CAPITULO 30

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SOMMER

Nunca imaginé que se podría llegar amar a alguien tan rápido. Tampoco imaginé que también así mismo se podía perder rápidamente. Echar de menos a tu persona favorita en el mundo, es un dolor que no se lo deseo a nadie. Es sentirte incompleta, como si la pieza mas importante de tu vida te faltara.

Ya han pasado dos semanas desde que había visto por última vez a Alessandro en aquella habitación de hotel. Después de la conversación que tuvimos, me envió a casa con Terri y desapareció por completo. Quise darle tiempo y espacio, así como él me lo pidió, pero lo extrañaba tanto que después de dos días intenté comunicarme con él, pero me fui imposible.

Le pregunté a Jéréme, pero él tampoco lograba comunicarse con el hombre, y todo eso me trajo a como siento ahora nerviosa y ansiosa. Es como si el mundo se lo hubiera tragado, y aterra pensar que está solo haciéndose daño y yo no puedo llegar a él.

La última vez que hablamos no se veía muy bien. Lo echo mucho de menos. Extraño la forma en que me hace reír, escucharlo hablarme, echo de menos sus besos, sus caricias, los momentos compartidos. Quiero verlo sonreír, saber que está bien. Quiero ser su salvavidas y lo que más anhelo es que me permita estar en sus peores momentos.

- ¡Sommy! ¿Me estas escuchado? – La voz de Samantha me saca de aquellos perturbadores pensamientos.

Tomo una bocanada de aire y fuerzo una sonrisa. Es lo que he estado haciendo todo este tiempo. No me he querido derrumbar por él, he intentado seguir mi vida mientras espero que Alessandro regrese por mí. Pero tengo claro algo que, hasta el corazón mas enamorado, llega un día que se cansa de esperar por su amado.

-¿Eh? ¡Lo siento! Estaba un poco ida – Me disculpo, Samantha ha estado todo el tiempo conmigo, y ha decidió sacarme del apartamento a que despejara la mente - ¿Qué me preguntabas?

Tuerce la boca y blanquea los ojos. Le tiro una mirada suplicante para que realmente me disculpe.

- ¿Qué cuál de estas te gusta más? – En sus manos tenía dos blusas.

Observo las dos blusas que tiene en las manos. Son hermosas, son unas blusas Chanel. Son de seda, se ven bastante frescas y livianas. Con un corte en V en el busto, con una caída suelta.

– Me gusta más la de color Azul – Le respondo.

Ella me mira fijamente y luego una sonrisa burlona se extiende por todo su hermoso rostro.

– Sabia que ibas a escoger la más simple, nunca cambias – Me encojo de hombros, muevo las manos restándole importancia a sus palabras - ¡Vamos! Tomémonos unos cafés y nos vamos al apartamento a ver una película.

Samantha me toma de la mano y comienza a jalarme, me lleva tan rápido que me hace tropezar con alguien. El rubor se me sube a la cabeza, por lo fuerte que choco con un pecho duro, vestido de un traje bastante costoso y que se nota que es hecho a la medida. La persona con la que me choco huele a poder y riqueza.

- ¡Lo siento! No te vi... - Abro mis ojos cuando me doy cuenta de quién es - ¿Izan?

-¿Sommer? ¿Qué haces aquí? – Me dice con una gran sonrisa, se me acerca y me abraza fuerte - ¡Es un gusto verte! No he dejado de pensar en ti. Debemos de dejar de encontrarnos de esta manera.

Sonrío genuinamente por primera vez en estas dos semanas. Izan es demasiado guapo. Tiene unos preciosos ojos azul oscuro, una sonrisa bastante encantadora y amable, sus rasgos afilados lo hacen ver demasiado bello para la salud mental y física de una mujer.

Me sonrojo al instante. Los nervios me invaden. La intensidad con la que esos posos de hielo me miran me hacen moverme un poco incomoda.

- ¡También es un gusto para mí!

ENAMORADA DE MI AMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora