CAPITULO 9

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SOMMER

Después de un silencioso viaje, minutos en lo que queria decir cualquier estupidez para romper el incomodo silencio, por fin llegamos a un restaurante elegante. No voy a negar, no me sentía cómoda el llegar a este lugar y la ropa que tenia puesta. Por donde mirara todo gritaba lujo, y yo era solo una bibliotecaria, que el sueldo le alcazaba para llegar a fin de mes.

- ¡Buenas noches, Sr. Greco! – Le saludo el mozo.

Parece ser que Alessandro suele venir mucho a este restaurante pues desde que llegamos los meseros lo saludaron con mucha efusividad.

No voy a negar que un sabor amargo se instaló en mi boca, y tuve que aguantar el revoltillo que se formó en mi estómago. Las nauseas me invadieron y el estomago se me torció el pensar que tambien había traído aquí a todas sus sumisas. Es estúpido, porque el hombre no me debe fidelidad, esto solo es un contrato donde yo me convierto en una buena sumisa y él solo me ayuda a serlo. No somos nada, y nunca va a pasar nada mas allá, aunque yo me muera por que sea diferente.

El hombre al parecer odiaba los compromisos, y solo le gustaba las relaciones pasajeras.

-¡Es un placer tenerlo nuevamente aquí! – Se nos acercó un señor vestido de blanco, al parecer era el chef. Alessandro le dio un asentimiento con la cabeza – Le recomiendo el plato del día pastas pesto con una buena copa de vino.

Mi estomago rugió solo con la mención del plato, no había tenido mucho tiempo para comer, dado que mi día había sido bastante agitado.

-Tráiganos esto – Ordenó Alessandro.

Como me gustaba llevarle la contraria, me divertía mucho. No lo voy a negar, se había convertido en mi pasatiempo favorito. Si había dicho que queria ser sumisa y todo ese cuento, pero la realidad era que solo estaba usando eso como excusa para estar con el hombre.

Lo miré divertida y levanté el mentón.

- ¿Quién dijo que yo quiero eso?

Alessandro gruño y su mandíbula se tensó, la mirada que me hecho, era una promesa de algo, sus hermosos ojos azules, se oscurecieron, y todo mi cuerpo tembló por la sensación de ver tantos sentimientos remolinarse en esos grandes orbes azules.

-¿Cómo dijiste? – Siseo.

Blanquee los ojos. Sabia que estaba pinchando todos sus botones, pero me importaba una mierda. Queria ver hasta donde podía llegar con esto, queria romper su auto control, si yo iba a sufrir con este acuerdo él tambien lo haría.

– No quiero eso. Quiero ordenar algo que me guste a mi ¿Por qué tengo que comer eso? – Endulcé mi tono de voz.

Alessandro se movió en su asiento, podía ver el hambre en sus ojos. No me lo podía estar inventando.

-Solo tráiganos lo que ordené – Ignorando lo que yo había dicho le ordenó al chef. Se acomodó en el asiento, entrelazó sus manos y me miró algo desafiante – Aun no sabes cuándo guardar silencio. Dudo que puedas ser una buena sumisa, pero que le vamos a hacer, me encantan los retos. Solo espera a que firmes el contrato y te hare pagar cada una de tus rebeldías.

El azul cielo de sus ojos, se había perdido por la oscuridad de sus pupilas, sus palabras eran tranquila, pero llevan una promesa impresa en cada una de ellas. Y eso solo me excitaba más, avivaba mis ganas de darle pelea en esta batalla. Queria saber hasta donde podía llegar, hasta donde podía llegar yo. Si me hubieran dicho hace unos meses que estaría en un lujoso restaurante cenando con uno de los hombres mas ricos de la ciudad, pinchando cada uno de sus botones, para que me dé la follada de mi vida. Me le hubiera reído en la cara. Nunca he sido de las que presiona, siempre he sido decil y complaciente, pero con este hombre, todo lo que era, se ha perdido.

ENAMORADA DE MI AMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora