Todos tenemos una historia, somos lo que hicimos y lo que hacemos.
Hoy como todos los días tienes una elección; puedes seguir por el camino de siempre gastando tu tiempo como sueles hacerlo o puedes ser heroica y tomar un camino épico.
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Desde que arrestaron a su esposo, ella había dado una orden, con todo lo que pasó pensó que aún no se efectuaba
Euphemia estaba sentada en el sótano mirando el estuche del violín de su hermano, quería reunir el valor de sacarlo del polvo
—Señora Zacharius
—Shadis – lo saludó —. ¿Quieres algo de beber?
—No gracias, sólo vengo a informar
—Dímelo
—Lo que nos mandó hacer, está hecho, no hay cabos sueltos y puede dejar de preocuparse por ese tema
Se tensó considerablemente y suspiró pesadamente ante una ola de culpa que detuvo al ser consciente de su decisión
—Entendido, le mandaré con Dita el pago de su servicio, gracias
Él asintió
—Shadis – lo detuvo —. Nada de eso lo debe saber mi esposo
—A sus órdenes
Se retiró
Volvió a dar otro suspiró y se levantó, por ahora tenía que saciar su lado humano
Le pidió a su guardaespaldas que la llevarán a cierto lugar, gracias a su padre le gustaba apreciar sus estructuras en general aunque no se considerara una creyente
Camino por el pasillo de aquella catedral, miró aquellos ídolos de cerámica detallandolos minuciosamente hasta que se sentó en el confesionario
—Bienvenida seas hija mía en el templo de nuestro señor, "En Cristo tenemos redención por su sangre, la remisión de pecados según las riquezas de su gracia” – el padre le dió la bienvenida recitando un pasaje bíblico
Euphemia sonrió de lado por la coincidencia
—Perdoneme Padre porque he pecado – bajó la cabeza y hubo un silencio
—¿Cuál es ese pecado que atormenta tu alma? – ánimo
Ella no sabía si realmente la atormentaba, solo queria exteriorizarlo sin sufrir consecuencias
—He traicionado – empezó —. A un amigo y a mi misma – se mordió el labio —. Hace tiempo mi esposo fue arrestado por complicidad en un fraude, uno de nuestros amigos se encarga de ese caso, junto a mi marido y otras personas más eliminamos evidencia, sin embargo, algunas vez le dije a ese amigo que era mejor cooperar que ocultar y por eso lo he traicionado – tragó saliva y bajó la cabeza
Hubo otro silencio
—¿Y por qué te has traicionado a ti misma?
—A lo largo de mi vida he vivido bastantes injusticias, muchas en las que influyeron a crear mis ideales, de ser justa, de no corromperme, de no hacer daño – tragó saliva —. La persona directa que hizo tales fraudes escapó, era un cabo suelto que si mi amigo lograba capturar, mi familia estaba en riesgo y no pude permitir eso – tocó su vientre abultado —. Así que... – hizo una pausa —. Lo mandé a matar... Por eso me he traicionado a mi misma
