Trazando sigilos | #CopaFenix2025

Capítulo XLVIII: Acceso

La expresión en el rostro de Denna es una mezcla entre terror y sorpresa. Por más que lo intento, no puedo dejar de fruncir el ceño ni apretar la mandíbula. Estoy furioso y aliviado al mismo tiempo. Ambos sentimientos batallan entre sí como dos ciervos en el bosque disputándose el territorio, sedientos por ver la sangre del otro en sus astas. Un tercer sentimiento me aplasta todos los órganos y sospecho que se quedará conmigo para siempre: decepción. Me detengo en ello por un instante y mi expresión se suaviza, presa del dolor. 

—Denna... ¿Cómo entraste aquí? —le pregunto intentando mantener la calma. No me responde, sus ojos saltan entre Doomethius y yo. Una punzada atraviesa mi pecho cuando noto que nos teme en igual medida. ¿Acaso me veo tan estremecedor como él?

El decano da un paso al frente con ímpetu produciendo un eco en toda la habitación y Denna da un respingo encogiéndose. Un gato negro pasa a mi lado corriendo y sale por la puerta entreabierta. 

—¿Cómo te atreves a romper las reglas de la Academia de esta manera? —las palabras de Doomethius están cargadas de furia y veneno. —Eres como todos los humanos, desagradecida y creyéndote más lista que todos a tu alrededor, ¿No es así? —le escupe. 

—No es eso, lo siento, es que-... yo-... el prof- —el pánico de Denna es tan crudo en su rostro que quiero apartar la mirada. Es como ver un perro a punto de ser azotado por robarse comida de la mesa. Me doy asco por compararla con algo así pero no puedo evitarlo. 

—¡SILENCIO! 

La voz del íncubo retumba en mi pecho y todas partes. Denna suelta un jadeo de horror y se arrastra hacia atrás intentando poner distancia. Quiero intervenir, pero no estoy seguro si debería. Muy a mi pesar en alguna parte de mi mente, siento que ella misma se lo buscó. No me reconozco. Jamás me he sentido así respecto a ella, pero ahora mismo estoy ciego de aflicción. En el fondo de mi estómago, como si fuese una pesada piedra hundida en un lago, siento también rabia. 

—No solo te has colado en el Acervo, si no que te las has ingeniado para entrar en la sección prohibida y no creas que no puedo sentir tus intenciones, humana. Sé que querías robar algo, puedo oler tu Esencia corrupta de egoísmo y desesperación. 

Me quedo paralizado con cada músculo tenso. Por más que quisiera interceder, las acusaciones de Doomethius son completamente factibles. 

—¡No me estoy llevando nada! —su voz se quiebra al igual que mi corazón al oírla. 

El decano da otro paso adelante y gruñe enseñando sus afilados comillos. Entonces, el ambiente comienza a viciarse, robándome el aire de los pulmones. Me toma un instante caer en la cuenta de que está usando sus habilidades. Pero no en mí, si no en Denna. Lágrimas comienzan a caer por sus mejillas y su pecho se agita mientras hiperventila. Suelta un gimoteo gutural a la vez que se lleva las manos al pecho. Un escalofrío baja por mi espalda y no puedo decidir qué hacer. De todos los escenarios perturbadores que he presenciado en mi vida, este es uno de los más insoportables. No creo que pueda olvidar la expresión en sus ojos, llenos de tormento y desasosiego.

Tampoco creo que sea capaz de sacudirme esta extraña sensación de decepción al verla tan... destrozada. Es como develar un truco de magia que parecía mágico y maravilloso, para darte cuenta que solo eran juegos de luces y espejos. No veo esa muchacha temeraria y fría; ni tampoco a la niña sola y asustada; veo un cascarón vacío de un humano que alguna vez creí un héroe. No estoy seguro de dónde salen estos pensamientos y siento repulsión por mí mismo. ¿Cómo puedo ser capaz de sentir cosas tan horribles? Entonces caigo en la cuenta de que no son míos, si no de Doomethius. Al usar su habilidad para moldear los sentimientos de Denna e inducirle terror, también destila algunos de los suyos. Yo jamás podría pensar así de ella, mucho menos tener esa clase de sentimientos. Intento no detenerme a pensar en aquellos que sí se han formado dentro mío desde que la conocí.