Me remuevo en mi lugar y miro a mi derecha, donde me topo con una casa seguida de otra, pero aún si quisiera que eso me ayude, tampoco lo hace, porque puedo ver por el reflejo cada vez que su celular se enciende, recibiendo más mensajes. Me siento un poco incómoda pero trato de decirme a mí misma que no es nada fuera de otro mundo, porque él tampoco se esfuerza en ver las notificaciones o ponerlo en silencio.
Me aclaro la garganta y me dan ganas de poner más fuerte la canción de Airbag que están pasando por la radio, pero este no es mi auto, no puedo tocar las cosas cuando se me cante.
—¿Cómo vas con el curso? —pregunta de repente, la mirada aún puesta en la calle.
Le doy una corta mirada a su perfil antes de responder.
—Bien, dentro de unas semanas lo termino —respondo, sin querer bajar la mirada a su celular. — ¿Qué pasó con la película?
—Y ahí vamos, el director está haciendo las cosas más rápido —baja las manos del volante cuando llegamos a un semáforo en rojo, donde aprovecha para voltear a verme. —. Perdón por no hablar tanto estos días, llegaba de rodar y me acostaba a dormir.
—Está bien, no hay problema. Es entendible.
Enzo suelta un suspiro y me regala una sonrisa que tomo como otra manera de disculpa. Vuelvo a ver su expresión cansada, pero yo solo le devuelvo la sonrisa en silencio. Cuando la luz verde ilumina nuestras caras, Enzo vuelve a agarrar el volante y comienza a avanzar con cuidado.
Reconozco las calles porque cada vez nos adentramos más al corazón de Buenos Aires. La gente camina por las veredas y muchos otros hacen fila para tener un lugar en algún restaurante, y por breves momentos tengo un pequeño recuerdo de España. Apoyo la cabeza en el cabezal del asiento y bajo un poco la ventana para dejar fluir el aire fresco del exterior.
El celular sigue sonando, pero esta vez Enzo lo agarra y lo apaga por completo. Con esa acción, me permito relajarme un poco sobre el asiento.
—¿Cómo están tus papás?
Vuelvo a mirarlo cuando me habla.
—Bien, por ahí mi mamá pregunta por vos —digo. Él mira por el espejo retrovisor, pero sé que aprovecha para también mirarme de reojo solo unos segundos. —. ¿A dónde vamos?
Enzo sonríe y se mete a un estacionamiento que está algo oscuro para mí parecer. Miro alrededor cuando siento que apaga el motor y se baja del auto para volver a abrirme la puerta. Acepto la mano que me ofrece y por un rato me siento como si fuera una princesa o una famosa a la que le dan atención en cada mínimo detalle. Comenzamos a caminar en dirección al edificio de paredes algo deterioradas luego de que le pone la alarma al auto. Pronto, una puerta está frente a nosotros, la cual Enzo abre con unas llaves que se saca de la riñonera negra.
—¿Dónde estamos? —pregunto, mirando a mi alrededor una vez dentro. Bajo mis pies siento el hueco de la madera con cada paso que doy.
Enzo desapareció de mi lado hace unos segundos, por lo que seguro no llegó a escuchar mi pregunta. Muevo mis manos frente a mí en caso de llevarme por delante algo, pero cuando mi pie derecho da un paso más y siento que el piso se termina, decido quedarme quieta donde estoy. De repente, el lugar se ilumina con intensas luces y tengo que cerrar levemente los ojos para adaptarme al nuevo ambiente. Giro mi cabeza de un lado a otro, observando los asientos, las luces, los parlantes, el telón.
—No te vayas a caer. —dice detrás de mí.
Cuando bajo la mirada me doy cuenta que estoy en el borde del pequeño escenario, y si bien no estoy muy lejos del piso, estando desprevenida me pude haber ganado un esguince si me caía de esta altura. Retrocedo un poco y me giro a verlo cuando corre levemente el telón para pasar. Sus ojos recorren también el teatro, el cual no es exageradamente grande, sino más bien, pequeño.
ESTÁS LEYENDO
• 𝐒𝐨𝐦𝐞𝐨𝐧𝐞 𝐎𝐥𝐝𝐞𝐫 • | 𝙴𝚗𝚣𝚘 𝚅𝚘𝚐𝚛𝚒𝚗𝚌𝚒𝚌
FanfictionDiez años es mucha diferencia, pero cuando el deseo se siente en el mínimo roce, entonces es inevitable fingir que hay estabilidad entre ambos, más cuando los ojos son su propio enemigo. La "nena" ya tiene veinte años, pero él se sigue tapando la ca...