ya les causaba cierta gracia pero querían vivir la experiencia completa
Olivia caminaba entre los estantes fingiendo querer comprar algo, llevaba un vestido corto casual de estampados florales que las hacían ver adorable pero con su escote resaltaba su mejor atributo
