🌺𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 26🌺

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𝐔𝐧 𝐫𝐞𝐧𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐫𝐨 𝐢𝐧𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚𝐝𝐨
𝐘
𝐋𝐚 𝐥𝐞𝐲𝐞𝐧𝐝𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐜𝐡𝐚𝐧𝐞𝐪𝐮𝐞𝐬

-Diego no te separes por nada del mundo de mí- le dijiste caminando, se estaban dirigiendo al campamento maderero -Tu mamá no sabe que viniste conmigo-
-Ay ______, ya pasaron 5 años, no entiendo por qué tienes vergüenza de ir sola- dijo este mirándote.
-Es que... Tas chiquito para entender-
-¿Son por los chicos, no?-dijo sonriendo.
-¡No!- hablaste nerviosa -¡¿Cómo vas a decir eso, Diego?! Por favor- dijiste llevandote un mechón de pelo atrás de tu oreja y sonrojada.
-Dale ______. ¿Te piensas que soy menso? Te vi como te estabas preparando esta mañana solo para venir acá-
-Shhh, eso no se dice-
-Si estuviera mi papá aquí, se estaría riendo de ti- dijo sonriendo, pero cuando se acordó de su padre su cara cambió.
El tío Joaquín había desaparecido hace unos días, iba a buscar madera y no volvió.
Puse mi mano en su espalda.
-No te preocupes, él volverá-
-Tenemos que ir a buscarlo, seguro los chaneques lo capturaron-
-Diego...-
-¡No, ____! Los chaneques lo tienen-
Suspiraste, tu tía te dijo que no lo apoyes con esa idea, eran... Leyendas o incluso mitos. Llegaron al lugar.
-______, por fin llegaste- habló un señor.
-Lo siento, ¿Qué tengo que hacer?-
-Lleva esos troncos a la cabaña-
-Está bien-
En estos 5 años, en lo que trabajaste ahí, levantaste muchas maderas o troncos, así que tenías más fuerza.
-¿Te ayudo prima?-
-No gracias, está bien, no te preocupes- levantaste los dos troncos, estos eran un poquito más grandes que Diego -Yo iré ahí, tú quédate quietito, ya vuelvo- dijiste yéndote. Entraste al lugar, esta cabaña se usa para guardar las maderas que más tarde usaremos, dejaste el tronco y fuiste a buscar más, cuando entraste de nuevo, sin querer un balde se cayó y te cortaste el brazo.
-¡Auch!- buscaste gasa, encontraste y te empezaste a envolver -Yyyy listo-
Un temblor y ruido se hizo presente.
-¿Q-Qué sucedió?- hablaste levantándote.
-¡Se cortó unas riendas y se cayeron maderas! ¡Hay uno lastimado!-habló una chica asomándose.
-¡Diego!- y empezaste a correr.
Viste como varios intentaban ayudar a sacar madera, buscaste a Diego con la mirada. Pudieron ayudar al hombre y viste cómo se formó un círculo de personas, te acercaste y viste Diego.
-¡Diego!- hablaste metiendote.
-_______- dijo este cuando te vio, lo abrazaste fuerte.
-¿Estás bien? ¿Te pasó algo?- dijiste tomando sus cachetes -¡Me asusté cuando vi que se cayeron todas las maderas!-
-Sí estoy bien no te preocupes-dijo con los cachetes aplastados.
-_______, ya deberías saber que este lugar no es para niños-
-Sí, lo siento mucho, no volver a pasar- dijiste mirando al hombre.
-Mi papá sigue sin aparecer en el pueblo, no lo han visto-
El hombre se le acercó, yo me levanté y limpié mis pantalón.
Porque tenía puesto esto

