🌺𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 31🌺

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𝐋𝐚 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐭𝐮𝐢𝐥𝐥𝐚

Teodora se metió en el cuerpo de este, y el curandero se empezó a mover raro.
Diego se puso atrás tuyo, por las dudas, tu estabas nerviosa al igual que Leo.
El viejo se levantó y se movió sus brazos arriba y abajo, se dio vuelta, sus ojos estaban siendo tapados por un polvo negro.
-¿Y ahora?- preguntó Nando no asustó.

El viejo se acercó corriendo Nando, nerviosa te agarraste el brazo de Leo, este te vio y miró a su hermano.
El curandero apoyó sus manos en los brazos de Nando y levantó su cabeza, el polvillo negro salió en sus ojos y lo miró fijamente, retrocedió. El mismo peinado, los ojos pintados, y la misma posición que siempre se pone Teodora.
-Me tienes cero contenta -se escuchaba su voz y la de Teodora.
-¿Y ahora yo? ¿Por qué?- decía Nando nervioso.

-Pues yo ni me acuerdo por qué pero estoy hashtag súper furiosa- empezó a caminar, una sonrisa se hizo presente tu rostro -Y se muy bien que finjes no verme- Nando empezó a retroceder, como atrás de él estaba el acantilado, se agarró de una rihanda.
Le siguió diciendo un par de cosas y lo corrió de ahí, estaba por darle un beso, pero Nando lo empujó, haciendo que Teo salga de su cuerpo.

Nando le empezó a pegar con el palo -¡Ah! ¡Salte el cuerpo de esta pobre senil viejita, Satanás!- Corriste hacia ellos y pusiste tu mano en la cara de Nando, deteniendolo.
-Parale menso. Era Teodora- dijiste acercándote al curandero.
-¿Teodora? ¿Pero cómo regresaron? ¿Y en forma de viejita?- le empezó a tocar la cara -¿O solo es una máscara fea?-
El viejo le sacó el palo enojado.

-Creí que la fantasma chillona era fastidiosa, pero tú, son tal para cual-
Miraste a Teodora con una sonrisa, ella también te miró.
Leo te puso al lado, luego Diego se acercó corriendo.
-Entonces, si tienes amigos fantasmas- dijo mirando Nando, se dio vuelta mirandonos a mí y a Leo -Órale, ¿también me van a ayudar a encontrar a mi papá?-
Leo y tu se miraron, sus miradas se dirigieron a la de su amigos.
Xóchitl la avanzado y acepto con su cabeza, sonreíste y miraste al peque.

-Dicen que sí-
-¡Sí!- dijo saltando -¡Correle, Nando!- dijo corriendo.
Pero un viento se hizo presente, cerraste los ojos por la tierra, y pusiste tu mano ahí, sentíamos como tu pelo se corría de un lado al otro.
Leo te miro, se puso al frente de ti, abriste los ojos y le sonreíste.
-La noche es el laberinto de la selva. Esperemos a que amanezca, se huele la desgracia en el viento-
Nando te miró sorprendido y tú también, intentaron oler pero no sintieron nada.

El curandero tiene un par de troncos y los prendió fuego.
-Permanezcan juntos- todos lo miramos.
Después de un tiempo, buscamos un tronco grande para sentarnos, Leo Diego y yo ayudábamos al curandero a preparar algo de comer, Nando se acercó.
-Así que, ¿preparando la cena, eh?- agarró un pedacito de carne. -Se agradece, porque ya hace hambre- se lo estaba comiendo.
-Es polvo de ratón y pipí de mula ciega-

Cuando Nando escucho eso, salió corriendo para vomitar.
Te reíste -Qué bobo-
-¿Por qué nos atacan los chaneques?-preguntó Leo.
-Estamos en su selva- tiró un polvillo al fuego y se empezó a ver figuras -Ellos eran los dueños, nosotros solo somos visitantes... Los chaneques han estado aquí desde siempre, desde mucho antes que nosotros, guardianes de la naturaleza.
Su relación con los hombres siempre fue buena, siempre hubo respeto, pero todo ha cambiado- las figuras desaparecieron.

-¿Eh? O sea que ya no somos amigos. ¿por qué?- pregunto Nando.
-Eso no lo sé-
-Ay, ¿cómo no lo sabes? Usted no es el brujo. Busquele más ahí, entre el fuego. Échale más esa cosa de pipí de yoloesquincle o mula o eso- le pegó la mano con la cuchara.
-Si antes hubo paz con los chaneques, algo debió ponerlos en nuestra contra- dijo Leo agachándose a su altura.

-Justo por eso debemos ir a la laguna de los chaneques- hablo Diego.
-¿Y qué tiene que ver la laguna?- pregunto Nando.
Diego nervioso se tapó la boca, lo miraste dudosa.
-¿Diego?- le dijiste, este miró nervioso a todos y agarró algo.
-Que tal vez haya algo que no les he dicho- abrió el cosa, mostrando un objeto.
El curandero se levantó y caminó hacia hasta él, puso sus manos en las manitas de Diego, cerrando el coso.

-Ah, el nita janet, niño, ¿qué has hecho?- te pusiste nerviosa y los miraste -Esa es la fuente de su energía- Leo lo ayudó a sentar.
______ se arrodilló cerca de su primo.
-Por eso están locos los chaneques-
-Diego. ¿Y por qué lo tienes tu?- dijiste mirándolo a la cara, este te miró y luego al suelo.
-Cuando hicieron la presa y el río se secó, fui a explorar. Nunca había visto un río sin agua, así que caminé y caminé. Sin darme cuenta había llegado hasta el templo de la chaneques. Y ahí fue donde me lo encontré. Y se me hizo fácil llevármelo. Apenas salí de ahí y todo cambió...
La selva se volvió cada vez más oscura y peligrosa.
Le iba a pedir ayuda a mi papá, pero las chaneques se lo llevaron-

Él peque te abrazo, tú lo miraste y la acariciaste la cabeza.
-El nicta chaneque debe regresar a su lugar, en el altar de la fuente-
-Pues, apenas salga el sol lo llevamos de regreso- dijo Leo mirándonos a todos.
-Es mi culpa, si se los regreso. ¿Tal vez se calmen y me volverán a mi papá?- dijo empezando a llorar.
Agarraste sus cachetes.

-No llores Diego, todo estará bien, ¿Sí?-
Este asintió con la cabeza, Nando se acercó. -Seguro que sí, porque adivina quiénes te van a ayudar-
-¡Leo, _____ y el brujo!-
-¿Ay, y yo qué?-
-Ah, claro, tú también- nos empezamos a reír. Fue así como comimos y algunos ya se fueron a dormir.
Diego, Nando, Teodora y el alebrije estaban apoyados en el árbol, Leo, _____, Xóchitl y las calaveritas estaban apoyadas en el tronco.
-Hay desgracia en el viento- camino hasta Nando, ya que se estaba quedando dormido y lo golpeó con su palo.

-Debemos tener cuidado-
Leo asintió con la cabeza, bostezaste, Xóchitl se había quedado dormida en tus piernas, y las calaveritas están acostados en el cuerpo de la morocha.
El chico te miró -Si quieres puedes dormir, ____-
-No, estoy bien. Quiero hacerte compañía- lo miraste, le regalaste una sonrisa, el chico sonrojo.
-Emmm... ¿Podemos hablar?-
-¿Sobre qué?-

-Sobre lo de nosotros...-
Tú mirada se dirigió a tus piernas, ahí se encontraba Xóchitl, empezaste a acarizarle el pelo.
-Bueno... Habla-
-Yo sé que no estuve bien en terminar nuestra relación en carta... Hubiera sido mejor en persona-
-Sí, eso se-
-Es que... En ese momento no me sentía bien-
-Sí... Lo sé... Yo entendí cómo estabas-
-¿Lo entendiste?-
-Sí- lo miraste -Yo también me sentí así cuando falleció mi mamá y mi hermana-

Leo te miro atento, y dispuesto a escucharte.
-Sé lo que se siente... Por eso no me enojé... Pero no me gustó que me hayas terminado por carta-
Leo se rasco la nuca -Sí, lo sé, no fue lo mejor, pero me hace sentir bien que me digas que me hayas entendido-
Sacaste el collar de la camisa y te lo quedaste mirando, Leo miraba tu rostro sonrojado.
-Te soy sincera... Que... Que yo todavía no puedo olvidarte- lo miraste, este se sorprendió.

El chico saco tu collar y mostraba que brillaba -Yo también...-
Te sonrojaste -Se nota- le dijiste riéndote.
-¿Por-por qué?-
-Ese collar, se lo conoce como "collar de los sentimientos"-
-¿Ah, sí?-
-Sí.. Ese collar demuestra si sigues sintiendo amor hacia la persona que te lo regaló-
este se sonrojó -Y... Nunca lo dijiste-
-No, porque pensé que yo no sabías...- lo miraste con una sonrisa tu cachetes seguían rojizos.

-Pero al parecer ninguno de los dos puede superarse al otro-
Los dos se miraban fijamente, Leo se fue acercando poco a poco hasta tu rostro.
-¡Chaneques!- interrumpió el curandero -¡Váyanse, regresen la estatuilla! ¡Restauren la paz!-

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𝑆𝐼𝐸𝑀𝑃𝑅𝐸 𝐴 𝑇𝑈 𝐿𝐴𝐷𝑂 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora