ℭ𝔞𝔭í𝔱𝔲𝔩𝔬 40

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—Que hijo de puta. —me tapo la cara con una mano mientras sonrío internamente.

Enzo suelta una risa, y puedo escuchar la licuadora, la cual sorprendentemente no hace tanto ruido, no como la que tengo en mi casa. Cuando me destapo la cara me llevo la copa de champagne a la boca, observando como su brazo se mueve al revolver los fideos.

—Te juro que fue muy feo el momento —continúa diciendo al darse vuelta. Apoya las manos sobre la mesada y me mira desde ahí, yo estando sentada en el sofá para dos personas. —. Fue el momento en que me di cuenta que me estaba mintiendo a mí mismo.

—Pero, o sea, ¿Vos pensaste que Juani me estaba tirando onda?

Él asiente con la cabeza y yo vuelvo a reír. Enzo mira la licuadora y se acerca a ésta para poder apagarla cuando ve que las verduras ya están completamente trituradas y mezcladas con la salsa.

—Y resulta que en realidad era Felipe.

Tomo una bocanada de aire y me pongo de pie para poder acercarme a la mesada. Dejo la copa a un lado y apoyo las manos como hizo él hace unos segundos.

Tiene las mangas arremangadas un centímetro abajo de los codos y un delantal puesto para evitar mancharse la camisa blanca. De fondo suena una playlist con canciones variadas; unas en inglés, otras en español, y de todo tipo de ritmos. La puerta del balcón seguía abierta, y yo agradecía que no me diera frío, porque por más que estuvieramos llegando al verano de nuevo, las noches seguían siendo algo frescas.

—Yo tengo una duda —digo. —. Cuando aparecí de la mano con Pipe, ¿Cuál fue tu reacción?, porque solo vi que te fuiste.

Enzo deja reposar el tuco con los fideos en olla por un rato, colocando la tapa antes de girarse y apoyarse de brazos cruzados contra la mesada.

—Fue un sentimiento raro, en realidad. Una combinación de coraje, enojo, arrepentimiento.

—¿Por qué?

—Y porque yo te había rechazado la noche anterior pensando que eso era lo mejor, y después cuando los vi me llegó el arrepentimiento junto con el enojo. Era consiente que era algo con lo que tenía que luchar para que los demás no sé dieran cuanta, así que preferí retirarme —responde, moviendo sus hombros como queriendo expresarse con sus manos. Toma su copa y también le da un trago antes de volver a hablar. —. Ahora, yo también tengo una duda.

—¿Cuál?

—¿Por qué me seguiste?

Me quedo callada, mirando sus ojos, los cuales me transmiten esa leve diversión que su rostro no refleja.

Él sabía por qué lo seguí, siempre lo supo, pero quería escucharlo de mi boca. Le divertía saber que yo estaba loca por él, y que lo sigo estando. Le gusta saber que siempre fue él, y no otros.

—¿Por qué preguntas algo que ya sabes?

Se alza de hombros y da otro trago a su bebida, terminandola en un segundo. Se relame los labios y puedo ver un atisbo de una pequeña sonrisa antes de volver su atención a mí.

—No sé, quizás quiero escucharlo en voz alta.

—Querés sentirte halagado, eso pasa.

Enzo suelta una risa cuando pongo los ojos en blanco y hago lo mismo que él, tomarme de un trago el alcohol. Se da la vuelta y prepara los platos para empezar a servir la comida. Estoy a punto de darme vuelta y dirigirme a la pequeña mesa donde ya reposan los cubiertos, pero entonces me vuelve a hablar.

—Aún no me respondes, Ori.

Siento escalofríos en el estómago, los cuales me hacen doblar los dedos de los pies y aguantarme las ganas de pegar un grito por la forma en que su tono de voz cambia cuando habla más serio.

• 𝐒𝐨𝐦𝐞𝐨𝐧𝐞 𝐎𝐥𝐝𝐞𝐫 • | 𝙴𝚗𝚣𝚘 𝚅𝚘𝚐𝚛𝚒𝚗𝚌𝚒𝚌 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora