🌺𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 30🌺

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𝐏𝐨𝐫 𝐟𝐢𝐧 𝐥𝐨𝐬 𝐞𝐧𝐜𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚𝐦𝐨𝐬

-Te... Te terminó en carta- habló Teodora indignada.
-Tú y Leo... ¿Cuándo se hicieron novios?-hablo Xóchitl, estaba nerviosa, junto sus manos.
-Nos volvimos novios en la fiesta de Guanajuato... Pero terminamos- dijo ______ mirando al suelo.

Xóchitl se sintió mal, había besado a Leo mientras que ellos estaban en una relación, la morocha miraba la expresión de la adolescente. -Ese sinvergüenza. ¿Cómo se atreve a terminarte así?-
-Teodora, entendiéndolo, su abuela murió y no se sentía bien, se sentía confundido _____- dijo dándose vuelta -Yo me sentí así cuando mi mamá y mi hermana murieron- dijo abrazándose a sí misma -Deberíamos avanzar- dijo yéndose, siguiendo a los chicos que se encontraban muy adelante.

-Pobrecita- dijo Teodora -Si en verdad veo Leo la quería, no la hubiera terminado en carta- avanzó un poco.
Xóchitl no sabía cómo sentirse.
Claro, no sabía los sentimientos que tenían uno al otro, ella pensó que a _____le gustaba a Valentina, debido al beso que le dio cuando ésta se estaba yendo.
Y cuando Valentina se fue, cuando se formó un círculo entre los chicos, y se dijeron que gustaban entre sí, ella no lo había escuchado.

Por un momento pensó que habían terminado por su culpa... Ella sabía ilusionado, y verla a ______ de ese modo se sintió mal.
Entonces cerró sus puños, decidida en dejar de lado esos sentimientos que tenía hacía Leo a un lado, por su amiga.
Voló hasta las dos chicas que hablaban de algo. Siguieron caminando, Leo se detuvo porque había encontrado algo en el suelo.
-¿Cáscaras de pepitas?- dijo agachandose.

-Chale brother- dijo el Alebrije acercándose, tú también te acercaste mirando -Si tienes tanta hambre, acá traigo un par de frutas-
-Son de mi Nandooo- dijo Teodora apareciendo a tu lado -Son sus top Five de botana-
-Me parece que las pepitas son de la casa de mi tía- dijiste mirando dudosa, Leo se te quedó mirando.
-Este es el camino que lleva el templo de los chaneques- habló el señor llamando nuestra atención -Esas tierras son sagradas, esconden un santuario donde la vida florece, pero también se marchita- se dio la vuelta y siguió caminando.

-¿Qué onda con él? O sea, qué incómodo que también pueda vernos- empezó a caminar la pelinaranja, nos miraba a Leo y a mí -O sea, como porr-
Caminamos y nos encontramos una presa, ya conocías el lugar, algunas veces viniste por aquí para buscar madera.
-Una presa- habló Leo.
-En otro tiempo pudimos haber navegado hasta la laguna, pero ahora los leñadores han desviado el río-
Leo se agachó para llenar su botella, paramos para verlo.

-Andando, que vamos más allá de esa montaña- Caminamos otra vez.
-Me acuerdo cuando venía con Diego por aquí- mencionaste mirando al otro lado, donde no había agua.
Leo te miró -¿Venían? ¿Y qué hacían?- con una sonrisa.
-Nos quedábamos toda la tarde aquí a jugar con el río, también pescábamos...- tu mirada se dirigía a él -Pero todo cambió cuando hicieron la presa-
La sonrisa de Leo desapareció -¿Qué pasó?-

-Varias personas que entraban, no volvían a salir y la neblina se volvió más espesa. Así que mi tía por mi bien y el de Diego nos prohibío venir-
-Si, fue lo mejor que hizo-
-¿Y ustedes? ¿Qué hacían cuando estaban aburridos?-
-Como sabrás, empecé a estudiar de navegación y todo eso, así que, iba al campo y leía los libros tranquilos, o si no me encargaba de la panadería- ya habíamos pasado la presa.
-Es... es bueno que hayas encontrado algo que te guste- dijo _____, aún seguía ese sentimiento de tristeza.
-Sí... ¿y tú?-

-Emmm... Creo que ya te había dicho que hacía muñequitos de madera-
-Sí, me acuerdo-
-Ah, bueno... Dibujar me aburrido y empezar a hacer eso... Pero lo que me gustaría hacer también es escribir-
La sonrisa de Leo volvió -Y mira que escribir te queda bien-
-A-Ah, sí- dijo la chica mirando a otro lugar riéndose nerviosa.
-¿Y qué escribirás?-
-Capaz... Todo lo que nos enfrentamos-
-No estaría tan mal- dijo el morocho poniendo su mano en tu hombro -Por cualquier cosa, estoy para ayudarte- este se señalo con la mano.

Se quedarán mirando, los cachetes de la chica sonrojaron, los del chivo también, así que apenados y avergonzados miraron para lugares diferentes.
-¿Y-y... Volverás a Puebla?-le preguntó Leo cuando se le fueron el rubor de sus cachetes.
-Sí, después de que encontremos a Nando y a Diego. Volvere a casa- dijiste mirando al frente y luego él.
-¿Puede ser que Roberto no te vino a visitar estos meses?-
-Ajá. Me dijo que estaba muy ocupado con el trabajo, y Lucas con la escuela-

-¿Cuándo fue la última vez que lo viste?-
-Mmm- pusiste un dedo en tus labios -Me parece que desde el año pasado-
-¿En serio?-
-Si-
-Tienes razón igual. Cuando estábamos en Puebla, lo vimos muy cansado-
-Me imagino que está viejo, ¿No?-
-Pues... A la vez sí y no- te reíste -Le salieron más ojeras y anda encorvado todo el día.
Miraste al suelo.
-Pobre, debe estar exhausto con el trabajo-

-Si... Nando yo vimos cómo sale de su casa a las 7 a.m y vuelve a las 9 p.m-
-Cómo lo extraño... ¿y Lucas Lucas?-
-Lucas... Te soy sincero que está muy grande-
-¿Ah sí? Bueno, pasaron 5 años, obvio que va a estar más grande-
-Sí, un poco más y está a tu altura-
-Naaaa, que me va a pasar ese bobo-
-Igual. Estás muy cambiada, ______-
Lo miraste con la sonrisa.
-Sí... Mi tía me dice lo mismo-
-Tiene razón tu tía, la última vez que te vi era más enana, ahora estás a mi altura, y...-

-¿Y?- dijiste levantando una ceja, el morocho miró a su derecha nervioso y se rascó la nuca.
-Y... te ves más linda- dijo mirándote.
Tu cara se puso roja, te reíste nerviosa y pusiste tu mano en tu frente, tapándote la cara.
-A-Ah, gracias... Tú también estás muy lindo- dijiste sin miralo.
Leo sonrío por tu reacción.
-Gracias, ____-
Caminaron por un par de min., nos metimos a un lugar donde había niebla, como había árboles Todo estaba un poquito oscuro.

Sentiste como Leo te tomo la mano, lo miraste sorprendida, aceptaste, se empezaron a escuchar un par de voces adelante.
-¿Escuchas eso, ____?-
-Sí, ¿serán ellos?-
-No lo sé, hay que averiguarlo-
Caminaron un poco más, encontrándose un niño cerca de de un acantilado, rápidamente te diste cuenta que era Diego y te acercaste rápido.

Lo tomaste de la parte de atrás de la remera, y te lo llevaste hacía ti, para que no se cayera del precipicio.
Lo abrazaste fuerte, pero Diego se soltó asustado, cuando vio que eras tú, sonrío grande y te abrazó.
Leo se acercó a la rienda que había dejado Diego y empezó a subir a su hermano, que se había caído.
-¡No me hagan nada, no me coman!- grito asustado, puso sus brazos de los ojos y se hizo bolita -Debo saber muy malo, ¿No?. Peor porque me dice pipí-

Sonreiste divertida, Diego lo miraba también, Leo lo tocó y Nando grito asustado, moviéndose.
-Nando-
Los 3 lo mirábamos.
-¡Chisguete! ¡Cuña! ¡Digo!¡_____!- dijo llorando y arrastrándose se acercó a su hermano y lo abrazó.
Feliz se levantó y lo abrazó bien, Leo miraba miraba serio.
-¡Ja,ja!. Yo sabía que no te ibas a perder de esta aventura-
-No quiero perder a ninguno de ustedes, Nando- dijo separándose del abrazo -Venir hasta acá fue una tontería, es muy peligroso-

-Ay, bájale a tu mala vibra- dijo golpeándo a su hermano -Mejor relájate y disfruta de la hora- -Bueno, por lo menos están bien- dijiste mirándolo.
-¡Así es, _____!- dijo acercándose y te abrazó -Gracias por traer al mala onda de mi hermano- Te reíste -De nada- se separaron del abrazo, pero Nando fue golpeado por el bastón del señor.
-¿De qué sirve el ahora si se desperdicia el mañana?-
-Ay, caray, perdón, no nos han presentado, señora-

Lo miraste con una sonrisa, aguntandote las ganas de reír.
-No es una señora, es un curandero. Un hombre sabio que nos ha ayudado mucho- le explico a su hermano señalando al señor.
-¿Y yo? ¿Por mí no preguntas?- dijo Teodora poniéndose al lado del señor -¡Ay! Típico hombre que piensa en sus amiguites-

-Serena tu alma, él no sabe que estás aquí-
-¡Pues entonces dile tú que estoy mil furiosa con él!-
-La furia esa ya se tiró tu guante-
Leo y yo mirábamos eso y nos mirábamos, en cambio Nando miraba raro, Teodora y el curandero empezaron a discutir.
El viejo empezó a retroceder porque la chica volado hacia él.
Teodora se metió en el cuerpo de este, y el curandero empezó a moverse raro.

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𝑆𝐼𝐸𝑀𝑃𝑅𝐸 𝐴 𝑇𝑈 𝐿𝐴𝐷𝑂 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora