ℭ𝔞𝔭í𝔱𝔲𝔩𝔬 26

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—Ay amiga, qué te puedo decir. —dice Belu, acomodándose en la silla.

La gente pasa frente a la ventana que tenemos a nuestra costado, algunos mirando la comida en nuestra mesa, otros simplemente ignorando. El café aún está caliente y me falta poco para terminarlo, al contrario de Belén, que ya se lo terminó. Y sí, estábamos de nuevo en una cafetería, como cada vez que hablábamos de temas serios. Y no, no podíamos hablarlos en privado. A parte, nadie sabía quiénes éramos, menos iban a saber que el Enzo del que hablábamos, era el mismo que aparecía en todos lados.

—Para mí, él tiene razón —empieza a decir, pero continúa antes de que yo le reproche algo. —, un cincuenta y cincuenta. Cincuenta por ciento sí, y cincuenta por ciento no. ¿Por qué?, porque siento que vos no le tendrías que haber dado tanta bola si después te ibas a ir. Tipo, que lo dejaste re tirado después de lo que pasó entre ustedes. Pero él tampoco tiene derecho de hacerse el enojado, porque el flaco, así como vos te fuiste, también dejó que te fueras, ¿Entendés?. No hizo nada.

Me quedo callada un rato, porque quiero seguir escuchando sus palabras, las cuales eran tan ciertas. Me hacían sentir mejor y entender más el panorama que yo me negaba a entender por mi cuenta. Las cosas eran simples, pero necesitaba que alguien me lo dijera a la cara, por eso amaba a Belu, porque ella siempre lo hacía de una manera sutil, pero directa.

—De cierta manera él también permitió esta situación de que vos pases mucho más tiempo con Pipe. —sigue hablando. Los movimientos de sus manos sobre la mesa son tranquilos, pero aún así mi atención está en sus ojos.

Asiento con mi cabeza en cada palabra que sale de su boca, y si antes me distraía con cada persona que pasaba del otro lado del vidrio, por la vereda, ahora no les daba ni bola. Mi atención estaba únicamente en mi mejor amiga y sus palabras.

—El chabón te dejó ir. Vos te fuiste, sí, pero él te dejó también.

Termina su discurso con una pequeña sonrisa y quedándose quieta en su lugar, como si lo que acabara de decir no me hubiese dejado la mente despejada de nubes. Sus palabras habían volado la tormenta que me impedía ver con tanta claridad algo que era tan obvio.

Belén tenía razón, no era sólo culpa mía lo que estaba pasando, así como me lo había inculcado Enzo. También era la suya, porque por mi parte, creí que no iba a pasar nada más despues de lo de España, porque creí que no lo iba a volver a ver en la vida. En ese caso él habría pensando lo mismo, porque sino, no hubiese dejado que me vaya, no hubiese dejado que yo cerrara la puerta. Él tenía tanta responsabilidad en esto como yo, y si bien había dicho que me había dejado ir porque pensaba en cómo se sentiría mi papá, y que había hecho algo malo, entonces por qué ahora de repente me está buscando tanto. Las miradas, los roces, el acercamiento, los comentarios que tira. Esas cosas son las que me confunden, y yo no iba a estar con la cabeza dada vuelta solo por él, si él dudaba de sus cosas, era problema suyo. Que venga cuando sepa lo que quiere o le pasa, porque si bien no soy la Oriana de hace siete meses, él sigue siendo la persona que me gustó en su momento, y tampoco me iba a hacer la boluda diciendo que no me seguía encantado, porque esa era la realidad. Me encantaba, me volvía loca, lo quería para mí. Dios Santísimo.

—Tenés tanta razón, amiga —digo. Belu se ríe y se tira contra el respaldar. —. Tengo que hacer algo, no sé, algo.

—Hablalo con él. Digan las cosas que no se dijeron en España. Y que esta vez no huya nadie, o que ninguna deje ir al otro.

Miro un rato la mesa, el plato frente a mí tiene migajas de mis waffles, y la taza tiene un poco de café, pero no soy capaz de tomarlo. Suelto un suspiro y me paso la mano por el pelo, recordando efusivamente lo ocurrido en Europa.

Fueron días tan emocionantes, donde apenas conocía a Juani y a los chicos, incluido Enzo. Donde íbamos a premios, a galas, o pequeñas fiestas con el elenco, y cada uno de esos eventos eran emocionantes, porque lo veía a él. O cuando nos quedábamos en el comedor del hotel, y jugué una partida de billar donde Enzo me ganó, en ese momento que me di cuenta que me gustaba, y quizás yo también a él.

A veces, me gustaría volver a ese tiempo, porque todo era nuevo para mí, eran amigos nuevos, viajes nuevos por el trabajo de papá, todo, y fue emocionante. Los mejores días del año, sin duda alguna.

—Es que el tema es que nunca lo veo.

—El otro día fuiste con tu papá a donde está grabando —murmura, levantando la mano para pedir la cuenta probablemente. —. Andá de nuevo, o mándale un mensaje. ¿No le habías pedido el número a tu papá?

Asiento con mi cabeza, agarrando el celular en mis manos. Lo prendo y desbloqueo con la huella, lo cual me permite ver al instante las notificaciones de WhatsApp. Respondo un mensaje de Juani y cuando salgo de su chat siento como el cuerpo se me tensa, pero no digo nada porque la mesera está a mis costado, dejando un papel sobre la mesa. En cuanto se retira, Belu se me queda viendo con el ceño frunció.

—¿Qué te pasa, amiga?

Levanto el celular y se lo muestro por encima de la mesa, a lo cual ella lo agarra y abre la boca sorprendida. En cuanto me mira, yo no sé qué hacer al respecto, o cómo reaccionar, solo aprieto mis labios y asiento con la cabeza. Me devuelve el celular y yo vuelvo a leer el mensaje que había sido enviado hace unos diez minutos, sintiendo un revoltijo de emoción en la panza.

 Me devuelve el celular y yo vuelvo a leer el mensaje que había sido enviado hace unos diez minutos, sintiendo un revoltijo de emoción en la panza

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Lo peor, o mejor, ya no tenía ni idea, era que en casa no había nadie. Mis papás estaban en el cumpleaños de una tía que yo ni junaba, así que cuando yo llegase, iba a estar completamente sola. Esto podía salir, o muy bien, o muy mal...

 Esto podía salir, o muy bien, o muy mal

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Opa, opa, opa.

Nos vemos en el capítulo 27 bebettes  💋💋

Por cierto, perdón si no actualizo tan seguido como antes, es que agarré la pala 😭😭. Pero bueno, en los ratos libres obvio voy a tratar de escribir.

• 𝐒𝐨𝐦𝐞𝐨𝐧𝐞 𝐎𝐥𝐝𝐞𝐫 • | 𝙴𝚗𝚣𝚘 𝚅𝚘𝚐𝚛𝚒𝚗𝚌𝚒𝚌 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora