Todos tenemos una historia, somos lo que hicimos y lo que hacemos.
Hoy como todos los días tienes una elección; puedes seguir por el camino de siempre gastando tu tiempo como sueles hacerlo o puedes ser heroica y tomar un camino épico.
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Existe una teoría que sugiere que después de la muerte física de una persona y tras un determinado período, su alma reencarnará para continuar aprendiendo y evolucionando. Por lo tanto, algunas personas ya están destinadas a volver a encontrarse, especialmente si hicieron un juramento en vidas pasadas. Aunque hay escenarios que estarían condenados a repetirse, en el caso de Euphemia, no le importaba, con tal de volver a encontrarse con las partes de su alma.
Aquella impotencia que Olivia sentía por no haberla conocido antes iba a cambiar; tendría la oportunidad que indirectamente siempre había pedido en su vida pasada. Un día, mientras jugaba en el columpio del colegio, ella presenció cómo una mujer trataba con dureza a una niña, gritándole, empujándola y haciéndola llorar. La mujer le decía que era incompetente, tonta y sucia por haberse orinado de nuevo sobre su uniforme. La castaña se sintió muy triste y asustada al ver a la niña siendo maltratada. Una sensación de impotencia la invadió, y aunque no sabía de dónde provenía, creía conocer ese sentimiento. Cuando llegó a casa, buscó a su papá y le contó lo que había visto, preocupándolo
Sus padres decidieron intervenir, ya que consideraban inhumano el trato que recibía la pequeña. La situación empeoraba cada vez más, hasta que finalmente decidieron denunciar el maltrato a los servicios de protección infantil. Las investigaciones comenzaron y, gracias a una oportuna intervención, la pequeña pudo salir de ese hogar antes de que las cicatrices de su vida pasada se repitieran. Las autoridades la llevarían a un lugar seguro. Fue entonces cuando los caminos de las niñas se cruzaron. Esa conexión inigualable se hizo presente en una necesidad de estar juntas, aún sin haber cruzado ni una sola palabra
—Mamá no podemos dejarla sóla – tiró del pantalón de su madre en una súplica desesperada
Los padres de Olivia, al ver esa necesidad de estar junto a la niña desconocida, no se negaron, especialmente porque creían haberla visto en algún lugar antes. Así que se ofrecieron a cuidar de ella temporalmente hasta que se encontrara una solución permanente. La niña, con su pequeña maleta, llegó a la casa de aquella familia, tímida, temerosa y consternada por el cambio tan radical en su vida
—Euphemia, ellos te van a cuidar por un tiempo ¿De acuerdo?
Ella solo asintió cabizbaja
—¡Ven te enseñaré tu cuarto! – Olivia la jaló parloteando efusivamente enseñándole su nueva habitación —. Pareces no hablar mucho ¿Estás bien?
No obtuvo respuesta, estaban sentadas en el filo de la cama, moviendo sus pies en el aire. Euphemia seguía en su mundo, hasta que la escuchó cantar. Su atención se desvió completamente hacia la castaña, que aún con su desatención, mantenía una sonrisa cálida. Comenzó a dejar su miedo a un lado. Al mirarla, una sensación de paz e inmenso amor la abordó, impulsándola a darle un abrazo que las hizo caer sobre la cama. Ambas se miraron un momento, aquel sentimiento de remembranza las conmovió, volviendo a acurrucarse en los brazos de la otra
