ℭ𝔞𝔭í𝔱𝔲𝔩𝔬 3

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Veo las gotas de lluvia caer contra la ventana, una seguida de otra mientras apoyo la cabeza en el vidrio. La ciudad es casi visible debido a la neblina y la torrencial tormenta que se desató hace un par de minutos. Miro la hora en mi celular y me doy cuenta que son las dos de la tarde, pasaron veinte minutos de que mis padres bajaran al salón de descanso, donde se encontraba el restaurante. Me invitaron a ir con ellos, pero me negué y preferí quedarme con mi pijama, en un silencio que me relajaba más de lo que me imaginaba.

La imagen de Enzo de la noche anterior viene a mi cabeza, recordando la forma en que estaba vestido, o sus expresiones faciales. Nunca me había fijado en alguien tan mayor, no porque no fueran mi tipo, sino que absolutamente todos se veían cuarentones. Se dejaban crecer la barba y se descuidaban físicamente, además de que la mayoría ya eran papás. Pero Enzo era ese tipo de hombre que si bien sí se veía de treinta, al menos se cuidaba, y no tenía hijos ni esposa, bendito sea Diosito. Más allá de esas características, había algo en él que me había hipnotizado por completo, quizás su actitud amable y un tanto coqueta, o la forma en la que mira a la gente, tan intensamente.

Me pregunto si Enzo pensará algo sobre mí, quizás si soy linda, o si soy amable, o algo por el estilo. La curiosidad me mata por dentro cuando sé que probablemente nunca podré saber qué piensa de mi persona.

Me desconecto de mis pensamientos cuando siento que golpean la puerta. Le doy una última mirada a la ciudad y luego tomo pie para poder mirar de quién se trata. Cuando noto que quien está del otro lado de la puerta es el hombre en el que estaba pensando, me pongo nerviosa. Miro abajo, sabiendo que llevo el pijama puesto, el cual consta de una remera de mi ex, la cual se olvidó un día antes de que cortaramos, y una bermuda de papá que me queda enorme, al igual que la remera.

Consiente de que no tengo tiempo para cambiarme, me peino un poco el pelo con mis propios dedos y luego tomo una bocanada de aire, la cual mantengo hasta que abro la puerta. Enzo se gira a verme y me sonríe al instante, ignorando las pintas en las que estoy. Él, por el contrario, está vestido algo formal para un día cotidiano, hasta que recuerdo las entrevistas que mencionó ayer.

—Hola, Oriana. ¿Está tu papi?

La forma en la que me habla me da una cachetada de realidad, y me quedo callada por milésimas de segundos, tratando de recomponerme de lo mi cabeza comenzaba a maquinar.

Me acababa de hablar como si fuera una nena de trece años.

—Sí... digo, no, no está.

Quiero salir corriendo y esconderme en la pieza de la vergüenza que tengo. Yo ilusionada mal, y él viéndome como una nena.

Escucho que suelta una risa y yo solo me mantengo en mi lugar, esperando a que se vaya.

—¿Y sabes dónde puede estar?, tenemos que ir a la entrevista.

—Está abajo, en el comedor. —respondo rápido.

—¡Ori!

Con el ceño fruncido, ambos miramos por el pasillo, saliendo del ascensor está Juani, con una sonrisa en la cara mientras me mira a los ojos.

—Hola. —digo alegre, y puedo notar que Enzo se me queda viendo un rato, seguro notando mi cambio de actitud.

—Estamos abajo con los chicos, ¿Queres venir?

—Obvio, bancame que me cambie.

Él asiente y es ahí cuando fija su atención también en Enzo, que sigue callado y con el ceño fruncido.

—¿Cómo andas, Encito?

—Hola, Juani.

Cuando voy a mitad de camino me doy cuenta que dejé la puerta abierta, por lo que me vuelvo y automáticamente miro a mi nuevo amigo.

—Vení, pasa.

Enzo da un paso atrás cuando Juani entra a la habitación, tomando asiento en una de las sillas que rodean la mesa. Mi mano aún sostiene la puerta y me doy vuelta para mirar nuevamente a Enzo, esperando a que me diga algo, ya que yo no sé qué más decirle. Ya le di la informacion que necesitaba. Noto que sus ojos van de Juani y luego a mí, acercándose un poco para que solo yo llegara a escucharlo.

—¿Tus padres te dejan meter a desconocidos en la habitación?

Mi expresión cambia por completo, sin poder creer que me siga tratando como alguien chiquito. ¿Qué le pasaba?, ya tenía edad suficiente para hacer lo que yo quisiera. Y mis papás nunca me decían absolutamente nada sobre mis actitudes. Además, ¿Desconocido?, papá lo re conoce a Juani.

—Tengo veinte, casi no les importa lo que haga o no —digo, tratando de controlar el tono en el que hablo. —. Y es Juani, no es un desconocido, Enzo. Mi papá conoce a todos los del cast.

Él me mira y siento por su expresión que se dio cuenta que metió la pata al hacerme aquella pregunta. Antes de que me pueda decir algo más, le gano la palabra.

—Mi papá está en el restaurante, buscalo ahí. Nos vemos.

Y sin más cierro la puerta, soltando un suspiro y mirando a Juani, quien tiene el celular en manos, pero sus ojos están clavados en mí. Le pregunto qué le pasa y él suelta una risa.

—No sabía que le tenías tanta confianza a Enzo.

—No la tengo, ¿Por qué lo decís? —pregunto, caminando hacia la puerta que da a mi habitación. Espero bajo el umbral hasta que él me responda.

—Es que ninguno de nosotros le habla así, solo Mati, pero porque Mati es Mati —explica. —. Es un tipo que lo escuchas hablar y por inercia le tenés respeto.

—¿Respeto?

—Sí, Enzo es uno de los más grandes en el cast. Obvio hablamos y boludeamos, pero siempre le mantenemos el respeto. Pero vos le acabas de cerrar la puerta en la cara.

Al instante me arrepiento de haber hecho lo que hice, mirá si se enojaba conmigo y le decía a mi papá. No hay chance, ni me conoce, no tendría por qué contarle esas cosas sobre mí. Además, si bien Juani es alguien que ya conoce, estoy segura que se enojarían por meter a alguien sabiendo que ellos también se están hospesando ahí.

Me imagino a Enzo yendo de bocón con mis papás, contándoles que metí a Juani a la habitación, sabiendo que aún tengo que cambiarme, o sea, bastante sospechoso.

Con el miedo y la bronca fluyendo en mis venas, le digo a Juani que me espere a que me ponga otra cosa y así poder salir.

Con el miedo y la bronca fluyendo en mis venas, le digo a Juani que me espere a que me ponga otra cosa y así poder salir

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• 𝐒𝐨𝐦𝐞𝐨𝐧𝐞 𝐎𝐥𝐝𝐞𝐫 • | 𝙴𝚗𝚣𝚘 𝚅𝚘𝚐𝚛𝚒𝚗𝚌𝚒𝚌 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora