SOMMER
Me bajo del taburete, camino rápidamente antes de que la vergüenza me haga cambiar de opinión. Los ojos de Alessandro me siguen mientras avanzo, poniéndome la piel de gallina. En el baño, me meto en el primer retrete, cierro la puerta y me apoyo contra la pared para recuperar el aliento. Las ganas de tocarme son casi irresistibles. Nunca he deseado tan desesperadamente masturbarme en público. Mi clítoris está caliente y palpitante, pidiendo ser estimulado. Pero algo me dice que tengo que esperar. Es como si la voz de Alessandro estuviera en el fondo de mi cabeza, instándome: "Sé una buena chica para mí. No toques. Sólo tráeme tus bragas".
Me meto la mano por debajo del vestido y me bajo las bragas lentamente. Mi excitación se aferra a ellas en un hilo brillante, la tela empapada. No podía ocultarlo. ¿Cómo iba a soportar dárselas a Alessandro y ver cómo sus dedos se cierran en torno a la humedad y saber, al instante, lo excitada que estoy? Pero no puedo dejar pasar esta oportunidad. Quiero conocer ese lado de él, saber hasta donde es capaz de llegar conmigo y también quiero descubrir hasta donde soy capaz de llegar con él. Quiero conocer mis límites.
Vuelvo al bar con las bragas apretadas en la mano. Alessandro espera mi regreso, y una sonrisa se dibuja de nuevo en su rostro al verme. Era una sonrisa hambrienta, como la de un gato acechando a un ratón.
—Eso fue rápido — Dice, mientras me subo de nuevo al taburete. — ¿Un poco ansiosa por ver lo que tengo planeado para ti? — El tono de su voz es un maldito disparo a todos mis sentidos, a todo mi control y todo razonamiento que quiera invadirme en estos momentos.
—Ansiosa... nerviosa...— Le paso las bragas por debajo del mostrador, intentando metérselas en las manos lo más rápido posible. Siento como si alguien pudiera ver, como si alguien pudiera saber, con sólo mirarme, lo desnuda y expuesta que estaba bajo mi vestido.
—Hmmm — Alessandro sostiene mis bragas en sus manos un momento, extendidas bajo el mostrador. Quiero gritarle que se dé prisa y que las guarde, para que no estén a la vista. Pero él va a tomarse su tiempo — Son bonitas. Muy bonitas. ¿Creías que te las iba a quitar esta noche?
Quiero borrarle la maldita sonrisa que me calienta del rostro con un solo golpe. No se puede estar tan bueno y caliente a la vez, eso es injusto.
Trago saliva.
—Eso espero — Susurré con la vergüenza invadiéndome. No había previsto que me las quitara así... pero no me quejaba. Su dedo acaricia la suave tela roja y negra. —¿Ya estás mojada también? ¿Sólo por quitarte las bragas? Apenas hemos empezado, Bellissima.
Aparto la mirada, con los ojos bajos, y la humillación me invade. Aprieto las piernas y la presión estimula mi clítoris al mínimo. Entregarle mis bragas y ver cómo las inspecciona me ha parecido exactamente lo que esperaba: degradante, sexy y completamente abrumador.
Tampoco voy a dejarme apartar la mirada tan fácilmente. Sus dedos se meten bajo mi barbilla, como antes, pero esta vez me agarra la mandíbula y me inclina la cara hacia él.
—¿Qué se siente, Sommer? — Pregunta suavemente. —¿Te gusta esto? ¿O te asusta? — El tono que usa es tan suave y bajo, como un susurro, pero va cargado de deseo, sabía que Alessandro no acostumbra a tener citas, que me haya propuesto tener una ya es un avance, aunque veo que esto para él sigue siendo un juego, pero no voy a mentirme, yo también quiero jugar con él.
—Me aterroriza — Contesto, sin atreverme a elevar la voz por encima de un susurro. Sabía que la gente estaba mirando, pero de repente no me importó. Lo importante era responder a su pregunta. Lo que importa es dejar tan claro como pueda que eso es exactamente lo que yo quiero — Me aterroriza, pero me encanta. Se siente... sucio. Y humillante. Pero eso es lo que merezco, ¿verdad? — No sé en qué momento comenzamos este juego de roles, donde él es el amo y yo soy su sumisa. Donde él tiene todo el poder sobre mí.
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ENAMORADA DE MI AMO
RomanceUn italiano arrogante, exasperante, sexy e irresistible. Alessandro Greco es el dueño de un prestigioso conglomerado en el día y por la noche le encanta ser el amo y adueñarse de todas las mujeres, para someterlas a sus más perversos deseos. Sommer...