 Porque tenía puesto esto

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-Tranquilo, ya aparecerá. Seguro anda hasta arriba del monte buscando los mejores troncos. Siempre ha sido así ese Joaquín-
-Joaquín, así se llama el que le traemos el cargamento, no?-
Cuando escuchaste a vos, te diste vuelta.
-¿Ustedes son los que vienen desde Puebla?-
-¿Leo?... ¿Nando?-hablaste sorprendida.
-Holaaaaa ______, cuánto tiempo- habló Nando. Q
Te quedaste mirando a Leo, y el a tí.
-H-Hola... _____- habló nervioso.
-Hola- dijiste rascándote el brazo.
-Mucho gusto de conocer los muchachos- dijo apretando las manos de los chicos, pasó una mano en el hombro de Diego y uno en mi hombro -Apúrenle a llevar sus cosas porque ya se está haciendo de noche- nos miró a los
dos -Órale muchachos vámonos-
Miraste cómo se iba y luego a los chicos, en verdad, estaban diferentes, sí obvio pasaron 5 años, pero estabas sorprendida.
-Los estábamos esperando. Yo soy Diego y Joaquín es mi papá, ella es mi prima _____, pero parece que ya se conocen, si quieren lo llevamos-
Empezamos a caminar hacia un muro, primero subió Diego y luego tú.
Subiste rápido, ya estabas canchera, ya que había muchos lugares con muros.
Cuando estabas arriba te limpiaste la manos. Leo y Mando subieron, cuando Leo subió te vio el brazo.
-¿Qué... Te sucedió en el brazo?-dijo este acercándose, miraste tu brazo.
-Ah, nada, se me cayó un balde y me corté, no es nada-
Nando y Diego miraban, se miraron raros y luego a nosotros.
Subimos a la carroza, Diego se sentó en el medio de Nando y tu.
-Oye, ¿Entonces andas buscando a tu papá?-
-Sí, pero no lo han visto por ningún lado-
Ya habíamos llegado al pueblo ni en el encetradero ni aquí en el pueblo.
-Ni en el encetradero, ni aquí en el pueblo. ¿Y saben qué? No es el único que ha desaparecido- -Pero, ¿No dijeron que igual andaba cortando árboles en otro lado?-
-Pues ya no sé. ¿Ustedes creen en los chaneques?-
Nando vio a Leo después, te miro a ti.
-Ay, no, no, no, no, no, no, no, no, no creemos en nada, ni en chaneques, ni en lloronas. ¿Cómo crees? Menos en Nahuala-
-Ya, ya. Nando ya entendió, ya entendió-
-Ni en el Chupacabras, ni en El charro negro ese qué, ni en el cuco, no, en el cuco no-
-Pues, mi prima y yo sí. Ella cuando llegó aquí dijo que se enfrentó a un montón de fantasmas- Los dos chicos te miraron, justo te estaba desatando el cabello, tenias una cola de caballo (O sea un peinado).
Los miraste con una sonrisa nerviosa y vergonzosa.
-Pues tu prima es muy mensa-dijo Nando.
-Mira quién habla- dijiste riéndote, soltaste tu cabello, te llegaba un poquito bajo el hombro, te acomodaste el flequillo que tenías -El que se hizo pipí encima cuando las calaveritas de azúcar lo asustaron- dijiste para volverte a reír. Leo te miraba con una sonrisa, la verdad, cuando te vio, lo primero que pensó era que estabas cambiada.
Estabas más alta, te dejaste crecer el pelo, y tus rolos seguían.
Nando solo la miro mal, lo miraste con una sonrisa.
-¡_____! ¡Hola!- te saludo un chico, después otro, y otro.
-¡Upa! Parece que nuestra ______, es muy famosa en el pueblo-
-Sí, bastante- dijiste cerrando los ojos -Soy muy conocida- le contestaste orgullosa.
-Entre los chicos nomás, las chicas solo le tienen envidia por su belleza-dijo Diego.
-¡D-Diego!- dijiste sonrojada.
-Uuuuu, tu primo te delató- dijo riéndose el mayor, Leo solo levantó las cejas.
-Yyyy... ¿Qué has hecho en estos años?- hablo Leo.
Lo miraste -Ehhh... Como estaba aburrida, empecé a hacer esculturas con maderas, cuando eso llegó a los oídos del pueblo me llamaron y bueno...-
-Y gracias a eso, los chicos del pueblo se enamoraron de ella-
-¡Diego!¡Cállate!- dijiste tirándole de una oreja. Leo miraba con una sonrisa falsa, en realidad le molestaba un poquito, pero no podía decir nada ya que no son nada.
-¡Ay, Ay, Ay, Ay, Ay! ¡Ya ya! Estoy bromeando-
Lo soltaste y miraste la apenada a otro lado, Nando miró a su hermano, sabía sobre la separación.
-¿Y ustedes cómo se conocen?-hablo el menor. -Nosotros vivimos en Puebla, y su papá... Conocía a nuestra abuela-
Los miraste, estos miraron a él caballo.
-Sí... Ellos son- miraste a Leo y este te miro -Son mis amigos- miraste adelante.
El chico también miro a otro lado triste, los dos.
No dijeron nada más hasta llegar a la casa de tu tía.
-Mamá, el cargamento- grito el niño mirando a su madre estaba afuera.
-Ay, Diego. ¿Dónde estabas?

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