ℭ𝔞𝔭í𝔱𝔲𝔩𝔬 44

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Dejo mi bolso sobre la mesada del departamento, dando una rápida mirada al espacio que me rodea. Todo igual de limpio que la última vez, y con ese leve olor a sahumerio aún rondando en el aire. Me doy la vuelta y espero a que Enzo termine de cerrar la puerta para poder hablar.

—¿Vas al cumple de Agus?

Veo que deja las llaves a un costado de mi bolso y apoya ambas manos en la orilla de la mesada de mármol blanca. Veo que piensa un rato la respuesta, divagando en algún pensamiento que desconozco por completo.

—Sí, ¿El sábado que viene, no?

Asiento con la cabeza, cruzandome de brazos y apoyando la espalda baja también contra la orilla de la mesada. Me fijo en el reloj en forma de la Cordillera de los Andes colgado en una de las paredes y no puedo evitar sonreír por ese pequeño detalle.

—Estaría bueno jugar más seguido, me entretiene mucho. —digo, mirándolo.

—Te entretiene embobarme querrás decir. —dice sonriendo, reincorporandose en su lugar.

Suelto una risa alzándome de hombros, haciéndome la boluda antes de mirar a otro lado que no sea al par de ojos que me miran con intensidad.

—Sí, quizás sea por eso en realidad.

—No hace falta que juguemos para que me tengas embobado, Ori.

Me muerdo el labio inferior, intentando retener mi sonrisa mientras siento el cosquilleo en mi estómago, al mismo tiempo que el calor me sube al rostro. Ni siquiera llego a girar a verlo cuando siento que se mueve y se pone frente a mí. Los nervios me empiezan a debilitar los músculos.

Miro el marrón de sus ojos cuando él hace lo mismo con los míos. La yema de sus dedos rozando la piel desnuda de mis brazos, la cual se eriza ante su leve toque. Tomo aire y me relamo los labios cuando su dedo pulgar recorre la línea de mi mandíbula, delineando el borde de mis labios, los cuales están entreabiertos para poder respirar mejor.

—Se me pasó decirte lo hermosa que estás esta noche, amor. —susurra, agarrando mi nuca con gentileza, dejando un pequeño beso sobre mis labios.

—Me lo dijiste en el auto.

Enzo me sonríe y me vuelve a besar, ahora acercándose más a mi cuerpo para poder agarrarme de la cintura. Sus manos pasan por mis piernas hasta subirme a la mesada, yo me acomodo y apoyo mis manos alrededor de su cuello, queriendo sentirlo más cerca, necesitando eso que ambos estuvimos esperando por un tiempo.

—Y te lo repetiría mil veces más. Ayer, hoy, y mañana, siempre estás hermosa.

No me doy el tiempo de responder o siquiera de sonreír que ya lo tengo contra mí, por completo. Sus dedos haciendo presión en mis muslos, subiendo de a poco a medida que el tiempo pasa. Cuando siento sus manos meterse por debajo de mi top tengo que tomar aire, acción que él aprovecha para pasar su boca a mi cuello, besando y lamiendo tanto que por inercia quiero cerrar las piernas al sentir algo resbalar entre ellas.

—Te vas a lastimar acá. —murmura, dejando besos por mi piel a medida que me saca el top y mis pechos quedan expuestos.

—No me importa. —respondo, agarrandolo del cuello para acercarlo de nuevo a mis labios.

Me aprieta los senos y luego los chupa como si se alimentara de ellos, cosa que me hace arquear la espalda y tirar levemente de su pelo. Una de sus manos se sitúa a la altura de mis clavículas para poder empujarme hacia atrás, por lo que me dejo caer sobre la fría mesada que me envía un escalofrío por toda la espalda. Pronto mi pantalón desaparece al igual que mi tanga, y por inercia me agarro de las orillas de la mesada cuando veo que se inclina entre medio de mis piernas. Suelto un gemido cuando siento su lengua moverse sobre mi zona sensible, su mano empujando mi torso hacia abajo cuando nota que me muevo demás.

—Nunca perdes el gusto, me encanta. —murmura entre medio, y como respuesta solo puedo gemir.

Si fuera otro momento, la luz que tengo frente a mis ojos me hubiera cegado, pero en esos momentos ni siquiera me fijaba si los ojos me lagrimeaban por culpa del aparato.

Mi mano va a parar a su cabeza pero apenas toco su pelo ondulado, se levanta y no puedo evitar cerrar las piernas al ver su barbilla y boca empapados. Se limpia con el dorso de la mano mientras me mira a los ojos, luego escucho el sonido de un cinto y un cierre, y la emoción me sube hasta el pecho de antemano. Noto que con los ojos busca algo sobre la mesada, y como si fuera por intuición, agarro mi bolso y saco el preservativo que me había dado Belu unos días antes. Enzo me sonríe mientras niega con la cabeza y lo abre para poder ponérselo.

—Aún tenés tiempo de ir a la cama, amor —dice, agarrando mis muslos. —. No quiero que estés incómoda ahí.

Niego con la cabeza y me apoyo sobre mis codos, bajando unos breves segundos la mirada hacia abajo, donde su mano acaricia su longitud lentamente.

—Estoy bien, Enzo. En serio.

Es respuesta suficiente para que se acerque y se abra paso a mi interior, lentamente, atento de que mis paredes lo tomen con gusto. Cuando ese momento pasa, no pierde tiempo y me pasa las piernas por encima de sus brazos, empezando un movimiento de caderas que provoca que mis pechos suban y bajen bruscamente.

El sonido de nuestros fluidos hace eco en la cocina al igual que mis gemidos. La mesada ya no está fría y eso me ayuda a concentrarme más en la sensación que siento en mi interior, la cual me lleva cada vez más lejos. Sus dedos me presionan la piel con autoridad mientras sigue meciéndose contra mí. El pelo cubriendo levemente su rostro, el cual está inclinado hacia abajo, observando el lugar de la unión de nuestros cuerpos.

—Me vas a matar, amor —escucho muy por lo bajo su voz.

Luego de unos minutos siento que no puedo contenerme más y dejo que los besos que me deja en uno de mis gemelos me haga delirar de placer, mordiendo mi labio cuando siento que me tiembla el cuerpo. Siento una de sus manos sobre mi estómago, y su dedo pulgar darme leves caricias sobre la piel un poco húmeda. El pecho me sube y me baja bruscamente ante la respiración acelerada, pero mis oídos están atentos cuando él habla.

—Ahora sí vamos a la cama.

Me agarra entre sus brazos, aún sin salir de mi interior, y camina entre los pasillos hasta llegar a su habitación. Se sienta contra el respaldar de la cama y nos miramos un rato en silencio.

—Es tu turno. —dice, apoyando las manos sobre mis muslos. Entonces empiezo a moverme encima suyo.

 Entonces empiezo a moverme encima suyo

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Uyuy, el cumple de Agus.

Nos vemos en el capítulo 45 💋💋

Cada vez más cerca del final...

• 𝐒𝐨𝐦𝐞𝐨𝐧𝐞 𝐎𝐥𝐝𝐞𝐫 • | 𝙴𝚗𝚣𝚘 𝚅𝚘𝚐𝚛𝚒𝚗𝚌𝚒𝚌 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora