Diez años es mucha diferencia, pero cuando el deseo se siente en el mínimo roce, entonces es inevitable fingir que hay estabilidad entre ambos, más cuando los ojos son su propio enemigo.
La "nena" ya tiene veinte años, pero él se sigue tapando la ca...
Recostada en el sofá del comedor del hotel paso las imágenes que aún guarda papá en su cámara de fotos. Me río un par de veces cuando me topo con algunas de Juani todo naranja, o haciendo caras a la cámara. Todo lo contrario a Blas, que se mantiene serio, con una expresión de modelo que me llega a intimidar; a veces siento que es muy maduro para su edad. Blas es el que realmente me hace sentir una nena al lado suyo, no Enzo.
Paso y paso las fotos, viendo a gente de la producción también, quienes se ven sonrientes en cada toma. Eso me hace pensar que por muy duro que fue el proceso de grabación para cada uno, supieron llevarlo bien y disfrutar el proceso, lo que realmente valía la pena.
Me acomodo y suelto un suspiro. Estoy sola en el comedor, son alrededor de la una de la mañana en España y yo no puedo conciliar el sueño. Para no molestar a mis padres decidí bajar al comedor y entretenerme con la cámara de papá yo solita.
Mi dedo aprieta el botón, pero se detiene cuando una imagen de Enzo aparece en la pequeña pantalla. Está sentado, abrigado hasta el mentón y con los ojos cerrados. En el fondo visualizo lo que fue el escenario para la película, y siento frío de solo ver la imagen.
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Aprieto de nuevo el botón, pasando más fotos de Enzo maquillado, mostrando las expresiones de pánico que debía de transmitir ante algunas escenas. Llegando casi a las últimas fotos, me quedo sin aliento cuando me topo con una en especial. Se ve a Bayona también, pero un poco desenfocado, papá se concentro en que el foco de la foto fuera únicamente Enzo. Observo su rostro, encontrándolo de cierta de forma más varonil de lo común, con su ceño levemente fruncido y su expresión atenta.
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Tomo aire y decido apagar la cámara antes de seguir embarcándome en un mundo del que no sé si pueda salir tan fácilmente. Una cosa era ver fotos de los chicos, otra era ver fotos de Enzo, que no ayudaban en mi proceso de intentar olvidar lo que me ocurre por ese hombre.
A mis espaldas siento unas pisadas muy leves, por lo que me doy vuelta, visualizando la figura de Felipe viniendo en mi dirección. Tiene las manos en los bolsillos de su bermuda y los ojos hinchados, seguro recién despertándose del sueño. Dejo la cámara sobre la mesa y veo como se detiene al verme sentada.
